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Un agente de la Benemérita coloca los conos para delimitar el espacio para realizar el control de alcohol y drogas a la altura de Cicero. Alberto Aja
Reportaje

Una mañana de patrulla con Tráfico

El Diario Montañés se cuela en un coche de la Guardia Civil en un servicio rutinario de control de alcoholemia, radar y atención a accidentes

José Carlos Rojo

Santander

Lunes, 28 de julio 2025, 07:40

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El sol ya luce a las seis de la mañana en el cuartel de Campogiro, donde el sargento Elizo sube a un coche con su compañero, Luis Carrón. Ambos pertenecen a la Unidad de Tráfico de Plana Mayor, un equipo que tiene como objetivo servir de apoyo a otros destacamentos por toda Cantabria. El Diario Montañés se suma a esta jornada que recorre la región haciendo kilómetros de este a oeste, de Laredo a Los Corrales de Buelna. En este periplo hay tiempo para apoyar un control de alcoholemia, para completar el equipo que ha instalado un radar móvil, para solucionar una avería de un vehículo o para multar a una persona sorprendida 'in fraganti' consultando el móvil al volante.

«Mucha gente nos ha confesado que las carreteras serían la ley de la selva si no estuviéramos nosotros», asegura Elizo. El concepto público de la Guardia Civil de Tráfico varía según el momento. No es muy bueno cuando toca pagar una multa;pero cambia a positivo cuando se convierte en los ojos que velan por la seguridad de carreteras y autopistas, cuando son el teléfono al que llamar cuando hay problemas sobre el asfalto, cuando se trata de perseguir al infractor o cuando hay una duda que resolver.

Agentes de la Guardia Civil realizan el test de alcoholemia a un motorista en la N-634.

«Lo lógico es que no nos aburramos en esta época del año en que hay tanto tráfico y tantas incidencias», confirman los agentes antes de sincerarse. «Todavía hay gente que piensa que estamos aquí cobrando comisión por las multas que ponemos...», critican. «Si esto fuera así, nos habríamos retirado ya», cuentan entre risas. El humor es lo que les queda para contravenir la idea popular, la manera de explicar que no multan todas las veces que ven una infracción, que se valora mucho efectuar cada sanción y que los controles se instalan «siempre en los lugares donde creemos que se puede contribuir a mejorar la seguridad, no a recaudar», concretan.

Cavilando sobre todas esas cosas llega la primera parada: N-634 en el punto kilométrico 175.500, en la rotonda de acceso a Cicero. Allí otros dos agentes motorizados esperan y cuando están los cuatro comienza el trabajo. «Siempre somos un mínimo de cuatro agentes para hacer el control», informan.

El operativo es el que todo el mundo conoce: unos conos, la vigilancia de todos los vehículos que pasan y un ojo educado para discernir entre quién puede haber bebido y quién no.

La cifra

5 destacamientos

de Tráfico hay en la comunidad de Cantabria.

«Pare por aquí, por favor», le indican a uno. «No podemos fiarnos, pero por norma general lo habitual es parar a aquellos coches que ves con problemas, a aquellos que puedan hacer un gesto raro al vernos, quienes no tengan la pegatina de la ITV, etcétera», cuentan cómo algunas claves pueden ayudar a discernir entre usuarios.

Uno de los conductores da un bandazo metros antes de acceder a la rotonda. «Le voy a hacer un control de drogas porque me ha parecido raro lo que ha hecho», cuentan. Entre tanto, otro compañero coteja en la tableta toda la información que la DGTguarda en relación con la matrícula:seguro obligatorio, ITV, sanciones anteriores, todo. El resultado es negativo. «Es raro que a estas horas (son las diez) pueda haber gente que vaya ya bebida», zanjan. El trabajo en Cicero está hecho.

Coordinación

Un día al mes todos los agentes se reúnen para establecer una estratégica unificada a seguir

Segunda parada, los compañeros han montado un radar móvil en el kilómetro 86.500 de la N-629, poco antes de llegar a Limpias. El aparato está unos metros más adelante y el coche patrulla aguarda detrás, para ordenar parar a quien infrinja los límites de velocidad, que en ese punto están en 80 kilómetros por hora. «No hemos sorprendido a nadie en todo el tiempo que llevamos aquí», confiesan. El ordenador de abordo mandaría notificación de la infracción. Registra la fotografía del vehículo, la velocidad y la hora en que se produjo. «Todos esos datos se remiten a León que es donde se tramitan las sanciones». Han elegido este punto de la carretera porque es un trayecto donde en el pasado sucedían muchos accidentes. «Es algo que frenó en gran medida el radar de tramo, pero fuera de esos límites a veces la gente se sobrepasa», comenta Elizo.

Plan unificado

Una vez al mes todos los destacamentos de tráfico que hay en Cantabria –en Laredo, Santander, Torrelavega, San Vicente de la Barquera y Reinosa–, se reúnen para definir una estrategia a seguir. Se planifican las campañas de prevención específicas y se planean despliegues de controles, sobre todo para el caso de vacaciones, fiestas y fines de semana. «Pero luego vienen los colapsos de los accesos a las playas y esas cosas. Ahora lo que estamos viendo es si realmente la obra del nudo de Torrelavega ha resuelto el entuerto de los atascos».

Los agentes se mueven fundamentalmente en moto. «Eso lleva un peligro añadido. Yo he tenido tres accidentes en mi carrera», explica Carrón. Una vez en carretera, ponen mil ojos en los vehículos. Muchas veces se sorprende al conductor consultando el móvil, hablando por teléfono, etc. Sucede de repente. «Creo que estaba mirando el teléfono», dice el sargento. «¿Paro?», consulta el otro. «No, déjalo, no estoy del todo seguro». Perseguir a un vehículo para detenerlo puede resultar peligroso en carretera porque genera situaciones de peligro. «Siempre, siempre se valora mucho sancionar por todo lo que supone».

El agente Luis Carrón y el sargento Elizo, en el coche patrulla.

Otro coche escupe un denso humo negro por el tubo de escape. Se consulta con la base de datos si ha pasado la ITV y todo está en regla. No se le detiene. De pronto, llega un aviso de vehículo averiado en la A-67, a la altura de Los Corrales de Buelna. La patrulla se desplaza hasta allí pero no encuentra nada. «Habrá reanudado el camino», informan por radio.

Yde vuelta a Santander llega la primera multa del día. Un transportista va dando bandazos por la carretera. «Seguro que está mirando el móvil». Efectivamente, le cazan en el acto. Se le adelanta y se le invita a abandonar la carretera frente al Zoco Gran Santander. «Estaba usted con el teléfono y yendo de un lado a otro de la carretera», se le informa. La broma le costará 200 euros y tres puntos del carné porque llevaba el teléfono anclado al parabrisas. «Hay gente que se enfada pero hay que entender que no es personal. A todos nos ha pasado. A nosotros también. La ley está para cumplirla y es en beneficio de todos», argumenta Elizo.

Prevención

Los controles se realizan en puntos conflictivos para prevenir accidentes, «no para recaudar»

Termina la jornada laboral. La patrulla regresa a Campogiro y todavía queda un tiempo de trabajo de oficina. «Así estamos todo el día», cuentan los agentes. «Hace no mucho tiempo íbamos a caballo y ahora conducimos motos, coches y hasta drones;pero el trabajo sigue siendo el mismo». Vigilar las carreteras, convertirlas en un lugar más seguro. «Si no estuviéramos sería la ley de la selva porque imponemos respeto. Y no lo decimos nosotros».

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