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El cineasta, en una imagen de 1958.

El Hitchcock más británico

'El enemigo de las rubias', 'La muchacha de Londres' o 'Posada Jamaica' le sirvieron al cineasta para configurar, antes de su salto a Hollywood, las claves de una obra que le valió el título de 'mago del suspense'

Boquerini .

Jueves, 31 de marzo 2016, 15:37

Con el estreno del excelente documental 'Hitchcock/Truffaut', Alfred Hitchcock vuelve a primer plano de la actualidad, si es que en algún momento dejó de estarlo. Conocido como 'el mago del suspense', Hitchcock es recordado sobre todo por sus películas en Hollywood, enormemente populares entre los espectadores, pero sobre todo en sus inicios en América con muchas reticencias críticas. Cabe recordar que nunca ganó un Oscar. Sin embargo en su etapa inicial en Gran Bretaña en las décadas de los años 20 y 30 sí fue un director de prestigio. El primer cineasta cuyo nombre iba en los créditos junto a los actores (ya en Hollywood por delante de ellos) y el primer británico en rodar una película sonora.

La infancia de Hitchcock (1899-1980) estuvo marcada por acontecimientos que marcarían sus temores y obsesiones que reflejan sus películas. La figura de su padre intervino de una forma muy especial en la formación del carácter y la personalidad del muchacho. Cuando tenía cinco años, su padre lo mandó a la comisaría de policía con una carta. El comisario la leyó y lo encerró en una celda durante algunos minutos diciéndole: "Esto es lo que se hace con los niños malos". Nunca comprendió la razón de esta broma siniestra, porque su padre lo llamó su "ovejita sin mancha", pero el joven Hitchcock tuvo una infancia disciplinada, aunque algo excéntrica y solitaria, escudriñando siempre desde su rincón, con los ojos muy abiertos, todo lo que pasaba a su alrededor. Otra cosa que le marcó profundamente fue su educación en un colegio de jesuitas: "Durante mi estancia con los jesuitas el miedo se fortaleció en mí. Miedo moral a ser asociado a todo lo que está mal", recordaba Hitchock en su diálogo con Truffaut, acentuando su pánico a los castigos corporales tan utilizados en el colegio. El miedo a la policía estuvo presente desde sus primeros filmes. Sus protagonistas siempre huían de los agentes de la ley aunque fuesen inocentes, siempre eran temerosos a ser asociados con el mal.

Tras sus inicios como confeccionador de rótulos, ayudante de dirección y montador, Hitchcock debutó como director en 1925 con la coproducción germano-británica 'El jardín de la alegría', película de las postrimerías del cine mudo en la que ya hace gala de otra de las características de su cine: la variedad de localizaciones. Los interiores en decorados construidos en Múnich y los exteriores por Suiza e Italia: el lago Como, Génova, San Remo La película mezcla elementos aventureros, costumbristas, pasionales y poéticos sobre una corista de vida frívola que descubre a su recién estrenado marido en brazos de otra. Aunque la trama resulta muy artificiosa, Hitchcock la salva con una realización rigurosa que recibe excelentes críticas: "Un joven con cerebro de maestro" calificaba a Hitch el crítico del London Daily Express. El éxito de público le acompaña por lo que el director ve cómo le hacen un contrato para dirigir otras cuatro películas.

En 1926 dirige 'El águila de la montaña', de la que no se conservan copias: "Era una mala película. La desaparición del negativo y de todas las copias es una de las cosas más satisfactorias que me ha ocurrido en mi carrera", recordaba Hitchcock. Pero con su siguiente filme, 'El enemigo de las rubias' (The lodger, 1926) se consagra como director. Era la historia de un criminal en la que el director potencia un clima de inquietud y de horror desarrollando por primera vez su técnica de la ansiedad. También aparece el tema del falso culpable, otra de sus constantes de sus películas. Hitchcock la dirige con 27 años y en ella demuestra ya su maestría narrativa y en la creación de atmósferas.

