La evolución de los mercados de Santander refleja el desarrollo urbano, económico y social de la ciudad, íntimamente ligado al mar, al comercio y a la vida cotidiana de sus habitantes. Desde los puestos ambulantes del siglo XVI hasta los modernos espacios culturales del siglo XXI, los mercados han sido centros neurálgicos del pulso ciudadano.
Desde al menos 1526, se tiene constancia de mercados celebrados los sábados en la actual calle Juan de Herrera, conocida entonces como Plaza Vieja. Durante siglos, la venta de productos alimentarios se organizó en espacios abiertos. La creciente población urbana del siglo XIX y los nuevos criterios higiénicos impulsaron la construcción de mercados permanentes, en sintonía con el proceso de ensanche, industrialización y modernización que vivía la ciudad.
Mercado del Alto Miranda
Construido en 1912, fue durante décadas un mercado tradicional de barrio y también pescadería. En tiempos recientes ha sido completamente rehabilitado y transformado en un centro cultural.
Miguel de las CuevasEste lugar presentaba un gran deterioro antes de su rehabilitación en 2010. Los primeros años, tras la recosntrucción, ya como centro cultural, albergó la sede de la asociación 'Espacio Imagen', dedicada a la fotografía y las artes visuales. En esta etapa el edificio refleja la reutilización del patrimonio en clave contemporánea. En 2017, cambia su uso y se desarrolla la segunda edición del programa 'Coworking Santander', que tiene como objetivo impulsar ideas innovadoras ligadas a las nuevas tecnologías.
Miguel de las Cuevas

La Almotacenía y Mercado de Puertochico 1895-1983
En 1895, el Ayuntamiento erigió la Almotacenía en el barrio marinero de Puertochico para centralizar la venta de pescado y garantizar el uso de pesos regulados.


Fue un esfuerzo por racionalizar una de las actividades económicas más antiguas, en un entorno donde el mar marcaba el ritmo vital. Mujeres como la célebre «La Cruza», mujer que regentaba un puesto de encurtidos junto al mercado formaban parte del paisaje cotidiano de este, que era, además, un punto de encuentro social.


A mediados del siglo XX, el barrio inició un proceso de transformación urbana: la actividad industrial y comercial fue desplazándose hacia la periferia. El edificio de la antigua Amotacenia de pescado de Puertochico y que más tarde fue Mercado, no se encontraba donde ahora se encuentra, sino en la acera de enfrente, a unos ciento cincuenta metros a la izquierda, más cerca de la bahía. En los años 80, se decidió trasladar la Almotacenía piedra a piedra al solar de la antigua fábrica de gas de Molnedo, ya en la ubicación actual.


En 1983, se inauguró como el Centro Cultural Doctor Madrazo. Su exterior era tal y como hoy lo conocemos, preservando su memoria colectiva y vinculándola al presente cultural de la ciudad. Durante los años 80 y 90 se realizaban pequeños mercadillos en el exterior, bajo la nueva ubicación del edificio y junto a un pequeño mercado interior que paso a llamarse de nuevo 'Mercado de Puertochico'.
Se Quintana

Mercado de La Ribera 1860 -1900
En estas imágenes, tomando como referencia la catedral nos ofrece una perspectiva muy característica de la ciudad. En un lugar de encuentro de los habitantes con el mar y el comercio, se podía encontrar mujeres que ya vendían pescado procedente de pequeñas embarcaciones y traineras que atracaban en la dársena. Eran puestos exteriores, ambulantes o improvisados que llamaban a autóctonos y forasteros.


El mercado de la Ribera, junto a la antigua plaza de la Dársena, y actual Plaza Alfonso XIII, donde ahora se encuentra el edificio de Correos, era a final de siglo un lugar de encuentro y también un enclave de conexión con la meseta. Ya el transporte terrestre se unía al marítimo dando más riqueza y progreso a toda la ciudad.


Mercado Atarazanas 1905-1939
Este mercado, estuvo ubicado en el barrio homónimo. Su nombre proviene de la época medieval, cuando la bahía de Santander llegaba el final de la calle Calvo Sotelo. En su lado interior, se encontraban las Reales Atarazanas, arsenal y base naval de la época. La plaza ha tenido diversas remodelaciones a lo largo de su historia. El edificio que fue en primer lugar la pescadería debido a su cercanía la dársena, evolucionó en su última etapa a mercado donde se instalaron panaderías, ventas de carne, animales vivos, frutos secos, etc.


