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Daniel Martínez
Domingo, 9 de abril 2017, 08:14
La legislación no dejar lugar a la duda. "El que encontrare una cosa mueble, debe restituirla a su anterior poseedor". Con este lenguaje arcaico, el Código Civil deja claro en su artículo 615 que cualquiera que encuentre un objeto en la calle está obligado a devolverlo. Esa es la teoría, la práctica va por otro camino. Hasta los propios responsables de hacer cumplir las leyes reconocen que lo que tiene que imperar es el sentido común. Porque resulta "absurdo" encontrarse una moneda de un euro e informar a las autoridades para que localice a su propietario. Sobre todo, porque sería imposible. "Hay una parte que tiene que ver con la moral de la persona, pero otra con las características del objeto encontrado y su contexto, porque quedarse con él puede llegar a considerarse un delito en algunos casos", explica Alejandro García, jefe de la Policía Local de Torrelavega. O si no que se lo digan a los trabajadores del vertedero de Meruelo, que están siendo investigados por vender las joyas extraviadas y encontrados entre la basura. O a los que han cogido del cajero automático los billetes olvidados por el anterior cliente y después han visto como la justicia les echaba mano.
Son ellos, los agentes locales, los encargados de guardar los objetos perdidos. Los que encuentran por la calle los policías durante las patrullas, los que llevan a la comisaría los ciudadanos o los que remiten comerciantes, hosteleros o taxistas, uno de los gremios habituados a hacer de guardarropa. "El 90% son objetos pequeños como gafas, carteras o llaves que no siempre se reclaman", apunta. Los elementos exóticos son la gran excepción. Cuando pueden identificar a su propietario, contactan con él. De lo contrario, espera en los almacenes hasta que sea reclamado. A lo largo de dos años, quien quiere tiene tiempo de sobra para recuperarlo.
Las carteras suelen aparecer. Casi siempre sin dinero, pero con las tarjetas y la documentación. El mal menor En Torrelavega, cuando más llegan a la Policía Local son los jueves: día de mercado. Y si hace bueno, las cifras se multiplican. En el caso de las llaves, casi siempre se destruyen en el punto limpio al pasar los 24 meses que marca la ley. "Quien las encuentra en la calle las suele traer, pero no en el momento, igual a los dos o tres días. Para entonces el propietario ya ha cambiado la cerradura".
También ropa. Chaquetas, abrigos, bufandas Y el que encuentra un tesoro puede recibir su recompensa. "Cuando pasa el tiempo estipulado, si no aparece el dueño, tiene derecho a quedárselo. Hace poco pasó con una cazadora de las caras que encontró una mujer en el banco de un parque", recuerda Gracia. Y luego está el capítulo de las rarezas. La aparición de un traje de neopreno, por ejemplo. La experiencia de la Policía Local dice que este tipo de objetos poco comunes suelen ser reclamados con resultado positivo.
En el caso del neopreno, apareció en un autobús que venía de Suances. El transporte colectivo es otro de los puntos peligrosos para los despistados. Llegas al destino y con las prisas te olvidas de la mochila o el abrigo. Un clásico. Menos normal es dejarte la dentadura postiza. El pasado año encontraron una en los autocares de Santander. En las diferentes líneas que comunican la capital se perdieron en 2016 un total de 409 objetos. Más de uno cada día. "Muchos móviles, que es lo que más rápido reclaman, bolsas de ropa, carteras aquí es más común que se devuelvan intactas, o paraguas cuando llueve", detalla José Ramón Fernández, responsable de la empresa que gestiona el servicio.
Los pasajeros se lo entregan al conductor antes de dejar el autobús y en otras ocasiones es el propio chófer el que al final del trayecto, si va bien de tiempo, echa un vistazo. Todo se deposita durante tres días en el local que tiene el Transporte Urbano de Santander (TUS) en San Fernando y si nadie lo reclama se lleva a la Policía Local. "Ahí ya nos olvidamos", apunta Fernández, quien explica que cuando viene alguien a reclamar un objeto le piden "mil detalles". El color, el tamaño, la forma Sobre todo cuando es algo de valor suculento para mucha gente.
Ese problema no lo tienen en los hoteles. "Como sabemos quién y cuándo ha estado es fácil identificar al dueño". Lo dice Francisco Agudo, responsable del Santemar. Allí también se producen pérdidas u olvidos. "Menos de lo que podría imaginarse, porque cada vez valoramos más las cosas y tenemos más cuidado, pero ocurre", explica. Los responsables de preparar las habitaciones normalmente se topan con cosas de poco valor. Sobre todo ropa interior o elementos de baño como botes de champú o de gel. En ocasiones se olvidan por las prisas y otras se dejan de forma consciente. En los últimos años, también es muy común hallar cargadores de aparatos electrónicos. Ahora ocupan el puesto número de uno del ránking.
Sí que se reclaman las gafas, las carteras, llaves de coches, los propios teléfonos... El procedimiento es sencillo. "La gobernanta lo custodia y en la recepción hay un registro con lo encontrado", detalla. Saben de sobra a quién pertenece, pero para preservar la privacidad, nunca se ponen en contacto con el cliente. Hay muchas circunstancias para que la persona que se ha alojado en el hotel quiera ocultarlo a su entorno. Se espera a que sea él quien llame y así nadie mete la pata... Porque "hay muchos motivos por los que el cliente igual no quiere que en su casa se enteren de que ha estado allí". Todos los establecimientos hoteleros funcionan del mismo modo.
Envío a domicilio
Eso sí, cuando el cliente quiere recuperar su pertenencias, se involucran. "Nos pasó hace dos semanas. La hija de una familia que estaba pasando unos días en Santander se dejó un muñeco. No tiene ningún valor ecnómico, pero sí sentimental, así que se lo mandamos por paquetería", recuerda Agudo. También ha pasado con dinero en metálico. El pasado verano, un grupo de americanos se dejó 1.500 euros en la caja fuerte, que ni siquiera cerraron. Aparecieron, como casi todo lo extraviado en el hotel, algo para estar "muy orgulloso" de los empleados. Habían hecho parada en Zaragoza antes de regresar a su país y lo recuperaron sin problema.
También colaboran con la causa los encargados de la limpieza varia, aunque menos de lo que cabría esperar por las horas que pasan en la calle. "No tenemos muchas incidencias de este tipo, y las que hay suelen ser de objetos de poca importancia. Hay que tener en cuenta que cuando vamos a limpiar ya ha pasado por allí mucha gente al cabo del día", detalla Ibán Vélez, responsable de la empresa que trabaja en Castro Urdiales.
Como allí, la orden que tiene el empleado de cualquier municipio es contactar con la Policía Local. La de Castro, la de Santander, la de Torrelavega La que corresponda. Pero es difícil controlarlo, así que depende en gran medida de la ética de la persona que lo encuentra. Por un lado la teoría, y por otro la práctica.
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