'Sí quiero', pero este año no

«El año pasado hice unas 12 ceremonias, este verano tres. Las pérdidas económicas son brutales». Este breve testimonio refleja el catastrófico verano que ha supuesto el covid-19 para el sector nupcial en Cantabria. ¿Cancelar o aplazar? Esa es la gran pregunta que cientos de novios han tenido que plantearse desde que el Gobierno de España decretara el estado de alarma. La respuesta, difícil de asumir por motivos sentimentales y económicos, no solo afecta a la pareja, también a un buen puñado de agentes cuyos ingresos dependen del 'sí quiero'. Fotógrafos, maquilladores, djs, peluqueros, floristas, diseñadores, agencias de viajes, hosteleros, y así una larga lista que cae en la ingente bolsa de afectados por la pandemia.

Raquel Ibáñez y Darío Sánchez, de San Vicente de la Barquera, se tenían que haber casado el 19 de septiembre, pero en mayo -«como vimos que la situación no mejoraba», señalan- decidieron cancelar. «Nos pasábamos el día preocupados y dando vueltas al tema, así que lo aplazamos a la primavera de 2021. Sabemos que nos tendremos que casar con mascarilla, pero quizá para entonces ya no haya restricciones en el número de invitados. Tenemos casi 200», dice Ibáñez.

La declaración que abre este reportaje pertenece al fotógrafo cántabro José Antonio Pérez, de Foto Estudio Trama, en Torrelavega. Las cuentas, como a muchos otros, no le salen. Las pérdidas para su sector son «una burrada» y según cuenta, hay otro problema añadido: «Este verano, como no ha habido vacaciones, el revelado ha bajado un 80%. Ha influido todo», lamenta. Unas pérdidas que también alcanzan al sector del transporte. Si no hay invitados, tampoco autobuses que les desplacen hasta el lugar de la celebración de la boda. «En 2019 hicimos unos 150 servicios. Este verano no llegan a cuatro. El sector está paralizado», señala Santos José Benito, gerente de Autobuses Benito.

Según el obispado de Santander, «un 70% de parejas ha trasladado la ceremonia religiosa a 2021». No es posible comparar los datos de bodas religiosas porque hasta enero no hacen recuento, pero las civiles sí. El año pasado se celebraron en la capital cántabra 154 enlaces, 142 en el Palacio de la Magdalena y 12 en el Ayuntamiento. En lo que va de año -y no parece que se vayan a celebrar muchas más- se han dado el 'sí quiero' 61 parejas, 51 en la península de la Magdalena y 10 en el consistorio.

Aradia Gómez es wedding planner. Asegura que la situación que viven todos los profesionales que se dedican a los eventos es «terrible». «Ya no es solo no poder trabajar hoy en día, es no saber cuándo vamos a poder volver», señala. Por su experiencia sabe que la situación se antoja difícil, a pesar de tener cerradas numerosas bodas en la agenda de 2021 y 2022: «Estoy empezando a notar que están intranquilos. Y yo también. Vemos que el covid se va a quedar más tiempo. Tengo parejas que, aunque siga habiendo restricciones y tengan que llevar mascarilla, se casarán. Pero otras ya me han confesado que volverán a aplazar su boda si no la pueden celebrar como tenían pensado».

Manuel Ruiz Valero, gerente de hostelería del Gran Casino del Sardinero, se suma al sentir común del sector nupcial. «Este verano ha sido un desastre. Se han pospuesto todas las bodas, solo hemos tenido dos de 30 personas. El covid ha provocado una caída para nosotros del 90% de los ingresos», apunta Ruiz Valero. En el caso del Gran Hotel y Balneario de Puente Viesgo fue la propia dirección quien decidió, en agosto, cancelar todas las bodas del año: «Teníamos más de cien ceremonias programadas y hemos celebrado 20. Las que quedaban pendientes las pospusimos para 2021 por responsabilidad al ver que la situación seguía igual. Esperamos recuperar en el próximo ejercicio porque este verano ha sido un desastre», apunta la directora, Eva Magaldi.

Belén Escudero, que se casa en Cantabria en septiembre de 2021, asegura que esta pandemia le está «cortando» la ilusión que supone organizar una boda. «Ahora se están celebrando ceremonias, y de mucha gente, pero nosotros si la situación está como en la actualidad no lo celebramos porque no queremos poner en riesgo a la gente que queremos», asegura. ¿Y qué pasa con la luna de miel? «Nos íbamos a Japón, pero hemos tenido que pagar el cambio de fecha porque como somos españoles nos obligan a hacer cuarentena», apunta Raquel Ibáñez.