Borrar
Rubén Gómez posa en la barra de su discoteca, New Times, una de las más conocidas de Torrelavega. Luis Palomeque

Discotecas en la UCI económica

Las restricciones, que las mantienen cerradas desde agosto, abocan a la ruina a muchos de estos empresarios

José Carlos Rojo

Santander

Domingo, 11 de abril 2021, 06:58

Comenta

Mirando alrededor, con los pubs y bares abiertos, los propietarios de discotecas se sienten los parias olvidados del ocio nocturno. Desde que los obligaran a echar el candado el pasado 16 de agosto por las restricciones sanitarias, suman ya ocho meses clausurados, sin facturar un solo euro, perdiendo dinero y aguardando a un futuro incierto donde por mucho que se afanan, no encuentran la luz que ilumine el oscuro túnel de la ruina.

Les duele sobremanera el trato diferencial, la marginación a la que dicen sentirse sometidos por el Gobierno de Cantabria: «Han aflojado un poco la soga del ocio dejando abrir a bares y a pubs, sobre todo a los que tienen terraza. Es bueno que sigan funcionando, pero no entiendo por qué nosotros no podemos estar también trabajando si nos ceñimos a las mismas restricciones», reivindica José María García, de 50 años, que lleva 31 al frente de la discoteca Kudeta, en la calle Ataúlfo Argenta de Santander.

En el interior de su local se ha anulado por completo la pista de baile, que ahora está ocupada por varias mesas, cada una con seis sillas. «Tenemos una separación de más de dos metros entre cada una porque el local tiene un espacio de 500 metros cuadrados y nos lo podemos permitir». «También tenemos una ventilación potente, capaz de renovar el aire de toda la sala, de seis metros de altura, en sólo tres minutos; y además hay dos puertas de dos metros por dos metros cada una, que pueden mantenerse abiertas», reivindica. Todo este análisis técnico tiene un motivo:«Lo que quiero decir es que estamos mejor preparados para la seguridad frente al covid que muchos otros pubs que están abiertos actualmente», lamenta.

Así las cosas, 15 de sus empleados se encuentran, cada mes, esperando que el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) no se demore en los pagos de la mensualidad. Y las pérdidas del negocio, según dice, rozan los 10.000 euros mensuales. «Tú me dirás cómo se puede sobrevivir así. Estamos en las últimas. ¿Vamos a tener que claudicar después de 30 años? Me niego, lucharé todo lo que pueda, pero está muy, pero muy difícil si la situación no cambia». Entre tanto, García critica que la subvención recibida por el Gobierno regional «no ha llegado a 2.000 euros cuando en otras comunidades las cuantías son realmente generosas, dignas del trastorno que está suponiendo la pandemia».

En su plan de apertura, frustrado desde hace ocho meses, estaba todo protocolizado. El acceso se realizaría a través de reserva y con una aplicación móvil que geolocalizaría a cada asistente, fijando una hora de acceso, una hora de salida y hasta la identidad de cada acompañante. De producirse un brote, Sanidad tendría toda la información para rastrearlo. «Estos niveles de seguridad no los veo en el transporte público ni en los centros comerciales», compara.

Gregorio del Amo, frente a la persiana bajada de uno de sus locales, el Sümmum, en la calle Casimiro Sainz de Santrander. Roberto Ruiz

Gregorio del Amo Sümmum

Gastos mensuales fijos. 10.000 euros.

Ayudas recibidas. Dos cheques de 1.500 euros.

Años al frente del negocio. Lleva 25 años al frente de este negocio. También posee los locales Rocambole y Queen.

Principal reivindicación. «Necesitamos que pongan en marcha ya una desescalada para las discotecas. Necesitamos abrir, con restricciones pero abrir».

A su modo de ver, el mayor problema tiene que ver con la forma en que se ha demonizado a un sector, el de la noche, que «no es el culpable de la pandemia», sentencia el gerente del Kudeta. Recuerda los días de verano en que pudieron trabajar, «cuando la Policía venía casi a diario, y nos felicitaba por lo bien que lo estábamos haciendo», evoca. «Eso sí, si alguien sacaba una foto porque en un momento concreto algún grupo lo hacía mal, y la compartía en redes, ya estábamos demonizados. Eso no es justo».

