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«Si pudiera hacer música de vanguardia y llevar el timón de las nuevas tendencias lo haría, «pero no me sale», reconoce Jairo Zavala, Depedro. « ... Vengo de un mundo orgánico que espero que no desaparezca y entiendo la música como una transmisión de emociones, que se hacen con instrumentos». Con sus instrumentos, su banda y las emociones que destilan juntos, estará este viernes en Cantabria, presentando su último disco en Escenario Santander.
La suma de esas emociones da como resultado un tono brillante, lúcido y positivo. Contrasta con la obra de la que extrajo el título de su último disco, 'Máquina de piedad'. Parte del libro 'La batalla de occidente', de Eric Vuillard. Experto en relatar conflictos bélicos, la obra del francés se remonta 2012. Quién iba a pensar que su visión cobraría tal actualidad, sumergidos en un nuevo conflicto internacional. Pero las once canciones flotan en la esperanza «una palabra que nos hace reflexionar y pensar que todo llega si resistimos», dice.
El disco, como su propia actitud vital, rezuma positividad. «Tiene un aroma optimista en la naturaleza humana que se resiste a ver el vaso medio vacío».
Durante este periodo de extraño tiempo impuesto, la principal certeza que ha obtenido es que «como siempre, es en el entorno cercano es donde hay que generar los cambios más profundos». «Hablamos mucho de cambiar la realidad y pensar a lo grande, pero los movimientos más poderosos vienen de uno mismo y hay que mirar a lo personal. Quizá en este espacio de tiempo nos hemos mirado mucho al espejo y a mí me ha servido para tener más claro este principio».
De mirar hacia dentro, sí, pero solo un rato. Afirma que le gusta la gente, hablar, comunicarse. «No es que sea muy extrovertido en ese aspecto, pero soy gregario, vivo en el mundo y no soy un lobo solitario».
Hace un par de semanas participó en el proyecto Sonorama también se escribe. Una sensación «un poco intimidatoria al principio». Charló sobre su obra con estudiantes, gente muy inteligente a la que, según dice, le interesaba más el proceso creativo que «la gimnasia de las letras». El recelo inicial derivó en una experiencia satisfactoria, comprobando en otro contexto, que su trabajo «tiene más dimensiones que la mera interpretación encima del escenario». Es, además, una reafirmación de que «la cultura llega a más sitios».
Su forma de viajar por el mundo musical implica ir subiendo personas a su tren a lo largo del recorrido. «Es imprescindible. Lo es ahora y lo ha sido siempre». «La música es un diálogo en la que hacen falta dos o más interlocutores y necesito beber de más fuentes». Primero, porque confiesa que le cuesta escribir y necesita «el impulso, ver cómo se escuchan sus canciones en los ojos y oídos de otros». No por seguridad, que tiene «a raudales», sino buscando inspiración y motivación. En su último disco cuenta con Leiva y Manu Coll, acaba de grabar con Corizonas, antes con Guadi Galego y tocará próximamente con Fetén Fetén.
Sobre la retirada de Bunbury, compañero con quien ha compartido grabación en el disco 'Pasajero' (2016) espera que sea un impasse, que se recupere; «Le necesitamos para que siga abriendo todas esas carreteras por las que hemos transitado muchos después».
Viajero constante, Depedro afronta el día a día, disfrutando el momento de la forma más honesta posible porque «nunca se sabe lo que puede pasar». Su anhelo más grande es que su música se convierta en la que suena en las fiestas familiares y las plazas. «Es lo más bonito, que algo que tú has imaginado se convierta en parte del imaginario popular. ¡Y bastante ambicioso! No sé si pasará algún día, lo más seguro es que no y los mediocres nos desvaneceremos en la historia, pero ¡aquí estamos!».
Delante de una audiencia , su público, que corea sus composiciones, también lo disfruta. «No soy un cínico y lo celebro», a, reconoce.
Atento a las corrientes que van surgiendo a su alrededor, especialmente el foco que se está poniendo en el folclore, desde Canarias hasta Asturias, el próximo 3 de junio editará 'Antes de que anochezca', un directo grabado en Madrid con anterioridad a que todo se cerrase, y cargado de emotividad. «Va a ser emocionante escucharlo ahora», afirma. ¿Y después? «Voy a hacer lo que me deje la realidad».
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