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El biólogo cántabro Iván Márquez da una medidina a un mono capuchino en el Amazonas. CIWY
Serie 'Talento con pasaporte cántabro'

El biólogo cántabro que salva monos capuchinos en el Amazonas

Iván Márquez forma parte de un centro de recuperación de animales de la ONG Comunidad Inti Wara Yassi ubicado en la selva, en pleno centro de Bolivia

Ana del Castillo

Santander

Domingo, 7 de enero 2024

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Es muy difícil concretar qué porcentaje de estudiantes universitarios de Biología consiguen un puesto de trabajo en el área de conservación, ni siquiera la inteligencia artificial es capaz de aportar el dato, pero Iván Márquez (Santander, 1992) recuerda que un profesor de la carrera -«al que tengo gran admiración», señala- les dijo un día que de todos sus alumnos sólo uno se podría dedicar de manera profesional a esas labores. «La frase, dura pero cierta, resonó en mi cabeza, pero siempre con el pensamiento de que sería yo». Gracias a esa confianza en sí mismo, hoy está en plena selva del Amazonas, a su paso por Bolivia, trabajando en un centro de rescate de animales con la ONG Comunidad Inti Wara Yassi (CIWY), que significa sol, luna y estrellas en quechua, aimara y guaraní, tres de las 36 lenguas oficiales del país. Márquez se dedica al cuidado de monos capuchinos, aunque no exclusivamente, porque el organismo cuenta con pumas, jaguares, ocelotes, aves, coaties y otras especies.

Además de biólogo, Márquez es aficionado a la fotografía. Iván Márquez

Un europeo que nunca haya salido de su país difícilmente puede ponerse en la piel de Iván. En un esfuerzo por empatizar con el protagonista de esta historia puede intentarlo, pero quedará lejos de la realidad. Las comodidades, la seguridad y el desarrollo de los países de occidente poco o nada tienen que ver con el entorno en el que vive este cántabro, en una zona en vías de desarrollo, con peligro incluso al beber agua potable, con parásitos intestinales y enfermedades como la fiebre amarilla y con un largo etcétera de riesgos. «El trabajo aquí es muy enriquecedor, pero duro. Las condiciones de vida son difíciles, mucho calor, mucha humedad, mosquitos...». Incluso llegar hasta el punto en el que se encuentra fue complicado. Al menos la primera vez, en 2021, en plena pandemia de coronavirus, cuando estuvo seis meses como voluntario en la organización. Bloqueos, asaltos, pinchazos de ruedas, fugas y cansancio físico y mental hasta llegar a Villa Tunari. Pero eso quedó atrás, ahora Iván es uno más en el parque Jacj Cuisi de CIWY, en el departamento de La Paz.

«El trabajo aquí es muy enriquecedor, pero duro. Las condiciones de vida son difíciles, mucho calor, mucha humedad, mosquitos...»

La división en la que trabaja tiene varias funciones, desde supervisar las áreas o dietas de los animales a la búsqueda de información sobre las especies que llegan al centro. «El trabajo con animales salvajes siempre conlleva un riesgo que hemos de asumir. Puede haber accidentes, generalmente causados por un fallo humano, en el sistema o en el manejo. Este riesgo es algo mayor cuando trabajas con animales en libertad, pues no se dispone de una barrera entre los individuos y la persona, por lo que, para trabajar con ciertos grupos, se ha de contar con experiencia y preparación previa», señala Márquez desde su oficina, la propia selva, lo que hace que esté en contacto con otras plantas y especies potencialmente peligrosas, como víboras, arañas o depredadores. «Se tiene que trabajar muy atento, conocer bien los caminos que utilizamos diariamente. Un gran consejo es 'no pongas tu mano en ningún sitio sin mirar primero'. No hemos tenido grandes problemas que pongan en riesgo la salud, como mucho, alguna picadura de hormiga bala (Paraponera clavata), con el honor de ser la 'mordedura' de himenóptero más dolorosa del mundo, que yo mismo probé», explica el biólogo.

Pero Iván no se queja de todos esos riesgos. Los asume porque forman parte de su trabajo. El problema es otro. Por eso se puso en contacto con este periódico, para llamar la atención sobre ello: los incendios provocados. «Es preocupante, no sólo para mi trabajo con fauna silvestre, la calidad del aire es mala y eso repercute en la salud, en la pérdida de ecosistemas...», señala.

Iván toma medidas morfométricas durante una revisión veterinaria de un ejemplar de mono capuchino. CIWY

Con los fuegos muchos animales son reubicados y otros mueren o resultan heridos. Además, los incendios están quemando áreas de poblaciones indígenas, «son personas que están perdiendo todo lo que tienen y solo pueden ver cómo sus casas y su vida arde ante la pasividad global. Es importante que este problema se conozca, para que cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, sepa que esto también le está afectando a él, a su calidad de vida y a la biodiversidad que, al fin y al cabo, es patrimonio de todos». Organizaciones como la suya, gracias al apoyo presencial o económico de los voluntarios, ayudan a paliar los efectos de estos incendios.

Imágenes de los incendios que asolan la zona en la que trabaja Iván. ONG CIWY
Imagen principal - Imágenes de los incendios que asolan la zona en la que trabaja Iván.
Imagen secundaria 1 - Imágenes de los incendios que asolan la zona en la que trabaja Iván.
Imagen secundaria 2 - Imágenes de los incendios que asolan la zona en la que trabaja Iván.

Pero detrás del humo está Iván, una de esas personas afortunadas que trabaja cumpliendo un sueño. Solo hay algo que le queda pendiente, otro sueño, pero que pervive en él desde la infancia: «De pequeño siempre me imaginé trabajando en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno».

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