¿Cómo prefiere alojarse en Cantabria?
Los turistas que acuden a la región durante sus vacaciones pueden escoger entre autocaravana, camping, hotel o apartamento rural
Olga González y Guillermo Guitián Desde Madrid, en autocaravana
«Ir en caravana es económico, cómodo y muy divertido»
Olga González y Guillermo Guitián son de Madrid y vienen a Santander a pasar una semana junto a sus parejas. Quieren aprovechar y hacer una ruta visitando varios paisajes del norte. «Vamos a recorrer desde la capital cántabra hasta Gijón». Santillana del Mar, San Vicente de la Barquera o Ribadesella son algunos de los destinos turísticos que tienen en mente. El principal motivo por el que viajan en autocaravana es porque se la compraron el año pasado y tienen que rentabilizarla. «Es económico, cómodo y muy divertido. Suelo invitar a los amigos y para este viaje he venido con mi hija y con mi futuro yerno», dice Olga, aunque rápido salta Guillermo entre risas que «eso –por lo de yerno– hay que verlo bien».
Poder decidir sobre la marcha qué hacer en cada momento es una de las mayores ventajas que destacan de viajar sobre las cuatro ruedas. «Si nos gusta el lugar donde estamos y nos apetece, nos podemos quedar más días sin ningún problema». De hecho, remarcan que «pensamos pasar todo el día en Santander, por la tarde ir a Santillana y si encontramos buen sitio dormir allí». Otro de los puntos a favor es la libertad que ofrece: «Te levantas a la hora que quieres y el desayuno puedes tomarlo cuando te apetece. En un hotel como vayas tarde ya no te dan de comer».
De su estancia en Santander reconocen que la primera noche que llegaron no encontraron sitio en el aparcamiento de Las Llamas y que tuvieron que desplazarse a otras zonas de la ciudad, «siempre con precaución y mirando las señales porque Santander tiene truco». Aunque Olga y su novio, en parte, ya se lo conocen. Hace solo una semana de su anterior visita a Cantabria. Estuvieron en San Vicente de la Barquera. «Nos gusta mucho comer, el turisteo de visitar todos los monumentos y pasear por el casco histórico. Pero sobre todo comer fabes, rabas, cachopo, tortilla…»
El bajo coste que implica viajar de esta forma con respecto al resto de alojamientos es otra de las razones por las que, cada vez más gente, lo elige para sus vacaciones. «Te gastas lo mínimo, es como si estuvieras en casa», apunta Guillermo. Aún no llevan muchos kilómetros, pero les gusta mucho y reconocen que conocer cada día a «nuevos vecinos» es muy gracioso.
Para el mantenimiento y las áreas de servicio, Olga explica que se guían por «una aplicación que indica todo, hasta si tienen agua o no. Los viajeros añaden reseñas para los siguientes y nosotros nos guiamos mucho por las opiniones anteriores».
Silvia Reguera y Juan Pardo Desde Valladolid, en camping
«Nos gusta más el camping, nos recuerda a la infancia»
De Valladolid a Santander en coche se tardan dos horas y media. El recorrido que han realizado Silvia Reguera y Juan Pardo para disfrutar de tres días en algunos de sus rincones favoritos de Cantabria. «Es la zona más cercana a nuestra ciudad que reúne playa, mar, costa y gastronomía», subraya Juan. Suelen venir todos los años porque «desde que era pequeño mis abuelos tenían aquí una vivienda y ahora mantenemos la tradición por recuerdo de la infancia».
Para Silvia es su tercera vez en la ciudad y admite que «me ha conquistado, me ha gustado muchísimo. Tanto, que la semana que viene venimos otros tres días». Remarca que las playas, la gastronomía, los paseos y el clima, que es «muy suave», son las claves para que repitan cada verano el mismo destino: Santander. «Los últimos años está haciendo demasiado calor y aquí disfrutas sin ese calor extremo, y sin ese frío tan fuerte que hace por las noches en Castilla». El norte es todo ventajas.
Juan añade que para él lo más especial es el paisaje, las vistas y lo relajante de alojarse en un entorno «muy natural, muy verde y muy agradable». Durante su estancia no han contratado ninguna actividad, pero «sí que hemos disfrutado de los atardeceres, de las vistas del faro, de los paseos por el parque de golf y de alguna otra parte de la ciudad», puntualiza. Las rabas del faro son una de sus paradas obligatorias y luego, «lo que surja». En este último viaje también han probado la Bodega del Riojano, «excelente».
En su caso el tipo de alojamiento «depende de cada año». «Ha habido veces que hemos venido de hotel, pero últimamente nos gusta más el camping porque es una actividad que también hacíamos de pequeños en la escuela con los scouts. Nos trae muy buenos recuerdos», señalan.
Acostumbran a venir con amigos y «acampar con ellos en el camping es una experiencia muy divertida». Sin embargo, esta vez, aunque era su idea desde un principio, no pudieron coincidir con el calendario del resto y «solo nos dio tiempo a tomar un café antes de que tuvieran que marcharse. Se iban poco después de que nosotros llegásemos».
«¿Es el primer año que venimos solos?», pregunta Juan en tono bromista a Silvia. Sí, era su primera vez solos. Y la principal diferencia que detectan con respecto a las anteriores visitas es que han «conectado» mucho más con la naturaleza. «Hemos tenido más tiempo libre, tiempo para descansar e investigar lo nuevo que ofrece una ciudad tan especial para nosotros».
