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Vista de la zona de Los Pinares y la avenida de los Infantes (en la parte izquierda de la imagen), en Santander. Juanjo Santamaría

La oferta de pisos turísticos se multiplica por trece en Cantabria en cinco años y supera a la de los hoteles

Santander, donde el crecimiento ha sido extraordinario, tiene dos mil alojamientos y ocho mil plazas | Suances, Ribamontán al Mar, Comillas y Noja siguen la estela de la capital y superan a Castro y Laredo

Álvaro Machín

Santander

Sábado, 20 de septiembre 2025, 07:26

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Udías es un municipio que roza los veinte kilómetros cuadrados y los mil habitantes –en concreto, 946 a finales del año pasado–. No tiene costa, pero no está lejos del mar. De hecho, limita al norte con Comillas y con Alfoz de Lloredo. «Un municipio de atractivo y rústico paisaje», lo definen en la web de Turismo de Cantabria. Allí, a finales de 2020, había registradas tres viviendas de uso turístico. Quince plazas en total. Este verano, en el listado de alojamientos de este tipo en situación de alta que maneja la Consejería aparecen 54 viviendas y más de doscientas plazas. Lo de Udías es sólo un ejemplo. Y ceñido únicamente a los datos de los alquileres vacacionales que actúan dentro de la legalidad. Los registrados –hay muchos más, es evidente–. Los pisos turísticos (el nombre genérico que se les da, aunque en realidad no todo son pisos) se han multiplicado por trece en la región en menos de cinco años. De 503 a casi 6.500. Las plazas que ofrecen superan con mucho a las que suman hoteles, hostales y pensiones en la comunidad

El turismo –y el negocio que lleva aparejado– ha crecido mucho en Cantabria. Eso está claro. En la estadística de equipamientos que ofrece el Icane (Instituto Cántabro de Estadística) crecen todas las modalidades, como puede verse en el gráfico de esta página. Los alojamientos extrahoteleros, los rurales, los albergues, las áreas de autocaravanas... Pero ninguno se acerca a la expansión de las viviendas de uso turístico. Desde el Icane insisten: son viviendas registradas en la Dirección General de Turismo en situación de alta. Habrá que ver en qué queda la cifra definitiva con la nueva normativa de registro único a nivel nacional y que deja fuera de la actividad (al menos de anunciarse en las plataformas de internet habituales) a unos cuantos alojamientos de este tipo. Y los efectos del decreto regional. Pero esa es otra historia.

La estadística está recién salida del horno. Datos de agosto. El caso de Udías es llamativo. Pero sobran ejemplos. Ampuero ha pasado de tener una a 41. Bárcena de Cicero, de cuatro a 52. Ruiloba, de seis a 58. Y así, muchos. Sólo cuatro municipios llevan ahora un cero en la tabla. Campoo de Yuso, San Miguel de Aguayo, Santuirde de Reinosa y Tresviso. Con casos significativos, como el de Torrelavega, la segunda ciudad de la región. Pasa de sólo dos a tener 85.

Y todo eso sin entrar en las que más tienen. Los municipios de costa mandan. Comillas contaba con 41 en diciembre de 2020. Este verano han sido 245. Noja pasó de 19 a 278 y en Ribamontán al Mar, de 25 a 300. Por encima se sitúa Suances, el segundo municipio con más viviendas de uso turístico legales en la región: 327 y 1.452 plazas (eran 26 y 110 hace cinco años).

En la capital

Conviene detenerse en las cifras de Santander. Por ser la capital y porque aglutina el mayor número en todas las categorías. Son más de 2.000 pisos turísticos (2.046, para ser exactos) y 8.273 plazas disponibles en ellos –no hay que olvidarse de que es sólo la oferta legal–. A finales de 2020 (fue el año del covid, hay que recordarlo en el análisis) eran 119 alojamientos. En septiembre de 2022, desperezándose de la pandemia, esa cifra ya se triplicó. Y a finales de 2024 se llegó a 1.896.

Resulta llamativo comparar en la ciudad estos números con los de la oferta hotelera tradicional (que incluye hoteles, hoteles-apartamentos, hostales y pensiones). En agosto, a pleno rendimiento turístico, han estado funcionando ochenta establecimientos, con una capacidad para albergar a 5.180 personas. El pulmón de la capital ha crecido, indudablemente. A finales de 2020, el número de negocios era de 67 (4.841 plazas). Las aperturas de hoteles, sobre todo de pequeño tamaño, ha sido una constante, un goteo, en estos años. Pero el número de camas disponible está muy por detrás del que ofrecen hoy las viviendas de uso turístico. Son 3.093 menos. Una distancia considerable.

Contrastes

De hecho, si uno analiza los datos en toda la comunidad autónoma en su conjunto llama la atención que el crecimiento en el número de hoteles o alojamientos rurales, aunque existe en general, es bastante discreto (ha habido aperturas, pero también cierres). Son unos cuantos más que hace cinco años, pero muy por debajo, en proporción, de lo que ha crecido el turismo en estos últimos años (tras la pandemia), en los que surgen incluso los debates sobre la masificación.

Los empresarios del sector hablan a menudo de la competencia de las viviendas de uso turístico. Les ha hecho daño. Especialmente en algunas zonas. Municipios como Alfoz de Lloredo o Cabezón de la Sal, en los que las viviendas de uso turístico se han disparado, tienen hoy menos alojamientos tradicionales que antes. Les han comido el terreno.

En Udías, sin ir más lejos, en 2020 había los mismos hoteles y casas rurales que ahora. No han crecido. Pero las viviendas de uso turístico han pasado de tres a 54. Un caso que sirve para entender lo que ha pasado.

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