
Ver fotos
Torrelavega retoma el pulso al día a día
Hosteleros y pequeños comerciantes afrontan el regreso a la normalidad como una oportunidad para la recuperación, pero con incertidumbre
No son ni las diez de la mañana, y Ana y Carlos toman asiento en una de las terrazas de la plaza Baldomero Iglesias, que a medida que avanza la mañana presenta un aspecto sorprendente con clientela mirando de reojo por si alguna mesa queda libre. «Da gusto ver así la plaza y más con este día que hace», destaca esta vecina de la calle Conde Torreanaz que confiesa «es la mejor señal de que recuperamos la normalidad después de dos meses encerrados». A su lado, Ernesto pide un par de cafés. «Esto ya es otra cosa, se ve más ambiente en la calle y la hostelería es clave», sentencia.
Si la pasada semana ya se notó cierto repunte de la actividad con la entrada en la fase uno, pero con una tímida reapertura tanto de la hostelería como de las tiendas de ropa y calzado, desde el fin de semana la ciudad parece recobrar su pulso y se vuelve a vivir en la calle.
Andrea Ventisca, de Centro Hogar, reconoce que «se nota cada vez más gente en la calle y comprando». «Vendemos muchas cosas para la casa, menaje de cocina, mucha papelería, decoración y mucho de limpieza, y hasta flores, pero sobre todo artículos de todo tipo para el hogar. Bueno y también pasatiempos», explica. En cuanto a las medidas de seguridad, dice que «la clientela viene con la lección aprendida, con mascarilla, algunos con guantes y te preguntan desde fuera si pueden pasar antes de entrar».
«La gente tenía muchas ganas de salir y se nota en las terrazas, están todas llenas», comenta un hostelero
Pero la alegría va por barrios, o mejor dicho por sectores. Juan Blanco, de Confiterías Blanco, lamenta que las cajas que están haciendo «son de la época de las pesetas». «El primer día que abrimos se vendió algo, el segundo también, yo creo que por la novedad de volver pero a partir del tercero esto ha caído en picado, la gente sale pero tiene miedo a comprar, y hay muchos que todavía están en casa», agrega.
En el sector textil tampoco las tienen todas consigo aunque hay opiniones diversas. Cris, que regenta la tienda de moda Pajarita, relata que desde el primer día «ha funcionado bastante bien, aunque ha podido ayudar que en redes sociales me he movido bastante y las clientes te preguntaban. Hay que intentar que no se olviden de ti, aunque la puerta estuviera cerrada la tienda ha funcionado on line». Sobre la posibilidad de adelantar las rebajas, se muestra firme: «En julio, esa es la previsión».


En la Tienda de María, Verónica no es tan optimista y cree que «si no cambia mucho la tendencia va a ser un año muy complicado». «Tenemos todo el género que nos llegó justo antes del cierre, toda la ropa de temporada de comuniones, un desembolso ya hecho que ahora a este ritmo es imposible recuperar», señala. Además, lamenta que las marcas comerciales «no nos están ayudando, no hay forma de devolver mercancía, ellos ya lo han cobrado y el problema lo tenemos ahora aquí en la tienda. Tampoco el Ayuntamiento o el Gobierno parece que estén por la labor de ayudar al pequeño comerciante, al de la ciudad, porque hasta los geles, las mascarillas y los guantes los hemos tenido que pagar de nuestro bolsillo».
También han abierto en los últimos días, con todas las medidas sanitarias, las terrazas de bares y cafeterías ubicadas en la plaza Baldomero Iglesias, cuyos hosteleros se han mostrado cautos y esperan que les compense tener abierto el local con menos mesas para guardar la distancia de seguridad. Por todas las terrazas han colocado geles y carteles que recomiendan mantener esos dos metros de una mesa a otra.
El Nuevo Cinturón, en la 'plaza roja' volvió a abrir ya la pasada semana tras dos meses cerrado. En su terraza, sobre las doce del mediodía, numerosos clientes ocupaban todas mesas. «Estamos trabajando mejor de lo que pensábamos, aunque hay que tener en cuenta que dispones de menos mesas y la barra está cerrada, pero lo importante es volver a trabajar y veremos si luego salen los números», comenta. En la Plaza Mayor, la dueña de la zapatería se queja de la poca afluencia de público. «No sé como lo vamos a hacer», decía. Este lunes levantó la persiana una pequeña tienda que vende ropa para los más pequeños. La dependienta reconoce que nada más abrir ha recibido a gente, mientras desplegaba sobre el mostrador un par de vestidos de niña. «La gente tiene ganas de comprar, veremos lo que dura», sentencia.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.