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La última estatua ecuestre: el 18 de diciembre de 2008, el Ayuntamiento de Santander retiró la última estatua ecuestre que quedaba de Francisco Franco en la península. J. M. SERRANO
20-N

Cantabria: 50 años en libertad

Testigos del nacimiento de la democracia | Cinco cántabros de distinto credo político hacen balance de los cincuenta años transcurridos desde la muerte de Francisco Franco. Todos coinciden en que la Constitución necesita cambios que corrijan sus imperfecciones

Domingo, 16 de noviembre 2025, 07:42

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La muerte de Franco en noviembre de 1975 no supuso el cambio inmediato del régimen político en España, que todavía habría de esperar siete años para refrendar su transformación con la celebración de las elecciones generales de 1982. Pero sí el final simbólico de cuarenta años de dictadura y el inicio de un largo proceso institucional que, gracias a una transición modélica, culminó en la democracia plena que disfruta hoy el país como monarquía parlamentaria y que el jueves cumplirá 50 años repartidos iguales en dos siglos. Nadie, sea cual sea su ideología, cuestiona ya a estas alturas lo que su llegada ha significado para el progreso de la nación española. Como nadie, sea cual sea su credo, niega que el pilar sobre el que se asienta, la Constitución Española de 1978, es susceptible de reformas que purifiquen sus imperfecciones.

Secretario provincial de UCD, la Unión de Centro Democrático abanderada por Adolfo Suárez, diputado nacional con este partido y miembro de la Asamblea Provisional que redactó el Estatuto de Autonomía de Cantabria, el exdelegado del Gobierno, Alberto Cuartas (Santander, 1945) tenía 30 años cuando Arias Navarro anunció la muerte de Francisco Franco.

«Recuerdo haber vivido aquellos días con la lógica preocupación, por todo lo que entrañaba, pero a la vez con una cierta tranquilidad, porque ya para entonces se había creado en España una clase media muy numerosa que era la que daba estabilidad al país y que estaba perfectamente preparada para dar ese paso hacia la libertad».

«Nos hemos integrado al modelo democrático, lo entendemos y lo practicamos con naturalidad»

Alberto Cuartas

Exdelegado del Gobierno

Para él, la llegada de la democracia supuso, primero que nada, «salir de nuestro aislamiento», un enorme avance para un país que vivía a espaldas de Europa. «Y, luego, descubrir que se puede convivir con ideas diferentes, que no por no coincidir en ellas tenemos que pegarnos y ya no digo matarnos».

A su juicio, en estos 50 años, «los españoles nos hemos integrado plenamente al modelo democrático, lo entendemos y lo practicamos con normalidad». Otra cosa distinta es que ese modelo del que habla sea el ideal. Él particularmente cree que no. «Habría que revisar la ley electoral, porque no puede ser que siete diputados independentistas gobiernen el país desde el extranjero», protesta el exdelegado. «Pero bueno, eso no significa que nuestro modelo haya fracasado, eso solo significa que necesita algunos cambios».

La huella de Franco en Cantabria.

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La huella de Franco en Cantabria.

«Claro que hay cosas que cambiar en la Constitución, pero ¿quién consensúa nada ahora?»

Miguel Ángel Revilla

Expresidente de Cantabria

Dos años más, 32, tenía el expresidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla (Polaciones, 1943) aquel 20 de noviembre.

«Ese día cambió mi vida», dice. «Porque apenas un mes después, el 22 de diciembre de ese año, siendo director del Banco Atlántico de Torrelavega y profesor de Economía Aplicada en la Facultad de Derecho, la Cámara de Comercio de Torrelavega me invitó a participar en una mesa redonda titulada 'A donde va a España' en la que yo lancé la idea de reivindicar el nombre de Cantabria y crear un estatuto de autonomía». Fue tal la repercusión que esa declaración suya tuvo, asegura él, que, animado por su entorno, por sus más íntimos colaboradores, «acabé abortando mi proyecto de vida en el banco y en la facultad para adentrarme en la política» primero a través de Adic y después a través del PRC.

Alfonso Osorio recibió la Medalla de Oro de Cantabria en 2011. DM

Alfonso Osorio, un santanderino clave en la Transición

Si en la Transición española hubo un cántabro relevante ese fue, sin ninguna duda, el santanderino Alfonso Osorio, ministro de la Presidencia en el Gobierno de Arias Navarro (1975-1977), vicepresidente segundo en el Gobierno de Adolfo Suárez (1976-1977) y uno de los hombres que más contribuyeron con el país a cruzar de un régimen a otro serenamente. Acreedor como fue de una de las más largas –y muy probablemente desconocidas– trayectorias políticas de la historia española del siglo XX, Osorio, que también fue diputado y senador en las Cortes, se definía a sí mismo como un monárquico de convicción, un democratacristiano de formación y un liberal de talante, tres principios, estos, que rigieron su vida pública, primero desde las filas reformistas en tiempos de la dictadura, y posteriormente desde aquello que vino a conocerse como la derecha civilizada.

