

«La obra más maravillosa de mi padre es la que nunca llegó a ser, la montaña de Tindaya»
La creación de Eduardo Chillida en La Magdalena abre simbólicamente el curso de la UIMP. El espacio y el tiempo, la luz y el «equilibrio entre la esfuerzo y la reflexión» de su obra fueron claves revisadas por su hijo Luis en el primer acto cultural
«Es como si un trozo de Chillida Leku (museo del artista en Hernani) hubiese venido a pasar el verano en Santander». El «abrazo, el ... cobijo y el umbral» que se desprende de la obra del escultor Eduardo Chillida, 'Consejo al espacio VII', ubicada en el jardín frente a la fachada sur del Palacio de la Magdalena, simboliza desde ayer el punto de partida de los Cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. A través del testimonio de su hijo Luis, presidente de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, la UIMP plasmó una idea esencial en la trayectoria del artista: la de la obra compartida: «Lo que es de uno, es casi de nadie», repetía a menudo mi padre. De este modo, la UIMP repasó algunas de las claves del proceso de creación del autor de 'El peine de los vientos': ese «rumiente» que masticaba el espacio, la luz, la indagación constante en el presente y esa «búsqueda de equilibrio entre el esfuerzo y la reflexión».
Una velada en el Hall Real, con la mirada puesta en la escultura (en cuyos pliegues de acero corten, de vacío y de luz, el visitante puede sentir el espacio) y que preside ya el verano académico y cultural, sirvió de evocación y homenaje, a modo de celebración del reciente Centenario del nacimiento del artista vasco. La UIMP reflejó además con este primer acto cultural un «círculo mágico y azaroso» entre dos esculturas: la figura estilizada de 'Carlota' de Jaume Plensa, que se ubicó en idéntico lugar en 2022, tras la llegada de Carlos Andradas y su equipo a la Universidad; y la pieza de Chillida que sirve de icono al que será el último periodo de mandato del rector, tal como volvió a anunciar en la presentación.
Salvador Carretero, director del MAS, mantuvo un diálogo con Luis Chillida, precedido de una introducción del gestor del museo santanderino en la que aludió al vínculo con la naturaleza, a la idea de vacío y el silencio y al espacio interior en la huella del artista. Carretero apuntó siete señas de identidad, caso de «la primacía de la materia; de la experiencia sobre el experimento; de la creación sobre el análisis; de la búsqueda de cuartas y quintas dimensiones y de la importancia de primar la participación del espectador en la obra». A su juicio, «los grandes artistas de la historia, como Chillida, son formidables prospectores que nos invitan a mirar el mundo».

Luis Chillida subrayó «el respeto a los materiales» que tenía su padre y ese «diálogo y relación para ver a dónde te quieren llevar desde la propia forja, donde la materia se defiende». Y se mostró convencido, desde la experiencia de compartir y ser testigo de la creación del escultor, que «independientemente de tamaños y escalas, lo importante era poder hacer una obra para un lugar concreto. Fue un creador de lugares». Previamente, Carretero, en este sentido, se refirió al ideal que representó el proyecto de Tindaya para Chillida. El vaciado de la montaña (La Oliva, Fuerteventura) para crear en su interior un cubo vacío de 50 metros (equivalente a un edificio de 17 plantas). El hijo del escultor manifestó que «la obra más maravillosa de mi padre es precisamente la que no llegó a hacer, Tindaya».
Las frases
Presidente de la Fundación
Luis Chillida
«Mi padre nunca quiso explicar su obra porque estaba convencido de que eso suponía quitar la libertad a la gente»
Director del MAS
Salvador Carretero
«Los grandes artistas de la historia como Eduardo Chillida son formidables prospectores que nos invitan a mirar alrededor»
Luis Chillida, que recordó las visitas a Reinosa, a Sidenor (hoy F&C) donde desde finales de los 80 se forjaron muchas importantes obras del artista, dejó claro desde el principio que la «luz y el aura de su creación siempre estuvieron ligadas a su necesidad e interés que tenía por compartirla». Y a la importancia del tiempo, que «para él no era el tiempo del reloj, sino el de la música, el tempo, una cuestión en la que le gustaba indagar», mientras sonaba Bach en su actividad diaria con el taller abajo y el estudio arriba, «donde reflexionaba y daba vueltas a sus papeles».
El hijo del artista destacó, asimismo, que su padre no utilizaba el término maqueta, si no el de «aroma para definir los bocetos de sus proyectos, porque él creía que los vas olfateando hasta que se obtiene el resultado final». La idea de «fraternidad y el apego a sus obras» recorrió el recuerdo de Chillida, ese artista para el que «el horizonte era la patria de todos los hombres».
La vicerrectora de la UIMP, Matilde Carlón y la concejala del Ayuntamiento de Santander, Noemí Méndez formaron parte de la representación institucional del acto.
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