Wei Yang y Alba García Desde Barcelona, en hotel
«Elegimos el hotel por la ubicación y la comodidad»
Son jóvenes y vienen de Barcelona con una idea muy clara: visitar a sus amigos de Santander y disfrutar de la ciudad. Wei y Alba se alojan en un hotel durante su escapada a la ciudad. «Lo hemos elegido por la ubicación. Los amigos viven cerca y para la comodidad de todos era la mejor opción», explica Wei. Se hospedan en el Hotel Santemar, frente a la Primera Playa de El Sardinero y aseguran que lo escogieron porque «las fotos eran chulísimas y nos lo recomendó el amigo que tenemos aquí».
«Somos una pareja muy versátil. Aún no hemos ido a ningún camping, pero no lo descartamos», comenta Wei. Esta vez la estancia será breve: apenas dos días. Pero ni eso les desanima. Tienen la agenda bien organizada. Alba, que conoce bien la zona porque veranea aquí con su familia desde que era pequeña, dice que siempre le gusta volver: «Mi abuelo era cántabro, así que cada verano venimos unos días. Se me hace muy cortito solo 48 horas, pero nos hemos organizado para hacer muchas cosas».
Pese a que el tiempo es limitado, recalcan que la experiencia está mereciendo la pena. Si repiten, lo tienen claro: «Sería más largo, más días, pero haríamos lo mismo, visitar las playas y, sobre todo, comer tortilla», dice Alba entre risas. Porque si hay algo que esta pareja está disfrutando por encima de todo son los pinchos de tortilla. «Lo mejor del viaje han sido las playas, la gente y la tortilla. También tenía muchas ganas de enseñarle El Puntal y le ha encantado», cuenta ella. Wei asiente: «La verdad es que el sitio es una pasada. Y el clima nos ha sorprendido. Siempre nos decían que en el norte llueve, pero ha hecho increíble».
Lo de la tortilla no es ninguna exageración. En solo dos días han completado una auténtica «ruta del pincho» por Santander. «Todos los días hemos comido tortilla, sin fallo. Hemos probado en muchos bares y nos gustan todos: la de bonito y mayonesa, la normal, una que hay con cebolla caramelizada...», explican entre risas y aún saboreándola.
Y como no podía ser de otra manera, su despedida de Santander también estará marcada por la tortilla. Se marchan hoy por la mañana y antes de volver a Barcelona, ya tienen planificada su última parada: «Vamos a comer el último pincho de las vacaciones».
Miguel Ángel García, Virginia y su hija Daniela Desde Madrid, en apartamento
«Con la niña preferimos la intimidad de un apartamento»
Miguel Ángel, su mujer Virginia y su hija Daniela, de cuatro años, han viajado desde Madrid hasta Cantabria para disfrutar, por tercera vez, de unas vacaciones en la región. «Vinimos hace cuatro años y nos gustó mucho», cuenta él. Desde entonces, repiten siempre que pueden. Se han alojado en una casa rural en Cabezón, desde donde tienen fácil acceso a muchos de sus pueblos favoritos. «Estamos cerca de Suances, de San Vicente de la Barquera, de Santillana del Mar… Hay pueblos preciosos a muy poca distancia».
Lo que más les atrajo en su primera visita, y que les sigue enamorando a día de hoy, es la naturaleza y las playas. «Esta costa, en comparación con otras del resto de España, tiene unas playas súper bonitas. Y para estar con la niña, genial y muy tranquilo».
Han estado una semana, desde el pasado domingo hasta hoy, y han aprovechado bien el tiempo. En anteriores visitas ya habían ido a Cabárceno y este año decidieron cambiar de plan. En su lugar, han visitado el laberinto de Villapresente. «Nos ha gustado un montón. No habíamos estado nunca y yo pensaba que era algo más pequeño, más sencillo... pero no, impresiona», explica Miguel Ángel. «Parece muy familiar, pero al final, o te ayudan, o cuesta salir».
«El jueves estuvimos en Santander y por primera vez subimos hasta arriba del todo del Parque de la Magdalena y subimos en 'el magdaleno'. Nos sorprendió por completo. Las vistas son muy bonitas». La capital cántabra les ha dejado muy buena impresión: «Santander es una ciudad muy bonita, tranquila, sana y con gente muy simpática. Y la playa de El Sardinero es espectacular», resume Miguel Ángel.
En cuanto al alojamiento, priorizan comodidad, flexibilidad y algo de intimidad. «Con la niña, nos viene mejor la estructura de un apartamento que un hotel. Nos gusta tener la opción de comer fuera, pero sobre todo, por estar a gusto». Tras buscar el año pasado varias opciones, dieron con los apartamentos Santa Lucía, en Carrejo (Cabezón), y desde entonces repiten. «En febrero volvimos a reservar para estos días».
Otra cosa que siempre les llama la atención es lo diferente que resulta conducir en Cantabria respecto a Madrid. «Allí para moverte coges la carretera de Valencia, la de Extremadura... son carreteras enormes y con mucho tráfico. Aquí, con la A-8 vas viendo árboles por un lado, mar por otro. Da gusto conducir por autopistas así». Aunque avisa con humor: «Aquí hay muchos radares, hay que tener cuidado. Pero la calzada está muy bien».
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