El Mercado de Atarazanas estaba dotado de una galería de estilo gótico-italiano que cubría los puestos de los forasteros que venían a través de transporte terrestre y marítimo. En la zona destacaban las casas de la calle La Blanca que albergaban oficinas de navegación y corredurías, evidenciaban cómo el mar estructuraba la economía y la vida cotidiana. El mercado desapareció en 1939, antes de que se produjera el gran incendio de Santander.


Mercado del Este 1841–2002
Construido entre 1839 y 1842 como parte del ensanche oriental, el Mercado del Este supuso un hito urbanístico y sanitario. Con una estructura cubierta y reticulada, sus calles interiores permitían una distribución ordenada de los puestos, garantizando ventilación e iluminación. Situado frente a los arcos de López Dóriga, fue un ejemplo de arquitectura funcional avanzada para su época.
Antes de ser semipeatonal, durante los años 80, por la calle Hernán Cortés circulaban multitud de vehículos, incluso se podía estacionar junto a la fachada que da al mercado.


1986. El Mercado del Este todavía tenía una gran actividad y variedad de productos. Frutas, verduras, carne y pescado se vendían a diario.
Pablo Hojas

El mercado iba cumpliendo años, la llegada del gran consumo y la introducción de los supermercados ubicados también en la periferia o barrios no tan próximos hizo caer la competencia de los puestos que allí se ubicaban.


El mercado en total abandono en 1991. Hubo protestas vecinales para la recuperación del espacio. En el año 2000, el Ayuntamiento llevó a cabo una polémica demolición y posterior reconstrucción del mercado conservando escasos elementos originales.Tras varios años de obras se convirtió en el espacio que hoy en día conocemos. Alberga el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria en su planta baja y espacios gastronómicos y comerciales,
Se Quintana

Mercado de la Esperanza 1904-Actualidad
Inaugurado el 10 de abril de 1904 en la plaza homónima, fue diseñado por Eduardo Reynals y Juan Moya en estilo modernista. Con una superficie de 2.267 m², se convirtió en el principal mercado cubierto de la ciudad. Su historia está marcada por el incendio de 1941, no porque se viera gravemente afectado sino por quedar en pie dentro de un centro urbano devastado.
El ambiente de las trabajadoras del mercado siempre fue familiar y cercano. Durante la postguerra el comercio de alimento se volvía vital, tanto el pescado procedente de los numerosos puertos de Cantabria como la huerta y el ganado de interior eran protagonistas para la ciudad.


Uno de los puestos más emblemaáticos del Mercado de la Esperanza, la quesería Dictinio Pérez en la planta de arriba.


En las décadas de 1970 y 1990 fue remodelado para adaptarse a nuevas normativas, manteniendo su vitalidad como mercado tradicional hasta la actualidad. También cuenta con puestos en el exterior del mercado donde dependiendo del día de la semana se instalan vendedores con productos gastronómicos locales, de moda o antigüedades.


Mercado y Plaza de México 1985 - Actualidad
Ubicado en el solar del antiguo matadero municipal, fue inaugurado en 1985. Su nombre, tomado de la cercana Plaza de México, rinde homenaje a los indianos, cántabros emigrados a América —sobre todo a México— que al regresar invirtieron en su tierra natal. Este mercado, a pesar de cumplir ya 40 años, representa una nueva etapa de desarrollo comercial, enfocada en los barrios modernos y las necesidades del Santander contemporáneo.
CeledonioEn 1985 fue inaugurado por Juan Hormaechea, alcalde de Santander por aquel entonces.
Bustamante

La gente del barrio y alrededores acude al mercado donde encontraban toda clase de producto de alimentación. También se instala una pequeña cafetería. En la actualidad el mercado de México vive sus horas más bajas y es posible que una cadena de alimentación supla los espacios de muchos de sus puestos. La historia de los mercados de Santander es la historia de una ciudadconstruida sobre su relación con el mar. Desde Puerto Chico hasta La Ribera, desde la Plaza Vieja hasta los modernos centros culturales, los mercados han sido espacios de intercambio económico, pero también de socialización, tradición y transformación. En ellos se entrelazan las vidas de pescadores, rederas y sardineras, comerciantes, hortelanas, amas de casa y forasteros. Hoy, muchos de esos espacios han sido adaptados a nuevos usos, pero conservan el espíritu de una ciudad que a pesar de haber perdido mucho de su patrimonio cultural y arquitectónico es todavía capaz de salvaguardar algo de su memoria.
Se Quintana

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