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Abiertos, pero distanciados

Los negocios de menos de 400 metros cuadrados abrieron de forma mayoritaria, aunque con una imagen muy distinta a la de antes del confinamiento por las medidas de seguridad

Álvaro Machín

Santander

Martes, 12 de mayo 2020, 07:15

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Para medir si el comercio minorista respondió o no a la posibilidad de abrir este lunes sirva un ejemplo concreto. Calle Juan de Herrera, de Santander. A media mañana. Punto tradicional de compras en la capital. De todos los locales que hay en esta zona, 31 estaban atendiendo a sus clientes y otros trece permanecían cerrados. Y esa parte, la de las persianas bajadas, tiene truco, porque unos cuantos corresponden a negocios –sobre todo, grandes franquicias– con locales de más de 400 metros cuadrados (que no estaban autorizados a abrir).

O sea, que sí. Que el comercio tenía ganas de abrir y abrió –entre un 85 y un 90%, según las asociaciones empresariales–. Entre carteles de aforo limitado, dependientes tras una mampara y esas pegatinas de color amarillo y negro que recuerdan a las de los avisos de riesgo de radiación cuando a uno le toca hacerse radiografías. «Mantenga la distancia de seguridad».

¿Las ventas? Pues desde largas colas en una mercería o movimiento en una tienda de electrodomésticos –se vendió todo aquello que se ha echado de menos en casa estos días o todo lo que se ha roto– a un movimiento más discreto en comercios de moda o joyerías, por ejemplo.

Lera electrodomésticos

«Lo que más, artículos que se les han estropeado en casa»

Ana Mendiguchía cobra a una clienta en Lera mientras otros esperan en la puerta. Fotografías: Alberto Aja

Cuenta Ana Mendiguchía, de Electrodomésticos Lera (en la santanderina calle Rualasal), que, aunque trates de mantener la distancia, «a veces es inevitable» que el cliente se acerque. «Es algo instintivo». Ellos, los que atienden, hacen todo lo posible. «Espere un momento fuera, por favor», explicaban ayer mientras contaban para que el número de personas en el interior del local fuera siempre el que debe de ser. Fuera, en el escaparate, estaba el cartel con el aforo máximo y el aviso de turno preferente «para los mayores de 65 años» durante un par de horas. «Tenemos los geles desinfectantes para la gente que quiera dárselo al marcharse de la tienda y también, para limpiar, tenemos además una máquina que ponemos por la noche y hace una limpieza general o las mascarillas, los guantes...». Esta es la forma de comprar en fase uno.

El día para este negocio empezó bien. Con trajín, con cola, que, sumada a la del cercano Botón de Oro (la mercería de Lealtad), le daba un aire a la calle muy distinto al de los días pasados. «¿Aquí venderán ollas?», preguntaba una señora a un compañero de fila. «Estamos contentos –valoraba Mendiguchía a las doce y media–. Va mejor de lo que esperábamos en un principio y a ver cómo evoluciona la situación ahora».

Lo más demandado: cafeteras, batidoras, aspiradores, tostadoras... «Artículos que se les han podido estropear en estos días de estar en casa y que necesitan urgentemente». O cosas que han podido echar en falta durante el largo confinamiento. Que si al ponerse a limpiar, que si al meterse en la cocina... «Y eso –explicaba Mendiguchía justo después de vender una cafetera– que hemos tenido la opción de, por teléfono, hacer una asistencia a domicilio llevando el producto para estas situaciones, pero han optado por reponerlo ahora».

YVT Moda Vicente trueba

«Los que han venido, por ahora, no han usado el probador»

Imagen. Vicente Trueba se pone gel desinfectante de la mesita que ha puesto en la entrada de su tienda de moda.

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Imagen. Vicente Trueba se pone gel desinfectante de la mesita que ha puesto en la entrada de su tienda de moda.

