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Jake Gyllenhaal en 'Redención'.
Golpes de cine

Golpes de cine

El estreno de 'Redención', de Antoine Fuqua, refleja una vez más que el boxeo es una inagotable fuente de inspiración para el séptimo arte

Borja Crespo

Jueves, 23 de marzo 2017, 19:51

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El boxeo es una inagotable fuente de inspiración para el séptimo arte. Las historias sobre superación personal ponen los dientes largos a los jerifaltes de Hollywood y aledaños. La competitividad, la entrega, el auge y caída, las mieles del éxito y sus miserias, el vía crucis, la victoria frente a la derrota, el sacrificio, la inseguridad y los fantasmas del presente y el pasado son algunos temas latentes en todo relato en torno a un polémico deporte que resulta de lo más cinematográfico. Basada en un hecho real, 'El día más feliz en la vida de Olli Mäki' se llevó el premio a la mejor película (Un Certain Regard) en el festival de Cannes. Estrenada el pasado febrero en nuestra cartelera, es un ejemplo reciente de lo antepuesto. Cuenta las vicisitudes de Olli Mäki, aspirante al título de campeón del mundo de peso pluma en el verano de 1962. Estuvo a punto de tocar el cielo al enfrentarse al campeón mundial Davey Moore. En Helsinki le aseguraban un futuro más que prometedor, pero ningún camino es fácil, como bien retrata también 'Redención', un filme programado con retraso, disponible en la cartelera este fin de semana, que Antoine Fuqua filmó antes que el inane remake de 'Los siete magníficos', justo después de la recomendable 'The Equalizer (El protector)'. Billy 'El Grande' Hope, un boxeador campeón del mundo, es el centro de un proyecto que protagoniza Jake Gyllenhaal, en la piel de un deportista que alcanza la gloria para después caer. Lejos de rendirse, pelea por su dignidad y su familia, un tema que nos suena de algo. El ocaso comienza cuando le abandona su representante y amigo de siempre, Curtis '50 Cent' Jackson en la pantalla. Tras tocar fondo ve la luz en las instalaciones de un pequeño gimnasio que regenta un bombero retirado, ahora entrenador de boxeo amateur, cuyo rol desempeña Forest Whitaker, un esquema habitual en este tipo de propuestas.

Son muchos los títulos en esta línea, o de perdedores buscándose la vida con el boxeo como telón de fondo. Con 'Creed. La leyenda de Rocky' (2015), Sylvester Stallone estuvo nominado a los Oscar como mejor actor de reparto, premio que se llevó en los Globos de Oro. Dirigida por Ryan Coogler, el archiconocido héroe de acción defendía de nuevo uno de sus papeles más célebres, el de Rocky Balboa, rey de la función en seis entregas de una mítica saga de la que mucho se ha escrito (y goza de una entrañable parodia made in Spain, 'Yo hice a Roque III'). El filme presenta a un joven inquieto que no llegó a conocer a su padre, el mismísimo Apollo Creed, campeón del mundo que murió sobre el ring antes de que el protagonista naciera. Con el virus del boxeo en la sangre, decide viajar a Filadelfia, donde se celebró el legendario combate entre su progenitor y Rocky Balboa, al que pide que sea su entrenador. Rocky colgó los guantes para siempre, pero la insistencia del muchacho, al que interpreta Michael B. Jordan ('4 Fantásticos'), hace que se lo piense. Ve fuerza en él, como su ancestro, el que fuera su mejor amigo. Finalmente el grandullón acepta el reto y su discípulo logra en poco tiempo poder luchar por el título.

 

"Boxear, seguramente como la mayoría de deportes, está al 80% en tu cabeza", comentaba Stallone a propósito de 'Creed'. "Puedes ser derrotado antes de salir del vestuario. Por eso un buen entrenador tiene que ser un psicoanalista, es lo que corresponde. Es una ocupación bastante excepcional". El tema da juego en una tendencia cinematográfica que cuenta con obras maestras como la obvia 'Toro salvaje' (1980), con Robert De Niro en la piel de Jake La Motta bajo la dirección del maestro Martin Scorsese. El ring deviene el lugar ideal donde exorcizar demonios internos. La sombra del fracaso acechando a un antihéroe inseguro que se expresa a través de la violencia en un drama en blanco y negro, puro realismo sucio. Nuevamente presente la redención, el amor y el odio. Terreno abonado para las películas biográficas, leyendas que lo han dado todo en el cuadrilátero como Cassius Clay, después Muhammad Ali, funcionan muy bien en pantalla grande, tanto en la ficción como en el género documental. En 'El gran combate de Muhammad Ali' (2013) el mismísimo Stephen Frears se puso detrás de la cámara para inmortalizar la batalla legal que llevó a Ali hasta el Tribunal Supremo de Estados Unidos tras rechazar servir en el ejército norteamericano en la Guerra de Vietnam, apelando a sus convicciones religiosas. En 'Yo, el mejor' (1977) el propio boxeador hacía de sí mismo. 'Cuando éramos reyes' (1996) se llevó un Oscar describiendo los preparativos del combate contra Foreman en 1974. Son muchos los filmes con la huella del campeón de los pesos pesados nacido en los suburbios, incluyendo un biopic de Michael Mann con Will Smith encabezando el reparto, un reto tan correcto como poco ambicioso.

La lacrimógena 'Campeón' (1979), de Franco Zeffirelli, acaparó la taquilla con una historia familiar de un boxeador alcoholizado en busca de perdón (Jon Voight), remake por debajo de la original 'El campeón' (1931), de King Vidor, que presentaba a un padre en franca decadencia que buscaba recuperar la confianza de su hijo retomando su otrora brillante carrera pugilística. Clásicos de peso como 'Más dura será la caída' (1956), con Humphey Bogart, cine negro en el marco de las peleas a guantazo limpio, o 'El ídolo de barro' (1949), con el insigne Kirk Douglas, figuran en una amplia lista susceptible de ser acotada con lo más destacable de los últimos tiempos a nivel comercial, léase lanzamientos como la oscarizada 'Million Dollar Baby' (2004), de Clint Eastwood, aplaudida a rabiar; 'The Boxer' (1997), o cómo Jim Sheridan fusiona el boxeo y el terrorismo del Ira con Daniel Day-Lewis; 'Cinderella Man' (2005), la unión de Russell Crowe y Ron Howard en otra historia de sacrificio para todos los públicos; 'El luchador' (2008), la mejor película de Darren Aronofsky, con un Mickey Rourke sublime llevando las riendas de la historia de su vida trasladada metafóricamente al cuadrilátero (recordémosle en 'Homeboy'); o 'The Fighter' (2010), genial duelo interpretativo entre Christian Bale y Mark Wahlberg, dos hermanos muy diferentes a los que une el deporte, con drogas de por medio.

El boxeo a puño desnudo, los combates callejeros, la mafia o las peleas ilegales abren una vía con más ejemplos de cine contra las cuerdas. Por tomar un ejemplo con nota alta, ahí está la hipnótica 'Sólo Dios perdona' (2013), superior a 'Drive', también de Nicolas Winding Refn con Ryan Gosling, aquí un fugitivo de la justicia americana refugiado en Bangkok, donde lleva un club de boxeo, en realidad un negocio de narcotráfico encubierto. Su hermano es asesinado y la madre sensacional Kristin Scott Thomas- presiona a su vástago proscrito para que vengue la muerte de su hijo. Las muestras de sudor sobre el ring en el medio audiovisual no cesan.

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