La peluquería Titos y Manuel cierra tras cincuenta años en Hernán Cortés

«Me toca jubilarme. El fallecimiento de mi socio, Titos, el pasado año, deja al negocio sin sucesor. Así que no me queda más remedio que echar la persiana del salón de peluquería», explicaba ayer Manuel mientras remataba un corte de pelo a uno de sus clientes más antiguos y fieles. «Desde los 16 años me corta el pelo», destacaba este cliente. «Manuel ha hecho un grupo de amigos entre su clientela por tantos años ofreciendo un trato excelente y profesional», continuó.

En el barrio echarán de menos esta peluquería especializada tanto en hombres como en mujeres y niños, donde ha estado medio siglo funcionando. Otro local más que se queda vacío en Santander en este contexto económico difícil que ha dejado la pandemia.

«El covid nos ha afectado mucho al sector de las peluquerías. Hace años nos subieron el IVA al considerarnos producto de lujo, y después, durante la pandemia, nos obligaron a mantenernos abiertos como sector esencial, trabajando sin pantallas, sin mascarillas...», lamenta Manuel, que cierra por jubilación al cumplir los 67 años.

Lejos queda ya cuando dio sus primeros pasos en el oficio de peluquero, hace 53 años en un pequeño salón que abrió en la calle Peña Herbosa. «De aquel salón todavía guardo clientes y esta fidelidad me imagino que quiera decir algo», señala orgulloso el peluquero. Al poco conoció a Titos, «una figura muy querida en el barrio», destaca Manuel. «Fuimos compañeros dentro y fuera de la peluquería, nunca discutimos, sólo puedo recordar cosas buenas de él», dice del que fue su socio durante 50 años.

Su negocio ha sido conocido en la ciudad por ser sus cortes tradicionales, su buen hacer y por «dar un trato amable al cliente siempre», destacan algunos de los ciudadanos que han pasado por sus manos. «A pesar de ser tradicionales, nos gustaba siempre estar actualizados, con cursos de peluquería y formación para avanzar y no quedarnos estancados con tintes, peinados y tratamientos», continúa Manuel.

De todos estos años de trabajo, se queda con haber «disfrutado de mi profesión y de llevar este negocio con mi socio». Pero no tanto de la última etapa. «Desde el confinamiento, sacar adelante la peluquería se convirtió en algo muy estresante. Hemos salido a la calle en bloque todos los que pertenecemos al sector, trabajadores o propietarios. Todos por igual con un objetivo, el de poder trabajar sin tantas trabas. El PSOE ha sido el único que ha votado en contra de devolvernos el IVA que nos subieron de forma eventual pero que no han vuelto a bajar y esto está contribuyendo al cierre de muchos salones, que no pueden salir adelante con unas cargas tan elevadas», asegura.

El último día de actividad para esta peluquería de barrio fue «agotador», decía Manuel. «Sin un minuto para parar, la gente quiere aprovechar hasta el último momento para ser atendido», explica el peluquero, que siempre ha destacado por su profesionalidad y su dominio del corte del pelo de caballero a navaja.

«Manuel es de los peluqueros que no quedan. Nunca he visto en otro peluquero ese dominio del corte de caballero a navaja, con tal pulcritud, exactitud y detalle con cada cliente», asegura Rosa Cueto, peluquera que ha integrado el equipo de este salón desde hace 19 años. Los sentimientos ayer estaban «encontrados», añadía. «Por un lado nos alegramos de que Manuel gane tiempo de ocio, pero nos invade la pena de no volver a entrar por esa puerta. Siempre hemos trabajado en un entorno distendido y alegre. Aquí hemos pasado más tiempo que con nuestras respectivas familias».