Vicente Trueba llevaba desde el miércoles pasado atendiendo con cita previa. «Lunes y martes estuve esterilizando y buscando lo necesario para tomar medidas por seguridad de los clientes y mías». Eso cambió ayer, día de apertura «con lo que mandan y lo que nos permiten». «Empiezo con un horario más reducido. En jornada completa porque mis compañeros están en ERTE. Abriendo y a ver qué pasa. Contento y con expectativas. He tenido varias llamadas, he dado varias citas de novios para esta semana. Poco a poco y, entre todos, a ayudarnos». Lo contaba mientras repasaba las prendas de las estanterías con una máquina. «Aparte de la mesa de entrada con geles, guantes o mascarillas para el que no la traiga, tengo una máquina vaporizadora en la que llevo diluido un líquido desinfectante. Con la propia temperatura del vapor y el líquido extermina totalmente todo tipo de residuo». No es la única que piensa utilizar estos días. «Estoy pendiente de una de ozono, que, aunque aún no está muy claro su efecto concreto, sí es una buena medida. Está pedida, pero de momento no ha llegado porque están saturados». Convencido de la necesidad de «transmitir tranquilidad», tiene previsto todos los pasos: «En los probadores paso la máquina de vapor. Solamente estoy utilizando uno. Y, además, paso también un vaporizador con el mismo líquido y el suelo, con jabón y lejía... Y lo dejo un rato». Las prendas probadas guardan, además, un periodo de 'cuarentena' en una parte de la tienda. Sin embargo, Trueba explica que «tampoco la afluencia está siendo masiva por ahora y los que han venido a comprar, de momento, no han usado el probador». «En la ropa de ceremonia –aclara– sí que tendrán que probar, claro». En este caso, «dispondrán de una hora o una hora y media y con todas las medidas de seguridad».

Joyería Muñiz

«Teníamos ganas de arrancar e incertidumbre»

Ricardo Ezcurdia y Loli Hoz, tras la mampara.

La joyería Muñiz, frente al Ayuntamiento de Santander, es uno de esos negocios que permite entender cómo han tenido que adaptarse los comerciantes a la nueva situación. En un local elegante y pequeño, han cambiado la distribución de la tienda para atender ahora en un único mostrador, al fondo y protegido desde ayer por una mampara. Un cliente dentro y otro, fuera. «Hemos abierto esta mañana un poco más tarde de lo habitual porque hemos estado ultimando detalles que faltaban, pero ya tenemos todo. Todas las medidas de seguridad e higiene tanto para nosotros como para nuestros clientes», comentaba Ricardo Ezcurdia. Desde primera hora estaba en el interior del local. Organizándose antes de subir la persiana.

¿Y después? «Por ahora, una mañana tranquila. La verdad es que hemos tenido muchas llamadas telefónicas de gente estos días. Composturas de relojes y cosas así, pero clientes a comprar, por ahora, poco. Sólo consultas». Arreglos, de entrada. Sí que tiene algunas citas concertadas en estos días para mirar relojes. Ezcurdia es consciente de las complicaciones. Porque al cliente que vaya a mirar un reloj sabe que debe dedicarle tiempo. Y eso, con el espacio limitado, le obligará a organizarse. Las cosas de ahora. Pero ya tocaba. «Estábamos un poco ansiosos. Con ganas de arrancar y de ver a nuestros clientes. Y también con incertidumbre por ver cómo viene esta temporada después de lo que hemos vivido».

Bazar Canarias

«Estamos teniendo bastante jaleo»

Paloma de las Heras atiende a una clienta.

Los que ayer por la mañana cruzaban por el paso de cebra de Calvo Sotelo se confundían con los que hacían cola para entrar en el Bazar Canarias (y también con el estanco que hay justo al lado). Un goteo casi permanente de clientes y preguntas que parecen de otro tiempo, de otra época en cuanto a las costumbres: «¿Quién da la vez? ¿Está para el bazar? ¿Es usted el último?». «Estoy sin reloj como hace un mes. Se me quedó sin pila y, claro, como estaba cerrado...». Eso comentaba una mujer adorable en la fila. Ya mayor –bastante mayor, de hecho–, con su mascarilla y apoyándose para andar en una muleta. Diez minutos después ya tenía la hora en la muñeca.

«Estamos teniendo bastante jaleo, gracias a Dios. La gente llevaba tanto tiempo sin comprar que parece que está un poco ansiosa. Estamos muy contentos, la verdad», comentaba desde la puerta Ernesto de las Heras tras dejar de atender un instante. A su espalda, un cartel de 'Máximo dos personas en el interior' bien visible para los que aguardaban turno.

«Mamparas en cada mostrador, las señales de mantener la distancia de seguridad, geles para limpiarse... Hemos puesto todo tipo de protecciones para evitar cualquier problema. La gente entra de una en una y espera en la calle. Se está portando todo el mundo fenomenal. La gente está cumpliendo correctamente», explicaba.

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