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Óscar Lucas Villanueva- Historiador y profesor asociado de la Universidad de Cantabria

«Una mejor accesibilidad a la Meseta fue la ventaja para Laredo»

Una monografía sobre 'El comercio internacional castellano a través del puerto de Laredo en la época de Felipe II' revela las claves de la intensa actividad en el siglo XVI

JOSÉ LUIS PÉREZ

Domingo, 2 de febrero 2020, 08:25

La pujanza mercantil que Laredo tuvo en la Edad Moderna como principal puerto marítimo de la región para el tráfico de mercancías contrasta con el papel que hoy tiene una villa más volcada en el turismo. El análisis de la actividad económica en el siglo XVI lo efectúa el historiador Óscar Lucas en su libro 'El comercio internacional castellano a través del puerto de Laredo en la época de Felipe II'. Este trabajo fue galardonado con el 'Premio de Historia Regional Manuel Teira Ciudad de Torrelavega' (2014).

Oscar Lucas Villanueva (Liencres, 1963), es doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Cantabria (UC) y profesor de enseñanza secundaria en el IES Marqués de Santillana. Profesor asociado en la UC, es miembro del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea, donde ejerce docencia e investigación sobre distintos aspectos económicos y sociales en el siglo XVI, cuyos resultados se han plasmado en artículos científicos publicados en revistas especializadas y congresos.

-¿Con qué medios contaban los mercaderes?

-La precariedad de las infraestructuras viarias es una constante en la documentación: caminos destruidos, puentes arrasados... aunque con igual perseverancia, las autoridades se empeñan en su reparación o reconstrucción y es que cuando los intereses económicos eran importantes se acaban por encontrar soluciones más o menos temporales. De todos modos, el medio de transporte habitual era la mula, un animal dócil, pese a su fama, capaz de cargar pesos considerables y poco exigente en lo tocante a los caminos. En materia de transporte sorprende aún más si cabe la regularidad con la que las naves llegaban a los puertos y las difíciles condiciones en las que se desarrollaba la navegación. Realmente la pericia de aquellos pilotos y maestres, su conocimiento de corrientes y sus facultades para anticipar cambios en la meteorología es admirable.

El legado documental de Simón Ruiz, un banquero y mercader burgalés, resulta decisivo para conocer los flujos comerciales

-¿Qué determinó que la villa pejina tuviese tanto protagonismo?

-Laredo, a pesar de que su puerto no podía compararse a las magníficas condiciones que lucía el de Santander, contaba con una incuestionable ventaja que era la mejor accesibilidad a la Meseta; el puerto de los Tornos se abre a menor altura que otros pasos más occidentales, además de que las comunicaciones hacia Burgos eran más cortas, lo que suponía un ahorro de tiempo. Esta ventaja fue explotada para sostener unas comunicaciones intensas y frecuentes con los principales puertos flamencos, franceses, ingleses y aún bálticos a lo largo de buena parte de la Edad Moderna.

-¿Y cómo fue su rivalidad/competencia con Bilbao?

-El origen de la rivalidad entre ambos puertos no es otro que el enfrentamiento entre los mercaderes vizcaínos y los burgaleses. Burgos había sido la gran capital comercial castellana, centro de operaciones de los 'señores de la lana', activos exportadores e importadores de manufacturas que abastecían el creciente mercado urbano castellano. Los privilegios forales vascos chocaron con sus intereses sobre todo a partir de la apertura del Consulado de Bilbao (1511).

El puerto de Laredo contaba con mejores condiciones naturales que la cambiante ría de Portugalete, responsable de numerosos percances; podía asegurar los retornos de los barcos mercantes y astilleros para reparar y construir nuevas naos y además ofrecía su firme alianza con los mercaderes castellanos y franceses. De hecho, se llegaron a proyectar iniciativas sólidas para sustraer a Bilbao el comercio de telas con Francia, en beneficio de Laredo, como la protagonizada por Juan de Bayona, pero a la postre fracasada por la solidez de los lazos que los mercaderes vascos habían logrado en los puertos de la costa francesa.

-¿Cuáles han sido las fuentes de la investigación?

