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Tres vecinos de Valle de Villaverde conversan junto a la farmacia del municipio. A. Verano

'Desescalada' al ritmo del País Vasco

Diferente. Los vecinos de Valle de Villaverde, enclave cántabro en Vizcaya, afrontan con «normalidad» las restricciones del Gobierno vasco en la primera fase del desconfinamiento

Abel Verano

Castro Urdiales

Domingo, 17 de mayo 2020, 07:19

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El reloj está a punto de marcar las seis de la tarde y se oye el golpeo de una pelota contra la pared de un frontón. El pueblo está muy tranquilo. Un matrimonio conversa con un vecino (con mascarilla y respetando la distancia) junto a la farmacia, que en ese momento se encuentra cerrada. A pocos metros un pequeño grupo de vecinos, que está habilitando un negocio para dispensar pan, se toman un descanso, mientras que, muy cerca, la tienda de ultramarinos del municipio es el único establecimiento abierto desde que se decretara el estado de alarma.

Valle de Villaverde, municipio de unos trescientos habitantes que conforma el enclave cántabro en el País Vasco, rodeado por los municipios vizcaínos de Carranza, Arcentales y Trucíos (todos ellos pertenecientes a la comarca de Las Encartaciones), afronta con «normalidad» la primera fase del desconfinamiento. Este municipio solicitó al Gobierno de Cantabria poder unirse a la 'desescalada' de Vizcaya. Es decir, que la localidad cántabra recibiera el tratamiento de la provincia circundante. Y fue el PNV el que hizo llegar esta propuesta al Gobierno de Pedro Sánchez, que dio su visto bueno como lo hizo con el municipio de Treviño, ubicado en la provincia de Álava, pero administrativamente perteneciente a Burgos.

El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ya manifestó que era una «medida razonable» porque «ellos están en un entorno y lo normal es que sigan las normas de ese entorno». Sin embargo, el jefe del Ejecutivo cántabro quiso dejar claro que esta medida «para nada pone en tela de juicio que Valle de Villaverde no sea un municipio de Cantabria».

Aunque las restricciones del estado de alarma invitaban a pensar que los vecinos de Valle de Villaverde habían tenido serios problemas durante el confinamiento para poder acudir a los centros sanitarios del País Vasco, donde también trabajan, nada más lejos de la realidad. «La verdad es que hemos tenido libertad de movimiento de manera justificada, bien por temas laborales o sanitarios, e incluso para poder hacer la compra», comenta el alcalde Javier Pérez.

El inicio de la fase uno de la 'desescalada' afecta de manera diferente a los vecinos de Valle de Villaverde respecto al resto de municipios cántabros. Y es que el Gobierno vasco ha aplicado una medidas más restrictivas que en el resto de zonas autorizadas para avanzar en el desconfinamiento. Entre esas restricciones se encuentran la circulación de personas únicamente entre localidades colindantes y no en el resto de municipios de la provincia. Esto supone que los vecinos de Valle de Villaverde sólo pueden desplazarse a Trucíos, Carranza o Arcentales si quieren tomarse un café en una terraza, por ejemplo. Además, otra de las limitaciones que afecta a estos vecinos respecto al resto de cántabros es la imposibilidad de que se reúnan diez personas en una casa. Aunque sí están permitidas las reuniones de grupos de hasta diez personas en la calle (algo que se permitía en Cantabria hace unos días y que se ha prohibido) o en las terrazas.

«No hemos notado la entrada en la fase uno; el cambio se percibió cuando nos dejaron salir a pasear», dice el alcalde

«La verdad es que no hemos notado la entrada en la fase uno. Cuando se vio realmente el cambio fue cuando nos dejaron salir a la calle pasear. Además, sin límite horario por ser un municipio de menos de 5.000 habitantes», apunta el alcalde, al tiempo que dice que Valle de Villaverde no tiene problema de concentración de vecinos, entre otras razones, porque los tres establecimientos hosteleros que tiene están ahora mismo cerrados.

José Vicente Recio es el propietario de uno de ellos, la Posada Calera, que espera poder abrir a finales de este mes. «Tengo a los cuatro empleados en ERTE porque no hay ingresos, no hay nada». Este vecino ha aprovechado este parón para poner en marcha un dispensador de pan.

Su hermano Carlos, propietario de la bodega Casona Micaela, es uno de los afectados por el cierre de los establecimientos hosteleros, ya que son su principal fuente de ingresos. «Seguimos trabajando en las labores de los viñedos, pero las ventas son muy pocas, únicamente a través de internet. Esto se ha parado de golpe», lamenta.

Problema de transporte

A la que le ha venido muy bien el confinamiento ha sido a Pilar Alcedo, propietaria de la tienda de ultramarinos Villadenda. «Valle de Villaverde es una isla. Hay gente que ha venido aquí desde que comenzó el estado de alarma y no se ha movido. Al no haber bares abiertos la gente come más y lo hemos notado en las ventas».

Pilar comenta que uno de los problemas que tienen los vecinos, sobre todo la gente mayor del pueblo, es la falta de transporte público para acudir a Guriezo o a Castro a por recetas para medicamentos, ya que los consultorios rurales, como el de Valle de Villaverde, se cerraron. Por lo demás, asegura que son unos «privilegiados» porque pueden salir a pasear por el pueblo sin ningún problema. «La gente es muy respetuosa con las distancias y las medidas de higiene».

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