Cine para acompañar los atardeceres
Las sesiones al aire libre, un clásico del verano cántabro
El Sol se pone en el horizonte de la costa santanderina al son de 'Gallo negro, gallo rojo', de Sicho Sánchez Ferlosio. Son las nueve y media de la noche y decenas de personas se acomodan en las sillas dispuestas en fila frente a la pantalla instalada en las paredes exteriores del Centro Botín. ¿El motivo? El comienzo oficial de sus sesiones del cine de verano. Es un plan perfecto para relajarse con amigos, disfrutar del clima norteño o ponerse al día con alguna película. En este caso,'El 47', dirigida por Marcel Barrena y ganadora del Goya 2025 a Mejor Película (exaequo con 'La infiltrada', de Arantxa Echevarría). Hoy es esta, pero puede ser cualquier otra. Las plazas o los paseos de media Cantabria se convierten en salas durante el verano. Atardeceres de película.
«No la pudimos ver por un cúmulo de circunstancias. Y eso que somos muy cinéfilas, así que nos quedó pendiente», comentan las santanderinas Marga y Conchi, que se han arreglado para la ocasión y aguardan entre risas el comienzo del largometraje. «Nos encanta la iniciativa. Venimos desde que empezó a hacerse hace unos años. Somos habituales», afirman con orgullo. En primera fila y con los últimos rayos de sol reflejándose en sus ojos, confiesan que les fascina Eduard Fernández, protagonista del filme. No dudan que les gustará la película, para la que tienen altas expectativas, y, en adelante, prometen «venir siempre que el tiempo lo permita».
«Lo único que me echa un poco para atrás es el ambiente. Mucha gente no respeta el silencio y eso entorpece un poco la experiencia. Pero bueno, qué se le va a hacer. Al final es lo que tiene el cine de verano. Como es en la calle, todos compartimos espacio. De todas formas no lo cambiaría por nada», afirma Marga.
El evento atrae gente de todas las edades. Por ejemplo, unos estudiantes de cine que, entre mantas, bromas y sándwiches, aguardan el coloquio de presentación conducido por el cineasta cántabro Nacho Solana. El líder del grupo, Diego Aramburu-Zabala, de Santander, defiende la importancia del cine de verano en Cantabria. «Me parece increíble que se proporcionen espacios para ver películas gratis y que no se limiten a proyectar únicamente las películas más comerciales o taquilleras. Es muy importante dar visibilidad al cine de autor e independiente y crear conversaciones en torno a largometrajes con mensajes que trascienden el paso del tiempo». Elizabeth Castañón y Aitana Navarrete, de México, asienten sonrientes. «Sentarnos aquí en la hierba todos juntos con comida a disfrutar de la cinta es un plan de película en sí mismo».
Numerosas localidades organizan ciclos durante los meses de julio y agosto
Antes de comenzar 'El 47', Solana se dirige presencialmente al público del auditorio del Centro Botín y telemáticamente a los curiosos esparcidos por las sillas y gradas del anfiteatro exterior. Su discurso sobre la importancia del cine de verano en Cantabria, la estrecha relación entre el séptimo arte y la realidad, así como el metraje del día en cuestión, levanta miradas y genera, por fin, un silencio adornado por la brisa veraniega y el piar de los pájaros. Los asistentes escuchan con interés y, una vez finalizado el coloquio, la pantalla exterior del Botín se prepara para inaugurar su programa audiovisual con el filme de Marcel Barrena.
Un ciclo por toda Cantabria
La iniciativa no solo tendrá lugar en Santander, donde el Centro Botín proyectará películas simultáneamente en el interior de sus instalaciones (acceso con entrada) y al aire libre todos los martes a las 21.50 horas hasta el 26 de agosto. También se podrá disfrutar de la experiencia cinéfila en otros sitios como, por ejemplo, Santa Cruz de Bezana. Concretamente, en la plaza Margarita. Carmen Pérez, alcaldesa del municipio, presentó la programación de 2025, compuesta principalmente por películas para todos los públicos que captarán la atención de adultos y niños por igual. «El cine de verano es una de las iniciativas culturales que más ilusión despierta entre vecinos y visitantes en la temporada estival, una cita ya tradicional que fomenta el ocio familiar, la cultura y la convivencia», declaró la alcaldesa.
Y más. Los píxeles de un amplio abanico de películas brillarán también en pantallas esparcidas por diferentes puntos del mapa regional. En Castro Urdiales, en el Parque de los Pinares de Noja, en el paseo marítimo de Laredo... Hasta en una bolera, la del Cagigal, en Loredo. Toda la información sobre las carteleras previstas, los horarios y las ubicaciones concretas están disponibles en las páginas web de los ayuntamientos de cada municipio (y muchas de las propuestas aparecen en la página de planes de este suplemento).
Es un clásico. Pero, ojo, que va a empezar la película. Ruth Quevedo, sentada en primera fila para disfrutar de 'El 47', confirma que en el Centro Botín «suelen poner un buen programa». «Creo que la experiencia es inmejorable. Todo lo que sea por apoyar nuestro cine y hacer de Santander un centro cultural me parece maravilloso. Es el tipo de iniciativas que, como población, debemos apoyar».
Lo dice justo antes de los créditos. Primeras escenas, silencio y algo de brisa después de un día de calor. Ya empieza a hacerse de noche sobre la bahía.
El cineasta Nacho Solana subraya la estrecha conexión del cine con la realidad
El cine no solo proporiona puentes de conocimiento, también de entendimiento. Y el cine de verano, más allá del ocio y de ese toque de paz al atardecer, puede servir para la reflexión. Nacho Solana, director y productor cántabro, fue el protagonista de un coloquio en la primera de las sesiones de la cartelera de julio del Centro Botín, en Santander. Habló de la importancia de «fomentar la creatividad y acercar las audiencias a las artes, en este caso al cine». Eso y «recordar tiempos pasados para entender quiénes somos ahora». Lo hizo con motivo de la proyección de 'El 47', basada en hechos reales y ambientada en la Barcelona de los años 50 y 70. La integración social, la crisis de la vivienda, la marginación, la igualdad de derechos entre vecinos... «Son los mismos problemas ahora que hace cincuenta, cien y doscientos años. Son dos horas de metraje, pero a lo mejor el mensaje dura mucho más tiempo», dejó sobre la mesa Solana. Si bien es cierto que «tal vez las películas en sí no sirven como motores de cambio», gracias a su poder e influencia «detonan cosas y ayudan de muchas maneras distintas». La democratización del cine es, por ende, fundamental para construir una sociedad moderna y desarrollada, dijo en el coloquio.