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ASER FALAGÁN
Martes, 1 de abril 2014, 02:18
José Luis Boto ya no es el presidente de la Federación Española de Bolos. La propia FEB oficializó ayer a través de una circular interna y de su web la dimisión del longevo mandatario asturiano, bajo cuyo mandato la institución ha visto desgajarse tres territoriales y las dos modalidades más practicadas.
La quiebra técnica de la Federación, que puede verse obligada a entrar en proceso concursal, ha sido el detonante último para que un presidente contra las cuerdas se haya decidido a dejar un cargo en el que permanecía enrocado desde hace años. Tras conocerse que el Consejo Superior de Deportes había ordenado el reintegro de las subvenciones de 2007 y 2008 por no estar debidamente justificadas, Boto optó por la huida hacia adelante. Pero la decisión del CSD de congelar la de 2014 hasta que se abonaran las cantidades adeudadas ha estrangulado la tesorería de un organismo que cuenta con apenas mil euros en sus cuentas y una previsión de ingresos virtualmente nula.
Hace dos semanas el asturiano se desplazó a Madrid en un intento desesperado por ser recibido en el CSD. Lo que se había anunciado con una reunión era en realidad una visita unilateral, y ni el secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, ni ningún responsable del Consejo le recibieron.
Se desencadenó así lo que a lo largo de estos días se ha convertido en un secreto a voces. Boto presentó en la junta directiva de aquel mismo 21 de marzo su dimisión irrevocable con efecto el día 31 (ayer). Así lo anuncia la propia FEB en su comunicado de ayer, que deja en mal lugar a su propio presidente, que negó reiteradamente aquel día haber haberse planteado siquiera su renuncia. Sin embargo, esta había quedado ya firmada, aunque sin validez (y en esto se parapetaba el aún presidente) hasta el 31 de marzo.
Nueva época
Con su dimisión el asturiano confía en que sea más sencillo buscar un entendimiento entre la FEB y el CSD y, sobre todo, retirarse de un puesto que en el futuro solo podría provocarle problemas. La Federación quedará en manos de una junta gestora integrada por tres miembros de la directiva y tres de la comisión de seguimiento, pero sin más atribuciones que la imprescindible gestión diaria y la convocatoria de elecciones.
Este último factor resulta determinante, puesto que la renuncia de Boto no ha venido acompañada por la del resto de su equipo corresponsable de la situación actual en su condición de órgano de Gobierno de una FEB en quiebra.
Sin recursos
La Federación debe reintegrar más de 200.000 euros correspondientes a las subvenciones de 2007 y 2008. La auditoría de los ejercicios posteriores no ha trascendido, por lo que tampoco se puede descartar completamente que este montante se incremente, agravando la ya de por sí crítica situación financiera. Además, el organismo adeuda aproximadamente 200.000 euros más por otros conceptos y cerca de 50.000 tras haber sido condenada a costas al perder un largo contencioso.
En total, cerca de medio millón de euros de pasivo que según otras estimaciones podría incluso duplicarse, de modo que a menos que se llegue a un entendimiento con el CSD la Federación parece condenada al concurso de acreedores, la intervención judicial y del Consejo y a vender su patrimonio para equilibrar en lo posible sus cuentas.
Aun en este caso la Federación, que cuenta en estos momentos con dos empleados en nómina, quedaría en una difícil situación, obligada a cumplir un espartano plan de viabilidad. Al menos mientras no recupere los ingresos procedentes del bolo palma y del bowling, partidas de la que la gestión de Boto la ha dejado huérfana.
Obligada a devolver cantidades ya gastadas, sin ingresos por subvenciones y tampoco por competición, la agónica situación de la FEB, que la impide incluso organizar competiciones, ha obligado a dimitir a un ya expresidente que se escuda en un solo argumento: la persecución política que considera existe contra él.
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