Las cifras de la Iglesia en Cantabria, 213 sacerdotes para 615 parroquias
La falta de relevo para los religiosos de la Diócesis santanderina exige cada vez una mayor implicación de los fieles para mantener su actividad
Según el Anuario Pontificio (en su edición de 2021), la Diócesis de Santander cuenta con 553.413 fieles bautizados: éste es el primer dato necesario para traducir a números la situación de la Iglesia en la región. El territorio de Cantabria, hay que puntualizar, coincide de forma casi exacta con el de la Diócesis santanderina, con la excepción de que no incluye Valle de Villaverde, que pertenece a la de Bilbao, y sí en cambio el burgalés Valle de Mena.
La Iglesia cántabra no es ajena al problema generalizado de falta de vocaciones que dificulta su labor evangelizadora, y también se resiente de lo que el padre Antonio Arribas, delegado de Medios de Comunicación Social en la Diócesis y miembro del equipo de la parroquia de Castro Urdiales, califica de «crisis de compromiso». La Diócesis de Santander cuenta con 526 religiosos y religiosas, un número que incluye a sus 213 sacerdotes. De éstos, más de la mitad, 113, están jubilados, una situación derivada de la falta de nuevas ordenaciones, que dificulta el relevo y la tarea de atender sus 615 parroquias.
Arribas recuerda que el pasado domingo se ordenó un nuevo sacerdote, el nicaragüense Eliar Blandón, de 28 años, y que hay otros cinco seminaristas. «No es un trabajo de red, como antiguamente: ahora se 'pesca' con anzuelo... o con arpón», bromea. «Es algo mucho más personalizado, como tiene que ser. Podemos decir que en la Diócesis ni nos sobra ni nos falta: tenemos el número que Dios quiere».
«Es verdad que la cifra va mermando, y que no damos abasto para todo: las mismas responsabilidades tienen menos cabezas sobre las que recaer. Eso puede parecer algo malo y que dé la impresión de que se atiende peor a las personas, pero es también una situación que despierta en la gente su vocación de servicio. Y eso es algo que hay que poner en valor, que la gente, al ver la necesidad, intente hacer lo posible. Al ver que hay tantos sacerdotes mayores, hay personas que colaboran de diversas formas, se ofrecen a llevarles en coche...
La gente entiende que la Iglesia no es sólo cosa de sacerdotes, sino que todos debemos poner lo que podamos. Llama la atención, como algo positivo, la actitud de la gente joven, de la que siempre decimos que está desvinculada: pues la verdad es que hay gente joven muy dispuesta a participar y dar su voz, su tiempo y su quehacer a la Iglesia. Es cierto que la realidad de la Iglesia es compleja, pero no está en coma: sigue funcionando y sigue interpelando a personas para dar su tiempo, su dinero y su vida».
Cierre de conventos
La escasez de vocaciones afecta por igual a hombres y a mujeres. «Las religiosas tienen la misma problemática, también hay falta de vocaciones y por eso cierran los conventos», admite. Tras la marcha de las últimas carmelitas de su convento de Maliaño, son once los monasterios –sólo uno masculino, el de Cóbreces– que siguen abiertos. En Liérganes, la comunidad de monjas cistercienses del Monasterio de Nuestra Señora del Río y San José ha dejado de residir allí de forma permanente, al trasladarse a otro convento de León, aunque sigue manteniendo actividad.
«Se viven horas bajas para el compromiso; todo lo que signifique mantener una actividad durante un tiempo indeterminado parece que a la mentalidad de hoy le agobia. Eso hace que ese tipo de propuestas 'para siempre' se vean como desubicadas, y eso es algo que sucede tanto para el sacerdocio como para la vida consagrada, e incluso para los matrimonios».
Aunque no pueda compararse con las cifras de antaño, lo cierto es que los enlaces matrimoniales 'por la Iglesia' se han incrementado en los últimos años: si en 2020 se celebraron 133 y en 2021 fueron 265, para 2023 ya habían crecido hasta los 350. «El tema del matrimonio ha podido estar vinculado a dos factores. Uno es que durante la pandemia se dejaron de celebrar. Hubo mucha gente que aplazó sine die la boda, y seguro que también hubo quien tenía el horror de verse en las fotos de ese día tan señalado con mascarilla, que no podrían ni reconocerse. Junto a eso, la inmigración también puede haber influido en ese aumento del número de matrimonios, porque aquí no solo vienen musulmanes, también llegan católicos que se van estableciendo y van celebrando los sacramentos».
Actividad evangelizadora
71 misioneros
615 parroquias
11 monasterios
Sorprendentemente, también ha aumentado el número de bautizos (1.740 en 2023), aunque los nacimientos sean menos, algo que podría explicarse también por el fenómeno de la inmigración. Caen, en cambio, confirmaciones y primeras comuniones.
La labor social y caritativa de la Iglesia también se puede traducir a números; el principal, el de las 16.172 personas atendidas por ellas en la Diócesis, a través de más de 80 centros. «La asistencia social no es sólo Cáritas, aunque esto suponga el mayor grueso de lo que se gasta –más de 3,5 millones–. Hay otros ámbitos en los que se desarrolla esa asistencia, desde acompañamiento a personas drogodependientes hasta la atención a los internos en el penal de El Dueso», explica el padre Antonio Arribas, quien apunta además que el gasto para ayudar a personas necesitadas ha ido en aumento con el paso de los años. «Ha aumentado la necesidad de ayuda para pagar alquileres, de gente que no llega por el aumento de los precios de la compra y la inflación. Aquí, tratamos de colaborar con la Administración para ver cómo atender conjuntamente».
Educación
37 centros católicos
18.290 alumnos
1.594 es el personal docente
Si se habla de cifras también hay que hacerlo de dinero, empezando por los 2,4 millones que se dedican a la retribución el clero. Pero, ¿cuánto gana un sacerdote? «Un sacerdote percibe el salario mínimo; los religiosos de monasterios de la Diócesis no cobran nada salvo que tengan una actividad designada por el obispo».
El total de gastos suma 13,2 millones de euros, con la conservación de edificios y gastos de funcionamiento como principal capítulo de inversiones, con 7,1 millones. Las acciones pastorales y asistenciales suponen un gasto de 2,4 millones, y la retribución el personal seglar, 1,1.
«La gente entiende que la Iglesia no es sólo cosa de sacerdotes, sino que todos debemos poner lo que podamos»
Antonio Arribas
Sacerdote
Los ingresos de la Diócesis de Santander ascendieron en 2023 a 13,7 millones de euros, un dato que, como los demás, aparece en el boletín 'Nuestra Iglesia', publicado en noviembre del año pasado, coincidiendo con la celebración del Día de la Iglesia Diocesana.
Dinero de los fieles
Por epígrafes, la mayor inyección de dinero a la Diócesis de Santander llega a través de las aportaciones de los fieles, 4,7 millones de euros; de éstos, 3,2 proceden de las colectas parroquiales. «Las colectas en la iglesias suben en verano, con todos los turistas que vienen y gente que está como más implicada: algunos vienen de otros lugares donde puede que hayan tenido que levantar una iglesia, y son más conscientes del esfuerzo que supone. Hay gente que sabe lo que cuestan las cosas; es un gasto que si no se va en la luz, el agua y el mantenimiento de los edificios se va a la asistencia caritativa. El dinero que llega a las parroquias se dedica a llevar a cabo el culto, celebrar la misa y las funciones litúrgicas, y la otra parte se destina a ayuda para los necesitados».
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