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En la semana de la ONCE, varios ediles cántabros se han puesto en la piel de personas con discapacidad visual realizando una actividad cotidiana

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En la semana de la ONCE, varios ediles cántabros se han puesto en la piel de personas con discapacidad visual realizando una actividad cotidiana Javier Cotera

Un desayuno a ciegas para veinte alcaldes

En la semana de la ONCE, varios ediles cántabros se han puesto en la piel de personas con discapacidad visual en una actividad cotidiana

Ángela Madrazo

Santander

Miércoles, 4 de junio 2025, 19:23

Un gesto tan cotidiano como servirse un vaso de zumo se convierte en una tarea complicada si no puedes ver. Una veintena de alcaldes de Cantabria lo comprobaron este miércoles. Fue su realidad durante un unico día y un único desayuno, pero es el día a día de las 929 personas ciegas y más de 4.000 con baja visión viven en la comunidad. Los ediles dejaron de lado durante un rato el sentido de la vista para ponerse en la piel de quienes viven sin ver, y lo hicieron con motivo de la semana del Grupo Social ONCE Cantabria.

«Tengo a mi derecha a Colindres, vale. A mi izquierda, Torrelavega y enfrente, Reinosa», trató de situarse la alcaldesa de Santander, Gema Igual. Pero la experiencia a ciegas comenzó mucho antes de sentarse. Los alcaldes de Santander, Torrelavega, Camargo, Piélagos, Astillero, Bezana, Santoña, Laredo, Comillas, Polanco, Marina de Cudeyo, Reocín, Miengo, Selaya, Entrambasaguas, Villaescusa, Reinosa, Mazcuerras, Colindres y Cartes se encontraron en el hotel escuela Las Carolinas. Ya en recepción, técnicos de rehabilitación de la ONCE cubrieron sus ojos. A partir de ahí, además de la experiencia, comenzó el desarrollo del resto de sus sentidos.

Entraron al desayuno completamente a ciegas, pero acompañados por un técnico. Se sentaron y comenzaron a palpar para identificar lo que había encima de la mesa. También preguntaron por quién tenían a su lado: «Orientarme y llegar hasta la sala ha sido lo más difícil, a pesar de ir guiado, sientes inseguridad», confesó Pedro Pérez Ferradas, alcalde de Marina de Cudeyo. Se sirvieron zumo, echaron azúcar al café, abrieron paquetes de magdalenas e, incluso, trataron de identificar información en carteles en braille. «Hay que agudizar otros sentidos, como el oído, para identificar a los compañeros. Aunque nos conocemos, identificar por la voz es más complicado», confesó Igual.

Más allá de las anécdotas, y sin ninguna camisa manchada o vaso roto, la actividad dejó un buen sabor de boca. Pudieron empatizar con las personas ciegas que, en muchos casos, son sus vecinos. «Me lo dijeron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí», citó Sergio Olavarría, presidente de ONCE Cantabria. «Es importante hacer el ejercicio de empatía para conocer las dificultades a las que nos enfrentamos», apuntó. Así, agradeció a los regidores su presencia y al presidente de la Asociación de Hostelería, Eduardo Lamadrid, la colaboración con la iniciativa. Y los alcaldes tomaron nota. Javier López Estrada, de Torrelavega, reconoció que «empatizar nos da herramientas para pensar en cómo adaptar nuestras ciudades».

Los participantes fueron citados en el hall de Las Carolinas donde, después de explicarles lo que iban a vivir, se pusieron los antifaces y entraron al salón del desayuno con los ojos tapados acompañados de un técnico de la ONCE. Estuvieron los alcaldes y alcaldesas de Santander, Torrelavega, Camargo, Piélagos, Astillero, Santa Cruz de Bezana, Santoña, Laredo, Comillas, Polanco, Marina de Cudeyo, Reocín, Miengo, Selaya, Entrambasaguas, Villaescusa, Mazcuerras, Reinosa, Colindres y Cartes.

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Los participantes fueron citados en el hall de Las Carolinas donde, después de explicarles lo que iban a vivir, se pusieron los antifaces y entraron al salón del desayuno con los ojos tapados acompañados de un técnico de la ONCE. Estuvieron los alcaldes y alcaldesas de Santander, Torrelavega, Camargo, Piélagos, Astillero, Santa Cruz de Bezana, Santoña, Laredo, Comillas, Polanco, Marina de Cudeyo, Reocín, Miengo, Selaya, Entrambasaguas, Villaescusa, Mazcuerras, Reinosa, Colindres y Cartes. Javier Cotera

Además de la experiencia, conocieron dos realidades de primera manode la mano de Aitor Quintana y Zoe Laso. «Cruzar de acera es un reto. Que las baldosas pododáctiles –punteadas para anticipar los pasos de cebra en las calles– no lleguen hasta el final de las aceras hace que dependamos de que otros viandantes nos guíen -explicó Quintana- la solidaridad está bien, pero queremos ser autónomos». O a la hora de pedir información en los ayuntamientos. Laso puso de relieve que «las pantallas táctiles pueden agilizar las colas, pero son un problema si no ves. Necesitamos ayuda para cualquier gestión y, generalmente, es el personal de seguridad quien nos acaba echando una mano para pedir turno».

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