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¿Se imaginan una ruta por Liébana en torno a sus alcornocales? Pues es posible. Así lo aseguran al menos los expertos en corcho, el producto que se obtiene de esta especie de árbol típicamente mediterránea, pero que se da también en la zona lebaniega por su característico microclima. Los magníficos ejemplares de alcornocales que se encuentran en los montes de Potes, Ojedo, Frama o Cambarco, han despertado el interés de profesionales del sector que están dispuestos a mostrarle a la comarca lo que el corcho puede hacer por ella desde el punto de vista turístico.
Los promotores del proyecto 'Cork Experiencie: el corcho, un mundo por descubrir', integrado por seis socios de diferentes zonas de España, presentaron en Potes su propuesta para explorar y explotar este producto, con la colaboración del Grupo de Acción Local. Lo hicieron en una jornada a la que acudieron empresas del sector turístico, representantes políticos y expertos en el ecosistema corchero y en el uso sostenible de espacios naturales. Su proyecto se basa en promocionar áreas que cuenten con esta especie de árboles, como es el caso de Liébana, desde el punto de vista turístico. Así, se plantean objetivos como la creación de productos basados en el corcho y la puesta en marcha de programas de sensibilización dirigidos a la población, con el fin de convertir este material en una fuente de ingresos. Para ello, Liébana «necesita un plan de conservación del monte, que ponga en valor un recurso tan importante como el corcho que se obtiene de sus grandes alcornocales», explicaron.
En este sentido, opinan los expertos, «la labor fundamental del sector primario es mantener la limpieza y la conservación de los montes». En cualquier caso, los profesionales abogan por recuperar estos oficios tradicionales, «impulsando talleres para las nuevas generaciones y a su vez creando rutas turísticas por estos entornos privilegiados». Una oportunidad que Liébana no debería desaprovechar.
De hecho, las primeras noticias históricas sobre la extracción de corcho de la zona datan de 1827, cuando un comerciante francés lo extrajo y lo cargó hasta el puerto de Santander por difíciles caminos (aún no se había construido la carretera del Desfiladero de La Hermida) para ser trasladado hasta el puerto de Bayona. Después, probablemente finalizaría en los talleres taponeros de la región de Marensin, al sur de Aquitania. Así lo refleja el escritor Matías de Lamadrid en el libro 'Memoria sobre los grandes montes y demás riqueza de Liébana', de 1836.
Oficio A comienzos del siglo XX ya existían en Potes yen Cillorigo talleres de corcho de varias familias
Trabajadores En 2011, un empresariode la zona contrató a dos cuadrillas de Cádiz para extraer el material
Recorridos Los profesionales del sector hablan de crear rutas por los montes con alcornocales de Liébana
La Sociedad Económica de Amigos del País de Liébana ya informaba también de la noticia de la apertura de un nuevo camino de rueda a través del Desfiladero de La Hermida, hasta un punto que permite la llegada de barcas de fondo plano y el transporte de corcho hacia la marina de Unquera. De hecho, en 1844 ya se sabe que había una persona en la comarca que llevaba a cabo labores de corcho para tapones. No existen muchas noticias sobre el número de talleres que había en Liébana a lo largo del siglo XIX, pero a comienzos del XX ya existía uno en Potes con seis empleados y otro en Castro Cillorigo. En 1935, se decía que del corcho vivían en Liébana doce familias.
Además, se conoce que «los distintos géneros corcheros que elaboran los talleres lebaniegos tienen un destino preferente: el norte de España». La producción de tapones, que en 1913 se cifra en 120.000 unidades, va destinada a abastecer a las fábricas de cerveza de Santander y al embotellado de sidra y de frascos farmacéuticos. También se emplean para los flotadores de pesca que se venden en los puertos cercanos. La vida de estos talleres, entre los que destacaba 'La Bienganada', dirigido por Antonio Paz, de Potes, y el de Justo Aldana, de Ojedo, concluye en 1937, cuando se cierra un ciclo de aprovechamiento de corcho en Liébana.
Según la Guardería de Montes, cuyos operarios eran los encargados de controlar la extracción del material, entre los años 2000 y 2012 se extrajo corcho de varios montes de Liébana. En el año 2011, José Cenizo, empresario del sector, contrató a dos cuadrillas de la provincia de Cádiz para realizar los trabajos de limpieza, extracción y acarreo del corcho. Cenizo pagó en subasta 22 euros por el quintal castellano, que es la medida que se emplea en este tipo de trabajos de extracción y equivale a 46 kilos. En total, ese año se recogieron 63.000 kilos de corcho, con los que se realizaron 5.000 tapones para botellas de vino de calidad; otros 10.000 para láminas de corcho de las botellas de champagne y el resto se destinó a triturar o moler. Para hacernos una idea, para conseguir un tapón bueno de corcho, éste debe de tener un calibre estimado de 13 a 19 líneas.
Las cuadrillas para sacar el producto estaban compuestas por diez personas. Seis de ellas trabajaban en parejas y se encargaban de recoger el material de los árboles. El resto, se dedicaba a labores relacionadas con la limpieza de los matorrales, cargaba el corcho y lo trasladaba con la ayuda de mulas a la carretera.
Desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde, que era su horario de trabajo habitual, cada pareja podía sacar el corcho de cien árboles, aproximadamente. Un trabajo duro que forma parte de la identidad lebaniega y que ahora los vecinos, los turistas y todos aquellos que estén interesados pueden conocer, si realmente se logra sacar adelante un proyecto para ponerlo en valor.
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Abel Verano | Santander
J. Gómez Peña y Gonzalo de las Heras (gráfico)
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