-Hemos recurrido sobre todo a la correspondencia comercial que el mercader medinense Simón Ruiz, también conocido un tanto pomposamente como 'el banquero de Felipe II', sostuvo con sus corresponsales en Laredo y otros puertos de las Cuatro Villas. También se han utilizado los protocolos notariales y ordenanzas municipales, así como documentación variada del Archivo General de Simancas.

La originalidad de las cartas es que se trata de documentos privados, en los que, además de información estrictamente mercantil, nos encontramos con todo tipo de datos y comentarios que nos proporcionan una imagen muy vívida de la realidad del periodo. Uno participa de sus alegrías y penas; a pesar de la distancia temporal que nos separa es difícil no empatizar con los personajes.

-¿Está suficientemente reconocido Simón Ruiz?

- La importancia de su legado documental es enorme y son contados los ejemplos de los mercaderes-banqueros europeos de los que conservemos archivos semejantes. Queda mucho aún por explorar y estamos lejos de conocer el alcance real de su figura. Pese a que en sus inicios se viese envuelto -y condenado- en procesos judiciales, la trayectoria posterior fue reconocida por su prudencia, a veces excesiva, y la solidez de su prestigio.

-¿Quiénes eran sus corresponsales en Laredo?

- Fueron varios, todos pertenecientes a las élites locales, mercaderes capaces de garantizar como consignatarios los envíos procedentes de Europa que ellos reexpedían a Castilla. Se pueden considerar como agentes de los grandes mercaderes de Valladolid, Medina, Burgos o Toledo.

Inés de Limpias

-¿Cómo se explica la figura de Inés de Limpias en un mundo de negocios casi exclusivo de hombres?

- Aunque queda mucho por investigar, podemos afirmar que el papel de la mujer en el siglo XVI no es el mismo que en el XVII. Lo que podemos afirmar es que la función de Inés como consignataria de Simón Ruiz era ambicionada por sus contemporáneos, y que fue elegida por méritos propios, además de que desarrolló esta labor a entera satisfacción del mercader castellano. Ella también participó en operaciones financieras de importancia con mercaderes flamencos, lo que implica un reconocimiento extendido en un periodo en el que el prestigio lo era todo. Personalmente, lo que más me sorprendió fue la 'llaneza' con la que se desenvuelve y es aceptada por sus pares masculinos. Todo un hallazgo, sin duda.

-¿Cómo era Laredo en la segunda mitad del siglo XVI?

-Pese a que el número de vecinos en estos núcleos urbanos del norte no fuese muy numeroso, son auténticas ciudades en el sentido de que cumplen esas funciones específicas que atribuimos a este tipo de espacios: administración política y judicial, centro religioso, centro comercial y manufacturero, etc. Desgraciadamente, tomamos contacto con la villa en un momento en el que ya son perceptibles los primeros síntomas de la crisis que estaba ya cerca.

-¿Qué instrumentos financieros se empleaban?

-Otra de las sorpresas agradables con la que nos hemos encontrado es la naturalidad con la que se emplean las letras de cambio para desarrollar las operaciones de compra venta o compensación de haberes. Para los franceses o flamencos de la época el uso de estas formas de crédito y cambio estaba reservado para los mercaderes de cierta relevancia; en cambio, vemos cómo aquí su uso estaba muy extendido aún para operadores modestos. Sin falsa modestia, puede hablarse de la modernidad de la economía castellana.

-¿Cuáles eran las principales importaciones que se efectuaban por este puerto?

- En condiciones favorables, las mercancías más importadas eran las lencerías y telas de suertes semejantes, y en menor medida cobre, cera, sal, pescado en salazón, papel... Pero cuando las cosechas en Castilla menguaban era necesario el abastecimiento de cereal por mar. Se denomina a estas zonas cantábricas 'tierras de acarreo', precisamente por las dificultades para autoabastecerse.

-¿Y exportaciones?

- Sin duda, para el Cantábrico oriental el dominio de las sacas de lanas es incuestionable, pero se trata de exportaciones de regularidad estacional y, en realidad, relativamente ajenas a la economía de la costa; por su importancia yo destacaría sin duda el hierro producido en las ferrerías de los valles orientales, y ya, en menor medida, cítricos y algunas manufacturas procedentes del interior castellano.

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