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Grupo Consorcio, la empresa que nació de la hermandad con los salatori
75 aniversario

Grupo Consorcio, la empresa que nació de la hermandad con los salatori

El próximo diciembre la empresa fundada en Santoña celebra su 75 aniversario con una plantilla que alcanza ya los 900 trabajadores y conservando las mismas técnicas que aprendieron de los italianos en los años 50 | La entidad ha inaugurado una exposición en el Centro Cultural Madrazo que repasa su historia, hitos y estrategias

Ana del Castillo

Santander

Domingo, 16 de noviembre 2025

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Un pasajero mira a través de la ventana al objetivo de la cámara del fotógrafo que le apunta, pero no es a él a quien quieren retratar, sino al cartel que está pegado en el lomo del tranvía en el que viaja, un anuncio publicitario donde aparece escrita la frase 'Quando scegli il tonno non pescare a caso (al elegir el atún, no pesques al azar) junto al dibujo de dos latas de conservas de la empresa cántabra Grupo Consorcio. La imagen está tomada en Milán (Italia), en los años 80.

La empresa de Santoña lleva desde 1950 transformando los productos del mar en experiencias culinarias. Convirtiendo el sencillo gesto de abrir una lata de once centímetros en una comida exquisita para cuatro. Y lo más valioso de todo es que 75 años después sigue trabajando como antaño, respetando al máximo el proceso artesano que aprendieron de los salatori, los sicilianos que arribaron a la costa cántabra como temporeros en busca de una materia prima a la que poder aplicar sus técnicas de salazón.

Y aunque es cierto que la incorporación de máquinas de última generación a las fábricas ha facilitado y agilizado los procesos, la esencia del método sigue siendo la misma, sobre todo en la elaboración del filete de anchoa. Limpieza, desespinado y preparación. Y otra vez. Limpieza, desespeinado y preparación. Así durante años y años, generación tras generación.

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Pero de nada hubiera servido la sapiencia de los maestros salatori sin alumnas aventajadas. El papel de las sobadoras es fundamental para comprender la historia de Grupo Consorcio, porque esas mujeres supieron transmitir a sus hijas y nietas su absoluta dedicación a un oficio centenario. Su trabajo no solo fue esencial para el auge de la industria conservera, también para la economía e identidad de Santoña.

El genovés que fundó Grupo Consorcio

En los años 50, atraído por las oportunidades que brindaba el mercado español -por aquel entonces en expansión tras un periodo de aislamiento internacional-, el empresario genovés Giacomo Croce viajó a la costa cántabra con la intención de explorar la industria conservera.

Lo que se encontró debió de convencerle, porque pronto se trasladó a Madrid para fundar dos sociedades mercantiles: Consorcio Español Conservero S.A., y la Sociedad Anónima Ligure Astur (SALA), ambas con el objetivo de fabricar, vender, exportar e importar toda clase de conservas.

La empresa Sala se ubicó en los antiguos locales de la fábrica de Adolfo Fernández, en la calle General Salinas de Santoña, mientras que Consorcio adquirió dos naves en la zona de Eguilior, donde fijó su sede.

Desde los primeros pasos, Giacomo Croce supo rodearse de socios y profesionales tanto locales como italianos con experiencia en el sector, de modo que aportaron conocimiento técnico al proyecto. Con el paso del tiempo, algunos de estos colaboradores crecieron dentro de la compañía, lo que propició el desarrollo y la proyección internacional de la empresa.

Con el camino hecho, habiendo encontrado su hueco dentro del sector y aupado por los años de bonanza de las grandes costeras, el conglomerado buscó ampliar horizontes con la traducción a distintos idiomas de sus catálogos, la diversificación de sus productos estrella -la anchoa, el bonito del norte o el atún, entre otros-, y la búsqueda de nuevos mercados fuera de las fronteras nacionales, como Italia, Francia, Inglaterra y Alemania.

Sede actual del Grupo Consorcio.

Imagen después - Grupo Consorcio, la empresa que nació de la hermandad con los salatori

Foto antigua de la fábrica.

Imagen antes - Grupo Consorcio, la empresa que nació de la hermandad con los salatori

Con esos aires de grandeza plenamente justificados, Grupo Consorcio amplió sus instalaciones con otra fábrica en Castro Urdiales, así como con sedes en Colindres y San Vicente de la Barquera. Incluso llegó a abrir una fábrica en Ceuta para la elaboración de caballa del sur y una sede comercial en Génova, la tierra natal de Giacomo (Jaime, como le llamaban sus amigos en Santoña). La demanda de sus productos era tan alta que El Consorcio tuvo que derivar trabajo bajo su marca a otras conserveras.

Ese vertiginoso crecimiento durante el siglo XX -en el que la empresa también tuvo oportunidad de absorber a otras, como la fabricante de filetes de anchoas de Santoña, Pelazza S.L.- convirtió a Grupo Consorcio en el gigante de la industria conservera que es hoy, con una plantilla de 900 trabajadores.

Una lata dentro de una vitrina

Para conmemorar todo ese esfuerzo y atino a lo largo de 75 años, el Grupo Consorcio inauguró el pasado mes de octubre una exposición en el Centro Cultural Madrazo, en Santander, que recorre su historia y su vinculación con la tradición conservera de Santoña. La muestra, titulada '75 años conservando lo nuestro', podrá visitarse hasta el 19 de diciembre.

Daniel Pedriza
Daniel Pedriza
Daniel Pedriza
Daniel Pedriza
Daniel Pedriza

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Una de las fotos más destacadas de la muestra es la de Ángela Vinatea, de las primeras sobadoras de la empresa. Su imagen en blanco y negro está enmarcada y colgada sobre la pared del centro cultural. Aparece sonriente, como era ella, con un delantal, pendientes de perlas y sujetando una lata de conservas gigante. Falleció en 2015, a los 85 años.

Su hija Currina recuerda con este periódico las anécdotas que su madre le contaba de aquella época. «Era una guerrera, muy trabajadora y llena de energía. Las sobadoras no paraban. Entraban y salían de casa, a veces no les daba ni tiempo para comer, pero nunca se quejaban. Nos contaba que habían estado cantando y bailando mientras sobaban. Había mucha sororidad. Llegaba y se iba contenta. Así eran aquellas mujeres: fuertes, alegres e incombustibles».

Nota al pie

Algunas de las imágenes de este reportaje están recreadas en movimiento con inteligencia artificial.

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