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Hugo Lebaniegos

"Me hubiera gustado anunciar la inauguración del Centro Botín"

Después de 23 años en Onda Cero, Hugo Lebaniegos acaba de jubilarse por un problema de visión que le persigue desde que nació

Leticia Mena

Sábado, 5 de marzo 2016, 08:10

Se jubila a los cincuenta años porque su vista no da más de sí. Durante los últimos 23 años se ha dejado la voz en Onda Cero pero cree que ha llegado el momento de decir adiós a sus oyentes. Lo hace por honestidad al medio y a sí mismo. Lo cuenta con nostalgia pero con fuerza, porque sabe que el 80% de discapacidad que tiene en la vista nunca le ha hecho quedarse atrás y, aunque en determinados momentos haya recurrido a la picardía, sabe que con la intuición se puede llegar lejos. Hasta el punto de que durante los últimos 13 años ha levantado a media región haciendo el autocontrol de sus programas sin poder casi leer lo que ponía en la mesa de realización de la radio. Pero nunca, jamás, la distrofia de conos que padece le ha hecho sentirse menos que nadie.

Se despide de los micrófonos un 29 de febrero, un día de por sí especial.

Es el día de las enfermedades raras y por eso decidí hacerlo este lunes. El problema que tengo de visión es tan raro que los médicos dicen que en el mundo solo debemos tenerlo dos de mis hermanos y yo. La distrofia de conos no es degenerativa pero con el paso del tiempo mi vista empeora, y ya se hace cuesta arriba.

¿Hasta qué punto?

Hasta tener que hacer los guiones con una Arial del cuerpo 28. (Explica riéndose).

Se lo toma con humor, ¡qué maravilla!

A la fuerza obligan, pero lo cierto es que nunca me he sentido menos que nadie. Es verdad que hay cosas que no puedo hacer, como conducir, pero tengo otras muchas capacidades que he desarrollado precisamente por la necesidad, y el sentido del humor es una de ellas.

¿Cómo llegó a la radio?

Fue un sueño que se ha cumplido a límites que jamás imaginé. Cuando era pequeño mi hermana se fue un tiempo a vivir fuera y en vez de escribirle cartas, le grababa cintas de casete contándole cosas, entrevistando a gente Cuando trabajaba en la fábrica, un compañero me lió para hacer un programa en Radio Foramontanos y ahí empezó todo.

¿Trabajaba en una fábrica?

Sí. Era carpintero. La fábrica estaba pared con pared con mi casa. Pero mi trabajo estaba limitado con la visión. Date cuenta que para mí los milímetros no existen, no los veo. ¡A mí dame centímetros!

¿Cómo recuerda sus primeros programas?

Eran de heavy metal, así que imagínate. Tenía el pelo largo y me encantaba. Luego empecé con la radio fórmula y ahí surgió la oportunidad de irme a Radio Estudio 88 en Torrelavega. Ahí di un paso decisivo con la consiguiente preocupación de mi madre diciéndome "hijo, dónde vas a estar mejor que en la fábrica". Ya sabes, cosas de madres

Y ahora su madre estará muy orgullosa de usted

Ya lo creo. El día que di el pregón en mi pueblo, en Cabezón (año 2014), mis padres no cabían en sí de gozo. Yo hasta entonces siempre había sido en el pueblo el hijo de Lebaniegos. Mi padre era camionero y tenía un tráiler muy grande con el apellido rotulado, así que yo era uno de los hijos de Tinín Lebaniegos. El día del pregón, mi padre estaba muy orgulloso porque le decían que era el padre de Hugo, y la ilusión que le hacía no hay dinero que lo pague.

¿Qué tiene Cabezón de la Sal que de allí sale tanta gente conocida? Juanjo Cobo, Nacho Vigalondo, usted

Algo debe tener En la radio, tres somos de allí. Javi Barbero es de Vernejo; María Gómez de Virgen de la Peña, yo Es lo que nosotros llamamos el 'fenómeno Foramontanos', y es que esa radio es toda una oportunidad.

¿Y ahora que se jubila quién quiere ser?

Quiero volver a ser el hijo de Tinín, aunque nunca he dejado de serlo, pero quiero dedicarme a mi familia, a mis amigos y a mí mismo.

Imagino que también le apetecerá tener un horario normal después de tanto madrugar.

Llevo levantándome a las cinco de la mañana desde hace trece años. Y hoy, que era el primer día de 'vida normal', me he despertado a las cinco y diez.

¿Y qué ha hecho?

Me imaginaba lo que estaría haciendo Javi Barbero (mi sucesor), cómo estaría preparando el programa.

Sus compañeros le han hecho llegar estos días muchas muestras de cariño a través de las redes sociales.

Me ha sorprendido mucho. No tengo Twitter pero cuando me han leído lo que ponían ha sido muy emocionante. Nunca pensé que tanta gente me quisiera.

Será que se lo habrá ganado

Siempre he intentado ayudar a todo el que he podido con mi trabajo. Para mí las entrevistas más importantes no han sido a gente grande sino a gente pequeña, a gente que tiene problemas y necesitaba ayuda.

Pero habrá entrevistado a mucha gente 'grande'.

He tenido que hacerlo pero a mí la política no me gusta. Es un circo. Los políticos convocan ruedas de prensa y ahí vamos todos los medios como las gallinas a comer pienso. Hay que ir pero no me gusta.

¿Algún momento especial en todos estos años?

Uy Hay tantos Quizá cuando me he salido de lo políticamente correcto y entrevisté a Revilla con un colaborador que siempre le imita o cuando vino el anterior obispo de Santander al estudio y le leímos su carta astral. Siempre con respeto, pero siempre con humor.

¿Alguna vez le han dado un toque sus jefes por cosas así?

Nunca. Mi jefa, Concha Pita, siempre me ha dado carta blanca. Ha sido una maravilla trabajar con ella. Y con Victoria Portilla, para mí todo un 'icono' comercial. Los dos nos hemos hecho a nosotros mismos y a veces nos reímos y nos preguntamos cómo hemos llegado juntos hasta aquí.

¿Qué titular le hubiera gustado dar?

(piensa). ¡Por fin se inaugura el Centro Botín! Ahora, como ya soy jubilado, iré a ver cómo avanzan las obras.

¿Con esos horarios cómo ha conseguido conciliar el trabajo con la vida personal?

No tengo hijos ni pareja, así que ha sido facil. Soy tan maniático del orden que nadie me aguanta (se ríe). Pero es verdad que soy muy, muy ordenado. El desorden me altera. No lo soporto.

Entonces será metódico hasta para el desayuno.

Ya lo creo. Todas las mañanas a las cinco y diez me he tomado un zumo caliente de limón y luego un diente de ajo crudo. Sabe fatal pero me ha venido muy bien. Después nunca puede faltar mi zumo de naranja, zanahoria y tomate. Y después del boletín de las 8,30 horas, ya me tomo mi tostada y mi café. Siempre igual.

Si volviera a nacer qué cambiaría.

Nada. Volvería a ser Hugo Lebaniegos, con mi distrofia de conos incluída. He sido y soy muy afortunado. Ahora me toca vivir.

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