Una clase para «emocionar la robótica»
Las profesoras de la UC Elena Hoyos Villanueva y Esther González Sarabia comparten los usos de la tecnología en las aulas, en la sede de Torrelavega
Aunque la tecnología lleve más de una década instalada en la cotidianidad de todos, sus usos y aplicaciones siguen siendo una «gran desconocida» dentro del ... ámbito educativo. Al menos en todo su potencial. Helena Hoyos Villanueva, profesora de la Universidad de Cantabria (UC) y codirectora del curso 'Robótica y programación como recursos didácticos en el aula de Primaria' junto a Esther González Sarabia –su colega en el departamento de Tecnología Electrónica e Ingeniería de Sistemas y Automática–, suele reflexionar sobre este tema con un ejemplo muy ilustrativo. «Si un cirujano de hace 500 años entrara en un quirófano de la actualidad no sabría ni qué hacer. Un profesor de entonces en un aula de hoy, sin embargo, sí».
Acabar poco a poco con ese desfase, perder el miedo al potencial de los recursos digitales y compartir con el profesorado esa mirada abierta al futuro es el objetivo fundamental de estas jornadas inauguradas esta semana en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Minas y Energía de Torrelavega. «Queremos emocionar la robótica. La tecnología tiene que ser un componente de ayuda, no un enemigo. Para eso fue inventada», anima.
No se trata de renunciar al modelo establecido, el tradicional, sino de «ayudar a dinamizar las clases y mejorar los resultados». De ahí los 'kits' de robótica y programación que las jornadas han acercado a los profesores asistentes. «Queremos que conozcan el material para que después puedan llevarlo al aula de la manera que consideren más adecuada», invita Hoyos, antes de referirse a las ventajas que entraña este salto a la tecnología: dinamizar los contenidos educativos, perder el miedo a trabajar la familiarización de los alumnos con la electrónica –competencias que les serán útiles en su futuro– o desarrollar la creatividad.
En este último punto hace especial hincapié la codirectora de las jornadas. «La robótica y la programación no tienen por qué ser algo frío. Al contrario, si es presentada como un juego y se proyecta de manera transversal, el alumno responderá mucho mejor», declara Hoyos, quien invita a hacer ese mismo ejercicio a los propios profesionales de Educación. «Queremos visibilizarlo y que los profesores dejen de verlo como algo difícil de aprender o introducir. Estas herramientas están a su alcance y todas pueden ser muy enriquecedoras si se utilizan como un complemento en las aulas».
Visión de futuro
Las jornadas organizadas en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Minas y Energía de Torrelavega vienen presentando la oferta de 'kits' de robótica educativa que existen en el mercado actualmente, un catálogo en alza que le debe mucho a pioneros de la inteligencia artificial como Seymour Papert (1928-2016), discípulo del epistemólogo y profesor de la teoría constructivista a nivel educacional, Jean Piaget (1896-1980);y Mitchel Resnick, otro maestro, físico, programador y visionario en general que hoy sigue trabajando para el MIT Media Lab de la Escuela de Arquitectura y Planificación en el Instituto de Tecnología de Massachusetts.
Fue desde aquí donde otro actor determinante tomo partido: la compañía LEGO, no sólo patrocinadora de este laboratorio sino colaboradora habitual en el desarrollo de estos recursos de robótica educativa que, con ayuda de otras firmas como MRT(My Robot Time) y Edison, han cambiado el mundo desde la segunda mitad del siglo XX. «Hay cada vez más equipos de este tipo al alcance de todos», apostilla Hoyos, agradecida al «legado» que desde entonces vienen cosechando los maestros de todo el globo. «Se están dando grandes pasos en Estados Unidos, en toda Europa, Corea del Sur, China... Y nosotros también podemos hacerlo a nuestro modo, con ese componente emocional y creativo».
La profesora y codirectora del curso extiende ese agradecimiento a las instituciones que dotan a las aulas de estos medios, «como es el caso de la Formación Profesional», al tiempo que aboga por abrir las aulas a este tipo de prácticas y «experimentar» dentro de las posibilidades. «Es complicado y no se puede replantear todo de la noche a la mañana, pero tiene que haber iniciativas para que las aulas cambien».
Ese desafío también atañe a los propios profesores del futuro. De no ser así, «si las facultades siguen formando a los profesionales como siempre, la educación seguirá siendo igual», convoca Hoyos, partidaria de la introducción paulatina de estas nociones en las escuelas cántabras.
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