Hoy, cincuenta años después, «no cabe sino decir que todo lo que la democracia nos ha traído ha sido positivo. Todo», recalca. «No es comparable aquella España con esta que tenemos ahora, que sí, que estará muy crispada, pero eso no es culpa de la democracia sino del talante político», piensa el expresidente cántabro, que no ve a los políticos de ahora a la misma altura moral a la que se elevaron los que él conoció, «los Peces Barba, Tierno Galván, Julio Anguita, Santiago Carrillo, Manuel Fraga y, por supuesto, Adolfo Suárez».

Como Cuartas, también él piensa que «hay cosas que cambiar» en el grueso de la Carta Magna pero «¿quién consensúa ahora nada?», se pregunta.

«A veces parece que hayamos avanzado poco, pero vistos con perspectiva, esos avances han sido vertiginosos»

Juan González Bedoya

Exsenador por Cantabria

Igual de crítico con los políticos actuales, incluso con los que representan a su propio partido, al socialista Juan González Bedoya (Vega de Liébana, 1945), que fue senador por Cantabria, diputado autonómico y presidente y portavoz del Grupo Socialista en el Parlamento de Cantabria, la muerte del general Franco le cogió con 30 años de edad y dirigiendo la Hoja del Lunes, periódico desde el que vivió los acontecimientos con inquietud «porque sentíamos que lo viejo no acababa de morir y lo nuevo no acababa de nacer».

Además de la libertad plena, «la libertad social, política, sindical, religiosa...», la llegada de la democracia vino acompañada «por un proceso de modernización impresionante» que comenzó «con los primeros pasos dados por España en su camino hacia la integración en la Comunidad Económica Europea (CEE)» y que, según Bedoya, supuso un verdadero cambio en el país. «Es verdad que a veces pareciera que hayamos avanzado poco o incluso que nos hayamos detenido, como por ejemplo ahora, pero visto con la perspectiva del tiempo creo que los avances han sido vertiginosos».

«Antes un joven se compraba una casa; ahora aspira a una habitación de un piso. ¿Eso es avanzar?»

Manuel Rodríguez-Parets

Fundación Francisco Franco

En los extremos

Más alejados del centro político, el hogar en el que coinciden Cuartas, Revilla y Bedoya, residen Manuel Rodríguez-Parets, delegado provincial de la Fundación Nacional Francisco Franco y exmilitante de Fuerza Nueva, y José López Coterillo, primer secretario general de CC OO en Cantabria y militante del Partido Comunista de España.

«Franquista» de convicción, 'Chato' Rodríguez-Parets (Santander, 1957) solo tenía 18 años el día en que murió el caudillo. Se enteró de su fallecimiento escuchando la radio al amanecer «y por la mañana me fui a rezar a los Redentoristas».

«Sinceramente, creo que esta es una democracia que no se ha desarrollado como debiera haberse desarrollado»

José López Coterillo

Exsecretario general de CC OO

Para él, estos 50 años de democracia han sido «una ruina». El país no solo «no ha avanzado todo lo que tenía que avanzar» sino que, en algunos aspectos, incluso ha retrocedido. «Antes, la gente se compraba una casa; ahora un joven solo se puede comprar la habitación de un piso. «¿Eso es avanzar?», se pregunta. «Y si nos da por mirar al exterior, no somos nadie en el mundo», añade el hombre, que encuentra en el actual modelo democrático «muchas deficiencias que habría que corregir».

Y «comunista» de libro y de carné, José López Coterillo (Santander, 1937) tenía 38 cuando Franco expiró, noticia de la que él también se enteró por la radio, aunque en su caso escuchando un pequeño transistor que había conseguido introducir en su celda en la prisión de Pontevedra, donde estaba encarcelado por el régimen franquista.

«Sinceramente, creo que esta es una democracia que no se ha desarrollado como debiera haberse desarrollado partiendo de una Constitución que era, y es, lo suficientemente ambigua como para que gobernaciones posteriores hubieran permitido un desarrollo que no nos sometiera hoy a los espectáculos a los que estamos sometidos, porque aquí, permítame que lo diga claramente, ni Dios sabe quien gobierna», resume López Coterillo.

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