Casa Cirana, alta cocina para un estreno reciente
Los madrileños Alba y Diego, con un bagaje internacional, recalan en Santander con estilo un propio
Apenas el restaurante lleva tres semanas abierto, pero por sus formas y planteamientos culinarios, Casa Cirana no ha pasado desapercibido para quienes tenían información de ... sus responsables o para quienes están atentos a las novedades que abren con un estilo propio y argumentos sólidos en los platos.
El 9 de julio inició su andadura en la calle Bonifaz de Santander este proyecto de una pareja de madrileños que, tras acumular experiencia en Londres, Madrid, México o Menorca, las circunstancias de la vida han querido que sea Santander la plaza donde hagan realidad su sueño, conjunto, «para disfrutar con el trabajo».
Ellos son el cocinero Diego García y la jefa de sala Alba Fernández. Ambos coincidieron en Londres con el chef torrelaveguense Fernando Montejo (una estrella Michelin en Barrafina), quien nos ha proporcionado interesantes referencias de ambos. Y, a pesar del poco tiempo de rodaje, parecía obligado acelerar la visita para compartir las buenas impresiones que destila la cocina de Diego y un local donde Alba hace agradable al cliente la experiencia.
En Casa Cirana el cliente encuentra alta cocina a un precio muy razonable. El chef la define como 'cocina de temporada' en la que se perciben bases tradicionales, recetas reconocidas, pero enriquecidas con mezclas fruto de una experiencia internacional y de la herencia de una fusión conocida e interpretada con gusto. Y siempre con frescura, elaboraciones al día, sin envasados al vacío, para dar un servicio ajustado en cantidad de comensales y reposado, sin prisas.
Un local acorde
La carta en el arranque está ajustada a la capacidad de una cocina donde solo oficia Diego y a una sala donde Alba se ocupa de todo; no obstante, hay suficiente diversidad de platos y la renovación periódica de las especialidades permite repetir sin caer en la rutina.
El análisis de los platos permite advertir el cuidado por el detalle, el punto y la presentación, sin duda, un legado del paso de ambos por la alta restauración internacional. Para abrir boca hay propuestas como la gilda, la banderilla o las aceitunas gordales aliñadas.
El aperitivo de la casa en esta ocasión fue morcilla con un chutney de pimiento de piquillo sobre pan de cristal. Al tiempo, llega el pan, de hogaza, acompañado de una mantequilla de Cantabria.
La degustación propiamente dicha de algunos de los platos que más aceptación están teniendo en las dos primeras semanas con una ostra de Arcade (Pontevedra) con un jugo de pepino y chile, así como con un crujiente de manzana verde. Exquisito bocado que da paso a la sardina curada en alga de coco con la que se reduce el exceso de sabor y se contrasta el punto salino. Luego se acompaña con aguacate en mousse con un punto de lima, aguacate planchado y encurtido de rabanito.
Sabroso el lomo de tudanca, curado en salmuera durante 24 horas, cortado como un carpaccio y aliñado con aceite de anchoa, pepinillo, alcaparra y cebolleta.
Gran acogida ha tenido el talo de bonito adobado con una crema agria de eneldo y maíz salteado sobre tortilla de maíz y manteca; y no menos interesante es el plato de chipirones presentados sobre una cebolla pochada con comino y mostaza y adornados con unos puntos de salsa de mango fresco con especias.
Cerró el menú salado una bullabesa de merluza de pincho y almeja fina, con salsa, exquisita.
Los postres, panacotta y de chocolate, en la misma buena línea.
En definitiva, aire fresco para una calle muy gastronómica.
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