Un examen cada diciembre
Negocios cántabros de distintos sectores viven estas semanas el periodo de mayor actividad del año, un tiempo decisivo para su facturación
Ismael Gil Carnicería-Ismael-Cordero
«En diciembre se vende en torno a un 60% más que en un mes corriente»
Para el día 23 y el 24 del año pasado –de diciembre, claro– tuvieron más de 160 pedidos. «Tanto como jugarnos el año, no. Un mes no levanta once. Pero hace que sea un año bueno o excelente», comenta Ismael Gil. El hijo. Su padre, que se llama igual, asiente con la experiencia de 51 años en el Mercado de La Esperanza (muchos de ellos junto a su mujer, María Lourdes). Referentes. «En diciembre –explican los responsables de la carnicería de cordero Ismael, en la plaza santanderina– se vende en torno a un 60% más que un mes corriente. La influencia en el año es considerable».
«¿A cómo está la asadurilla?», pregunta una clienta. Andan con encargos desde «mediados de noviembre». Unos compran ahora y congelan, y otros son más de la última hora. «A veces, no saben cuántos van a ser o si van a preferir lechazo asado, chuletillas...». Y luego están los que lo dejan tanto, que no llegan. «El 24 a la una o así, no te haces a la idea de la gente que puede venir. Ni uno, ni dos. Mogollón. Y ya es imposible».
Ahora andan a tope. «La Navidad, en general, es buena en casi todos los sectores. Y en el mercado, más. Viene gente que no viene el resto del año. Nosotros en esta época pasamos a pensar 24 horas al día y siete días a la semana en el trabajo. En cómo vamos a enfocar los pedidos, cómo vamos a organizarlo... El día 23 y el día 30 de diciembre son los más fuertes. Casi todo el mundo quiere su pedido para tenerlos en esas fechas».
Así que esos días Ismael padre, jubilado en activo, no falta a la cita. «Baja ciertos días de la semana. Pero en Navidades, todos. En esas fechas vivimos aquí». Con jornadas que van, en ocasiones, de las cinco de la mañana a las ocho y media de la tarde, casi sin tiempo para comer. «Y nos vamos porque ya nos echan», bromea el más veterano, que pregunta por la familia a una clienta de toda la vida que se detiene a saludar.
«En esta época trabajamos mucho con los encargos de clientes habituales. Unos de todo el año y otros que repiten siempre en estas fechas».
¿Y en la casa de los Gil se come lechazo en la comida o cena familiar de las fiestas? Habla papá: «El día de Navidad hay que asar lechazo para comer. Es una tradición. Eso es sagrado».
Patricia Arenal Juguettos
«En la Navidad nos jugamos sobrevivir el resto del año»
Se abre la persiana de la tienda de la calle de Cádiz a primera hora y hay un padre con un niño en brazos esperando en la puerta. En nada, los pasillos de Juguettos se van llenando. Sirva un dato para explicar cómo van a ser allí las próximas semanas: «Es, con mucha diferencia, la temporada más alta de trabajo. Supone más del 70% de la facturación del año». Es verdad que los veranos «últimamente se está trabajando bien porque hay mucho turismo», pero la Navidad va a otro nivel en una juguetería. «Es –explica Patricia Arenal, la encargada del establecimiento santanderino– lo que nos hace sobrevivir el resto del año». Se la juegan
La temporada ha empezado «muy pronto». Se juntó el retorno de la campaña 'Santander Vale Más' con las promociones que tuvieron con motivo del cincuenta aniversario de Juguettos. «Así que desde finales de octubre es como si estuviéramos ya en Navidad». Para esta 'temporada alta' suelen incluir en la plantilla «dos o tres personas más». Dos, de hecho, ya han empezado y la tercera incorporación llegará «a mediados de diciembre». Porque, más allá de esa anticipación de la que habla, también «se apura mucho hasta última hora». Además, «por Papá Noel se vende, pero del 1 al 5 de enero esto es una locura». Los Reyes mandan. «Creo –analiza– que va a ser una buena campaña por ese tirón desde finales de octubre».
Y da gusto, porque cada vez quedan menos jugueterías en el centro de las ciudades, sobre todo por la competencia de internet. «Al comprar Juguettos la firma Imaginarium hemos ampliado la zona infantil».
