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Foto: Sane
CANTABRIA

El carril reversible de la A-8, suspendido hasta encontrar una solución viable

Cantabria mantiene su rechazo a la aletrnativa viaria, diseñada en su día para aligerar el tráfico entre Liendo y Ugaldebieta

TEODORO SAN JOSÉ

Lunes, 31 de octubre 2011, 13:04

Cuando no había carril reversible, un viaje entre Ugaldebieta (Muskiz) y Liendo podía llegar a durar más de dos horas si se emprendía en determinadas fechas y horas. Ahora, si se pone en funcionamiento el carril reversible resulta que en sentido contrario el desplazamiento entre Laredo y Bilbao también puede llevarnos dos horas largas. Y es que la iniciativa que trazaron el Departamento vasco de Interior, a través de su dirección de Tráfico, junto a la Delegación del Gobierno en Cantabria y la Jefatura de Tráfico ciertamente solucionaba un problema, pero hacía brotar otro enfrente.

Para este puente festivo del la festividad de Todos los Santos estaba previsto inicialmente que el carril reversible entrara de nuevo en servicio. No ha sido así. Las autoridades competentes han optado por no aplicar la medida a la espera de buscar una solución definitiva. Una paralización que ha sido acogida con satisfacción por el Gobierno de Cantabria que sigue reclamando su participación activa en el proceso.

Desatascar el tapón que suponen esos 30 kilómetros en la A-8 y, sobre todo, terminar con los suplicios de conductores y viajeros por las caravanas fue una larga aspiración de los automovilistas vascos. La de aquellos miles de vecinos que se desplazan cada fin de semana, en puentes o vacaciones hacia la zona oriental de Cantabria donde tienen su segunda residencia o suelen disfrutar de sus vacaciones y se convertían en involuntarios eslabones de una cadena de atascos kilométricos sin posibilidad de desengancharse. Y con parecido panorama para el regreso.

Por fin, el pasado 8 de abril con una prueba piloto, y de forma regular, a partir del día 15 de ese mes, la Guardia Civil y la Ertzaintza se coordinaron para activar el operativo especial con el que se abría un tercer carril adicional. De este modo acababa la tortura para los conductores vascos que veían hacia Cantabria, pero empezaba el tormento para aquellos que desde Cantabria se dirigían hacia el País Vasco.

De modo que el carril reversible acarreaba tantos problemas como los que solucionaba. «Nuestra posición en este tema es de firmeza y colaboración», explicaba el viernes Eduardo Arasti, consejero de Industria, tras mostrarse satisfecho por la postura del departamento vasco de Interior de suspender temporalmente la instalación del carril reversible durante este puente. Arasti no solo se muestra contrario al establecimiento del tercer carril como está concebido en la actualidad, sino que reiteraba su deseo de que «las decisiones que afecten a Cantabria deben tener en cuenta a Cantabria».

«Ya se verá cómo tiene que ser la solución, pero Cantabria tiene que tener opinión en esa mesa y han de contar con nosotros», sentenciaba el consejero. Las futuras medidas en la A-8, dice, tienen que estar supeditadas al estudio e informe técnico que el Ejecutivo regional entregó hace diez días al delegado del Gobierno en Cantabria.«El carril reversible no resuelve el problema, solo perjudica a los cántabros. Y si no soluciona, no vale», sentencia Arasti. Se agarra el consejero a una de las consideraciones del informe que realizó el Grupo de Investigación de Sistemas de Transporte (GIST) de la Universidad de Cantabria, que señala que gran parte de la congestión que padece la A-8 son provocados «no solo por la elevada intensidad de tráfico, sino por la reducida capacidad de los accesos... y este es un problema que el carril reversible no soluciona».

Claro que aún más diáfano parece la primera conclusión de dicho informe: «No es viable dejar una sección de la autovía en un solo carril». Quedó claro tal que un día como el 20 de agosto. Aquel sábado veraniego, como el viernes anterior, día 12, los conductores que viajaban en sentido Bilbao tardaron más de una hora de Laredo a Castro y otra hora más en hacer los 14 kilómetros restantes hasta Santurce ya que su calzada se redujo a un único carril. Para más inri, su calvario se convirtió en ira al presenciar cómo en sentido Cantabria la circulación por los dos carriles era tan fluida que hacía innecesario el reversible, por el que apenas vieron coches a lo largo de esos 30 kilómetros.

Un apunte más. Si el carril reversible se estableciera hacia Vizcaya, como la solución desemboca en la Variante Sur Metropolitana obligaría a introducirse en esa 'Supersur' y pagar los 55 céntimos que cuesta el peaje.

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