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El edificio bonzo

Leyendas de Cantabria ·

Dos veces fue el palacio Macho pasto de las llamas durante el siglo XX y varias leyendas circulan sobre su sucesor

Aser Falagán

Santander

Sábado, 8 de enero 2022, 07:37

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Hay edificios que por un motivo u otro parecen malditos. En otros casos son los solares los que imprimen carácter y parecen resistirse a que se construya sobre ellos. Un ejemplo paradigmático de esta segunda clasificación mitómano-legendaria urbanita es el Edificio Macho, sucesor del no menos conocido palacio homónimo. Un lugar sobre el que ya les hablé anteriormente pero que tiene aún más historias que contar. Del origen de aquella orgullosa vivienda noble tampoco se conoce demasiado; ni siquiera quiénes fueron los primeros inquilinos, de presumible rancio abolengo que, también presuntamente, lo habitaran en una época en cierto modo abolida.

El caso es que sea como sea, los edificios construidos sobre ese solar, se llamen como se llamen, tienen una empecinada tendencia a entrar en combustión. Fueron pasto de las llamas tanto la construcción original como su restauración en menos de un siglo: en 1917 y en 1971. Se libró del gran incendio de Santander que en 1941 arrasó casi todo el casco histórico de la ciudad, incluida la siguiente sede de ElDiario en la calle Arcillero, ahora pasaje de acceso a la Plaza Porticada, pero tres décadas después quedó reducido a cenizas. Apenas quedaron en pie dos maltrechas fachadas.

El antiguo Palacio Macho, que acogió la redacción de El Diario Montañés hasta 1925, ya había ardido una vez antes de calcinarse completamente en 1971, cuando alojaba las instalaciones de unos grandes almacenes clásicos enSantander, Láinz, en uno de los incendios más importantes de la ciudad posteriores a la gran catástrofe del 41. De ahí que a la infraestructura posterior se la siga denominando popularmente palacio, aunque de palacio, lo que se dice de palacio, no tenga ya absolutamente nada.

Sí que la habita al parecer algún trenti, por lo que parece a tenor de los extraños sucesos que se producen en su interior y que ya les conté en aquel otro episodio. No existe consenso sobre si se trata de un duende, un fantasma o, sencillamente, bromistas, amigos de lo ajeno y algún que otro misterio, pero tampoco es eso lo que nos ocupa ahora.

A lo que íbamos: la zona ha sido en demasiadas ocasiones pasto de las llamas, y no solo el Edificio Macho, que sirve como sede de diferentes servicios de la Consejería de Economía del Gobierno de Cantabria. Justo a su lado se levanta el Mercado del Este, que recrea otro edificio declarado en ruina tras quedar muchos años inutilizado como consecuencia, cómo no, de otro incendio.

En este caso fueron la inacción y dejadez la que provocaron la desaparición de un espacio que estuvo décadas abandonado a su mala suerte hasta que la rehabilitación fue ya imposible y hubo que optar por reconstruirlo desde cero, imitando en lo posible la estructura original.

La tendencia pirómana no es, sin embargo, lo más extraño del lugar. Según la leyenda urbana que circula por la ciudad, el Macho está catalogado como edificio enfermo e incluso que entre en el personal que ha trabajado entre sus tabiques dicen que se han registrado varios casos de una extraña enfermedad llamada lipoatrofia semicircular; una dolencia cuyos efectos remiten según se deja de trabajar allí.

No existe ninguna documentación formal, aunque hay quien llegó a pedir incluso el traslado a otro edificio y por algo lo haría. El caso es que la leyenda urbana no se puede comprobar, y pudo haber nacido por contagio, porque el mismo rumor corría sobre la sede de la Consejería de Medio Ambiente.

La asombrosa pulsión insalubre no es el único achaque que se adjudica al edificio.El pobre lo tiene todo. Se oyen ruidos en su techo, lo que siempre se podría explicar con algún tipo de plaga, problemas de cañerías o cualquier otra eventualidad, pero otra leyenda asegura que está mal construido y que por lo tanto hay que distribuir con mucho cuidado las cargas y el mobiliario para que no se venga abajo.Que nadie se alarme, porque tampoco es verdad o, al menos, no se ha podido comprobar. La normativa actual exigiría, de ser cierto, su inmediato desalojo y no hay nada de cierto, pero se lo prometo: en los ágapes de la Consejería de Economía intentaban no formar grupos demasiado grandes ni demasiado cercanos, por si acaso. Tanto había calado el mito que sin llegar a creerlo y pese a haber hecho las comprobaciones pertinentes se guardaba aún cierto recelo.

En todo caso, los incendios son ya cosa del pasado, porque el edificio tiene un duende que lo cuida.Esperemos que durante mucho tiempo, porque de lo contrario el Hogar del Transeúnte podría quedarse sin sitio para otra entidad más sin techo, de tantos que son ya enSantander.

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