¿Lo que más se lleva este año? Un muñeco de Stitch (de momento les queda, a 99,99 euros), un huevo de dinosaurio del que sale un animal (que cuesta 69,99 y que ya está agotado) y unas bolas con comida en miniatura (también agotadas). «Y los juegos de mesa, que nunca fallan», explica Patricia, que, pese a las semanas «duras» que tiene por delante, está «encantada con la Navidad». La ilusión de los críos lo compensa todo.
Carmen Rodríguez Perfumería Julia
«Papá Noel sí que se nota, pero el punto fuerte siguen siendo los Reyes»
Se junta ese cliente de toda la vida, el que no falla nunca, y el nuevo. «Al que queremos darle también ese toque de servicio personalizado, la atención familiar que es nuestro sello. Es una gozada porque compartimos con ellos el espacio y el momento de una compra que se hace en un momento feliz». Son semanas de no parar, pero Carmen Rodríguez, directora de tienda en la Perfumería Julia, lo cuenta encantada e insiste en esa idea de cercanía. «Los clientes saben que nosotras somos Carmen, Rocío, Lourdes, Blanca...». Es su manera de afrontar el tiempo de mayor tirón del calendario. «Nos jugamos el año», reconoce. En torno a un 20-30% de la facturación.
«Nuestra campaña de Navidad va del 1 de diciembre al 5 de enero. No es sólo la semana de las fiestas. Además, Papá Noel sí que se nota, pero nuestro punto fuerte siguen siendo los Reyes. Y durante la campaña siempre tenemos un detalle con los clientes porque es un momento de celebración». Un tiempo concreto al que dan un contenido específico –en esas fechas–, aunque en los últimos años prácticamente va unido en el tiempo al 'Black Friday'.
Como otros muchos comercios, sí que cuentan con un refuerzo de personal (ya lo tienen) y Carmen asegura que este año, en cuanto a las ventas, «tiene buena pinta, dentro del contexto que tenemos todos». Tiempos de lucha para el pequeño comercio.
Con la cosmética como punto fuerte de la tienda, destaca también la importancia de las fragancias, de las grandes referencias como el Chanel Número 5, Eau de Rochas, Carolina Herrera... Eso y los «cofres especiales que hacen las casas por Navidad».
Y «la ebullición que se nota mucho en la calle» (están en Jesús de Monasterio, en pleno centro de Santander). «Ahora –destaca– hay muchas más actividades que antes y esas iniciativas sí que se notan, ayudan al comercio».
Todo suma.
Alfredo Mira Turrones Monerris
«Es un examen absoluto, mi abuelo perdía el apetito por la preocupación»
Poco importaba que ya estuviera jubilado. Hasta que no iba a ver el almacén y confirmaba que la cosa iba bien, «perdía el apetito y hasta el habla». «Por la preocupación». Lo cuenta Alfredo Mira de su abuelo. El propietario de Monerris, el turrón de aquí que se elabora en Jijona, asegura que el negocio se juega, entre noviembre y diciembre, un 70% de la facturación anual. «Es un examen absoluto. Una campaña de mucho sufrimiento para el vendedor porque adelantas mucho género y mucho dinero. Te la juegas. Si no tienes las cuentas saneadas, te puede dejar tocado». ¿Cómo va por ahora? «Va bien».
Para hacerse una idea de los preparativos, desde enero (desde que finaliza la campaña como tal) empieza la planificación de la Navidad siguiente (formatos, envases...) y están pendientes de apicultores, almendras... Son productos de alta calidad y delicados. A finales de septiembre ya se va para Jijona (este año se fue el 18) y pasa allí algo más de dos meses. Acaba de regresar. Ya están a tope.
«En la campaña del helado, por ejemplo, vas fabricando y vendiendo en función de las necesidades. La demanda va creciendo poco a poco y baja de la misma manera. Te vas adaptando. Pero con el turrón son tres semanas en las que se vende todo y luego la demanda cae abruptamente. No puedes ir modulando la fabricación. No es posible», explica.
Ellos mantienen la plantilla del verano. Primero para empaquetar lo que va llegando y luego para atender. Y amplían el personal con «una o dos personas» para el periodo clave.
¿Novedades? Siempre hay alguna cosa. El año pasado empezaron con un turrón de pistacho duro y unas galletitas de turrón. Han funcionado y se quedan. «Pero esos experimentos que llaman turrón y que es una barra de chocolate con sabores no encaja con nuestro estilo. Nosotros hacemos pruebas con otros frutos secos, pero con la idea del turrón clásico».
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