En 1927 Hitchock rueda tres películas, 'Downhill', 'Easy Virtue' y 'El ring'. La primera, que fue un fracaso (Hitchcock la rodó en plena luna de miel con su colaboradora Alma Reville), no contiene intriga alguna, pero aparece de nuevo un falso culpable. 'Easy Virtue' fue otro fracaso. Basada en una comedia de Noël Coward, contiene una escena muy famosa: una pareja discutiendo por teléfono conociendo sus palabras por las expresiones de una telefonista que desde la centralita escucha la conversación. 'El ring' presenta a dos boxeadores enamorados de la misma mujer, una película llena de hallazgos visuales que devolvió a Hitchcock, que aquí firmaba su primer argumento original, al podio de los éxitos. En 1928 Hitch rueda otras dos películas, 'The Farmer's Wife' y 'Champagne'. Una comedia esta última con un gag antológico: el de un borracho a bordo de un barco que se tambalea cuando el barco no se mueve pero que andaba derecho cuando el buque cabeceaba y todo el pasaje apenas se mantenía en pie. Las dos últimas películas mudas de Hitchcock, ambas de 1929, son 'Harmony Heaven', que anticipaba el cine musical, y 'The Manxman', una que no tuvo éxito porque el cine sonoro se imponía en todo el mundo.

Las películas sonoras

También de 1929 es 'La muchacha de Londres' (Blackmail), la primera película sonora de Hitchcock y la primera rodada con sonido en el Reino Unido. Realmente iba a ser muda, salvo el último rollo, pero el director, viendo el camino que tomaba el cine, la rodó de forma que, con solo añadirle unas breves escenas, se convertía en sonora. El filme, la historia de una chica que mata al hombre que la había intentado violar, contiene una famosa persecución por el Museo Británico. Los primeros filmes totalmente sonoros de Hitchcock ('Juno and the Paycock', 1930), 'Murder' (1930) y 'The skin game' (1931), se caracterizan por encontrar un estilo narrativo propio, para lo cual Hitch descubrió nuevas posibilidades expresivas en el montaje, en los movimientos de cámara y en el empleo de la luz.

1932 es el año de 'Lo mejor es lo malo conocido' y 'El número 17', un thriller muy divertido sobre una ladrona que se enamora de un detective de la policía que la persigue en un tren sin frenos. Un año después dirige la adaptación de un famoso musical, 'Valses de Viena', sobre Johann Strauss, y una de sus películas más famosas, 'El hombre que sabía demasiado', del que el propio Hitch haría un remake en 1956. El director utiliza ya el sonido en todo su esplendor en el desenlace en el Albert Hall, cuando la protagonista grita en el momento en que en una determinada nota de un címbalo se va a matar a un embajador. La película fue elegida como el filme del año en Inglaterra, dio la vuelta al mundo y otorgó a Hitchcock una gran fama en Estados Unidos.

A estas alturas Hitchcock ya es un director de primer orden y puede elegir sus proyectos: '39 escalones' (1935), con una mítica persecución en la que una joven y un falso culpable se pasan tres días esposados el uno al otro; 'Agente secreto' (1936), por primera vez con un villano elegante, distinguido y seductor, y 'Sabotaje' (1936), con una bomba que estalla en un autobús, que nada tiene que ver con la película que Hitch rodó en Hollywood de igual título castellano, todos ellos filmes ya clásicos en los que la trama y la intriga logran crear una tensión psicológica como nunca se había visto en el cine, y en los que la fuerza expresiva de las imágenes mezcla con genial sabiduría la acción y los apuntes psicológicos de los personajes. Todo ello se rodea a menudo de un trasfondo metafísico-existencial en el que se concibe el amor de un modo romántico y redentor, y en el que la delimitación entre el bien y el mal y la conciencia de pecado no están exentas de cierta fascinación divertida por los malvados.

Las últimas películas británicas de Hitchcock son 'Inocencia y juventud' (1937), 'Alarma en el expreso' (1938) y 'Posada Jamaica' (1939), que produjo Charles Laughton, del que Hitch aborreció toda su vida. En aquel año el director recibió la llamada de David O'Selznick para trabajar en Hollywood. Hitchock volvería a rodar a Inglaterra en 1972 con 'Frenesí', su penúltima película, que se iniciaba con un humor macabro en el que durante un mitin sobre la contaminación del Támesis aparece un cadáver flotando en el río.

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