Dice en un informe la Federación de Empresarios de Ocio Nocturno y Espectáculos que todavía no se ha podido trazar ningún brote nacido en una discoteca. «Eso son datos, no interpretaciones», resuelve Gregorio del Amo, de 52 años, que lleva la mitad de ellos en este negocio y que posee la discoteca Sümmum, en la santanderina calle de Casimiro Sainz; el Rocambole, en Hernán Cortés; y el Queen, en Tetuán. «Pueden decirnos que no hay brotes porque estamos cerrados, pero no, porque hay comunidades autónomas que las tienen abiertas y tampoco los hay», detalla.

Del Amo acude por la mañana a desayunar junto a la sala Sümmum. Prefiere no levantar la persiana y en su voz se intuye una mezcla de desolación y resignación. Sus gastos mensuales, según confiesa, superan los 10.000 euros en cada una de sus salas.

«Ya no sabemos qué hacer, cómo protestar, qué pedir... Si no nos dejan levantar pronto la cabeza, nos ahogaremos para siempre», le reprocha a la Administración. Y al reflexionar una vez más sobre la cruda situación que le toca vivir, se despoja de los pelos en la lengua:«Aquí lo que pasa es que somos muy pocos y no tenemos capacidad de hacer mucho ruido. Por eso nos tienen olvidados», asegura.

Diferencias

Con la Sanidad transferida a las comunidades autónomas, cada territorio regula a su antojo las restricciones, algo visto con desánimo por los empresarios que contemplan cómo en otros puntos sus homólogos pueden trabajar sin trabas. «Madrid, por ejemplo, demuestra que las cosas se pueden hacer bien dejando funcionar a la gente», explica Del Amo.

José María García, gerente de la discoteca Kudeta, uno de los históricos locales de la noche de Santander. Roberto Ruiz

José María García Kudeta

Gastos mensuales fijos. 10.000 euros.

Ayudas recibidas. Un cheque de 1.950 euros.

Años al frente del negocio. Lleva 31 años en la gerencia de una de las discotecas más conocidas en Santander.

Principal reivindicación. «Si nosotros nos hemos reconvertido a pubs, sin pistas de baile y con mesas, y a ellos los dejan abrir, ¿por qué no nos dejan a nosotros?».

En el horizonte sólo les queda el consuelo de pensar que las vacunas y la llegada del verano puedan poner luz al negro panorama en el que se encuentran. Piden que junio, julio y agosto sean como los del pasado año, pero quieren estar abiertos. «Necesitamos con urgencia que se revise la desescalada en las discotecas. Necesitamos que nos escuchen de una vez. Que nos marquen normas, más allá de las que nos marcamos nosotros, pero que nos dejen trabajar», solicita el dueño del Sümmum, el Rocambole y el Queen. Y que se castigue «con firmeza» a quien incumpla.

En Torrelavega, Ramón Gómez Ruiz, gerente desde hace seis años de la discoteca New Times, asiste con indignación a los «desmanes e irresponsabilidades en que están incurriendo algunos locales, que pretenden hacer caja saltándose las normas cada fin de semana de forma deliberada para sacar rentabilidad a las restricciones que tenemos los demás».

Rubén Gómez: New Times

  • Gastos mensuales fijos: Tiene que hacer frente al pago de alquileres y los fijos de las facturas y eso le lleva a gastar un total de 2.700 euros al mes

  • Ayudas recibidas: Confiesa haber recibido dos cheques de urgencia de 1.500 euros cada uno

  • Años al frente el negocio: Hace seis años que emprendió la aventura empresarial de regentar la discoteca

  • Principal reivindicación: «Tengo terraza y el local habilitado, necesito abrir con las restricciones que sea. Y hay que vigilar bien a quien incumple, que en Torrelavega hay locales que lo están haciendo muy mal».

Denuncia que hay empresarios que incumplen de manera reiterada los aforos, los horarios y otras medidas sanitarias para poder acoger el mayor número de clientes. «Por suerte ha habido varias denuncias el pasado fin de semana porque no puede ser. ¿De qué va a servir el esfuerzo que estamos haciendo los demás cerrados? De nada. Es muy triste», lamenta. «Y están fidelizando clientela. Para cuando queramos abrir los demás, vamos a tener que redoblar esfuerzos para recuperarlos», explica.

A él lo salvó la condición en que tenía a sus trabajadores. «Eran nueve fijos discontinuos y pude rescindir los contratos poco antes del confinamiento de marzo, pero imagínate cómo están, en el paro», explica este empresario de Torrelavega, que pese a tener una terraza, ha estado cerrado todo este tiempo. Todo con unos gastos mensuales de 2.700 euros. «Esperemos que haya verano y podamos empatar el año. Si no, estamos todos muertos. Todos», avisa.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Discotecas en la UCI económica

Discotecas en la UCI económica