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Álvaro Machín
Viernes, 15 de abril 2016, 07:20
La plaza que hay junto a la pista deportiva, en Duque de Ahumada, fue un ir y venir. En el sentido más literal de la palabra porque los que iban con la intención de bajar en los ascensores con destino a la calle Castilla se tuvieron que dar la vuelta. «Es por el viento» siempre hay alguno que sabe más que los demás. Y no le faltaba razón al vecino que ya venía de vuelta. Los ascensores, según confirmó el Ayuntamiento, cuentan con un anemómetro que mide la velocidad del aire y que obliga a parar de forma automática los elevadores si superan los 60 kilómetro por hora. La pega que ponían algunos se trata de una evidente cuestión de seguridad era que esa información no está indicada allí en ningún punto. En las puertas solo informan, de hecho, de los horarios de funcionamiento. La racha máxima en la capital fue ayer durante la mañana de 64 kilómetros por hora, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (en Ramales llegaron a los cien).
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Venían de la calle Castilla, atravesaban la pasarela peatonal sobre las vías del tren y giraban ligeramente a mano izquierda. Desde las terrazas de arriba se veía seguir el mismo itinerario a muchos usuarios. Luego, tras apretar el botón de llamada en varias ocasiones y darse cuenta de que las cabinas no se movían de su sitio, tomaban el camino pegado al talud que acaba en un buen puñado de escaleras pindias en la dirección opuesta a los ascensores. «Han estado parados esta mañana por el viento», confirmaban en el Consistorio. No son, de hecho, los únicos que cuentan con el dispositivo de control en la ciudad. «Tanto estos ascensores como el funicular del Río de la Pila tienen unos anemómetros y en función de la velocidad del viento dejan de funcionar. La reanudación es automática cuando se reduce la velocidad». En el caso del transporte que permite llegar hasta General Dávila, el tope que admite está por encima de los sesenta kilómetros por hora.
La bandera, si hay alerta
Y más. Otro elemento muy conocido de la capital cántabra también está condicionado por la fuerza del aire. En caso de que las previsiones coloquen una alerta naranja por vientos sobre Santander, la enorme bandera de España que preside la rotonda de Puertochico se retira. «Si la alerta es sólo amarilla se decide en función de la dirección y fuerza del viento», explican en torno al procedimiento que se sigue por motivos de seguridad.
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