La hora de las decisiones
Consecuencias. Los terremotos políticos nacionales, subrayados por el Congreso del PP y el Comité Federal del PSOE, provocan réplicas inevitables en los partidos cántabros, enfocados ahora en cómo afrontar la segunda mitad de legislatura
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Los coqueteos con la ultraderecha y la orden de no cometer errores
Si no media una catástrofe y no comete grandes errores en los próximos meses, es muy probable que el PP siga gobernando en Cantabria tras las elecciones de 2027. No es que lo digan los interesados para autoconvencerse, es que lo reconocen en privado sus rivales políticos y en público las proyecciones de votos. La propia inercia electoral le puede dar otros cuatro años de mandato a María José Sáenz de Buruaga, así que la incógnita está en saber bajo qué condiciones. Y aquí el panorama nacional tiene mucho que decir. Génova apenas ha tenido en cuenta al PP cántabro en la remodelación de la Ejecutiva abordada por Feijóo en el Congreso. María José González Revuelta repite como vocal, mientras que el alcalde de Selaya, Cándido Cobo, vuelve a sentarse en la Junta Directiva del partido, a la que se incorpora como novedad la regidora de Los Tojos, Belén Ceballos. Aunque el peso de la región en Madrid seguirá siendo muy liviano, es cierto que la presidenta cántabra ganó protagonismo y visibilidad durante el Congreso celebrado este mes en la capital, además del impulso que Feijóo parece decidido a dar a la alcaldesa de Santander, cada vez con más presencia nacional. Pero lo que realmente marcará las condiciones de su segundo mandato es, primero, cuánto caerá el PRC y, segundo, hasta dónde llegará el coqueteo del PP con Vox. La presidenta ya le abrió las puertas a la ultraderecha en el pasado Debate del Estado de la Región, animando al partido de Santiago Abascal a tomar el relevo del PRC como socio preferente del Gobierno. Eso sí, ella no oculta que prefiere gobernar sola aunque sea en minoría. Como hasta ahora.
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Una relación esquizofrénica con el Gobierno y la casa sin barrer
Al PRC le quedan muy lejos las elecciones de 2027. O al menos eso le gustaría. El partido se encuentra en plena reforma interna y tiene aún que tomar muchas decisiones antes de las urnas. Tiene candidata, sí, y elegida por una mayoría abrumadora de la dirección y los afiliados regionalistas, pero Paula Fernández es la primera que sabe que la vida sin Revilla no será igual. En la fiesta del partido de la semana pasada, tanto ella como él volvieron a pedir «unidad» con insistencia, lo que refleja que el PRC todavía está en posición defensiva e intentando levantarse de la lona. Con el PSOE tocando fondo, el PP intentando decidir quién quiere ser y Vox creciendo por los errores ajenos, los regionalistas creen que pueden beneficiarse del caos nacional. Lo que está por ver es si una hipotética migración de voto socialista puede compensar la fuga de papeletas regionalistas a PP y Vox en Cantabria. Pero antes de todo eso, el PRC debe resolver varias dudas sobre su identidad. La primera, quién liderará el partido. El Congreso para elegir al nuevo secretario general se celebra en un año y aún no se sabe si Revilla querrá continuar, si Paula Fernández acumulará cargos o se impondrá la bicefalia. Y la segunda, qué dirección política va a tomar. La relación esquizofrénica con el Gobierno del PP, apoyando sus presupuestos y semanas después suspendiendo su gestión, año tras año, no parece muy sostenible en el tiempo. A Fernández nunca le gustó la alfombra roja del PRC a Buruaga y es probable que prefiera darse la mano con el PSOE, pero la supervivencia del PRC es lo primero ahora mismo, y no parece que sea el mejor momento para depender de los socialistas.
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Un cambio en el peor momento y ni una sola voz crítica con el sanchismo
Con lo que le ha costado a Pedro Casares dar el paso y lo ha hecho en el peor momento». Un exdirigente socialista retrata así el sentir de un partido que, supuestamente, sufrirá como nadie en las urnas el terremoto de la política nacional. A dos años de las elecciones autonómicas, el nuevo secretario general de los socialistas cántabros no ha confirmado, pero sí deslizado, que será candidato a la presidencia aunque las proyecciones de votos lo dejen muy lejos de Peña Herbosa. Si el PSOE cae en Cantabria los mismos siete puntos que el CIS le vaticina a Pedro Sánchez en España, sus ocho diputados en el Parlamento se quedarían en cinco. Es decir, tendría imposible pisar moqueta sumando sus votos a los de un PRC también en retroceso. De momento, la orden es cerrar filas con Pedro Sánchez. No se permite ni una sola voz crítica en Cantabria contra la gestión de la crisis, sobre todo después de que Ferraz reforzase la posición de Casares con la salida de Eugenia de Gómez de Diego y la entrada de Carmen González en la Ejecutiva nacional. Solo falta por saber cuándo le enseñarán también la puerta de Delegación de Gobierno a la antigua colaboradora de Pablo Zuloaga. Mientras tanto, muchos ojos están puestos en los próximos movimientos de Casares. Pese a que varios barones socialistas se han puesto en guardia contra la propuesta de financiación de Cataluña que prepara La Moncloa, parece improbable que el secretario general del PSOE cántabro levante la voz contra Pedro Sánchez, mientras la Asturias de Barbón se empieza a revolver en el sillón y García-Page advierte del riesgo de «saqueo».
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Ante un relevo de líderes y con la mirada puesta en los tribunales
Pocos en Vox apuestan por la continuidad de Leticia Díaz como candidata electoral en 2027. El relevo de caras y nombres en Cantabria se da por hecho en el partido de Santiago Abascal después de una legislatura explosiva con denuncias por espionaje, escisiones en el grupo y acusaciones cruzadas entre compañeros de siglas que han laminado la credibilidad de Vox en el Parlamento. El último sondeo del CIS le da a la ultraderecha un crecimiento del 5%, lo que en Cantabria se traduciría en un salto de los 4 diputados actuales a 6, pugnando con PSOE y PRC, en ese escenario, por ser la segunda fuerza del hemiciclo. Casi nada. Pero en Madrid tienen claro que ese impulso en Cantabria será con otras personas. No solo porque está en juego la imagen del partido y el resultado en las urnas, sino porque un hipotético pacto de gobierno con el PP está condicionado a que otra persona encabece la lista. María José Sáenz de Buruaga no negociará mientras Leticia Díaz esté ahí. Pero mientras llegan las elecciones, a Vox le sirve su estrategia de hacerse el dormido mientras los demás se matan entre ellos. Con la corrupción del PSOE ocupando portadas desde hace meses y con Feijóo dispuesto a todo para parecer presidenciable, los de Abascal solo han sacado los pies del tiesto para avisar de que echarán del país a ocho millones de inmigrantes, aunque hayan nacido en España. El problema de la inmigración, al contrario que en Madrid o Barcelona, no ocupa los primeros puestos de la agenda política cántabra. Aquí de momento preocupan más los que se marchan –los jóvenes formados que no encuentran empleo– que los que llegan.
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