Los residuos y la flora invasora, principales problemas de los ríos cántabros
Veintinueve de los setenta tramos analizados por los voluntarios de la Red Cambera presentan alteraciones importantes por especies colonizadoras
La imagen de un río con agua transparente, lleno de vida y rodeado de vegetación frondosa es la que solemos tener en mente cuando pensamos en un lugar donde refrescarnos durante los días calurosos de verano. Sin embargo, la presión humana, los residuos y la expansión de especies vegetales invasoras amenazan estos ecosistemas. Entender el estado de los ríos es clave para conocer la salud ambiental de la región y, por extensión, el bienestar de la ciudadanía que vive en ella. La diversidad y abundancia de organismos en un río pueden ser un buen indicador de su estado ecológico. En general, los ecosistemas degradados presentan una menor variedad y cantidad de especies que aquellos bien conservados. Cada año, la asociación Red Cambera lleva a cabo dos campañas de análisis en distintos tramos de los ríos cántabros: una en primavera y otra en octubre. Estas campañas cuentan con la participación de alrededor de 100 grupos de voluntarios, algunos de los cuales colaboran desde hace más de ocho años. En la primavera de 2025 se han estudiado 70 tramos distribuidos por toda la región.
Un 41 % de los tramos analizados presentaban una alteración importante del bosque de ribera. Este bosque, que actúa como franja de transición entre el ambiente terrestre y el fluvial, permite el desarrollo de comunidades animales y vegetales muy específicas. Además, cumple múltiples funciones: es un corredor biológico que da continuidad al paisaje, regula el microclima del río, recoge agua subterránea, estabiliza el suelo, y puede ser utilizado como refugio climático. Sin embargo, este hábitat está amenazado por la presencia de flora invasora. De los setenta ríos evaluados esta primavera, 39 contenían especies vegetales exóticas. No todas las especies invasoras afectan del mismo modo, pero algunas, como los plumeros, resultan especialmente transformadoras y destructivas para el entorno. En Cantabria se han identificado 28 especies vegetales invasoras, algunas con una expansión aún moderada y otras cuya presencia está tan extendida que ya resulta imposible erradicarlas del territorio.

impacto >
Flora
exótica
en los
invasora
foto: Martine De Sutter
foto: Martine de Sutter
foto: Helmut Witmann
ríos de
Cantabria
foto: Xavi Varela
ALTO
MEDIO
BAJO
Guía de
especies
distribución por cuencas >
Arbusto de las mariposas
Bambú Japonés
Plumero
Bambú
Broza del Canadá
Flor de laguna, duraznillo de agua
Caña común
Cala, manto de la virgen
Jacinto de agua
Madreselva japonesa
Tupinambo
Onagra
Altamira, ajenjo de China
Carmín
Juncia
Margarita mexicana
Milenrama brasileño, cola de zorro
Mimosa
Planta cruel
Zumaque de Virginia
Amor de hombre
Hiedra alemana
Falsa acacia
Caña de Indias
Vara de San José
Azolla
Bromo americano
Balsamina del Himalaya
Saja
Miera
Fallopia japonica
Cortaderia selloana
Tradescantia fluminensis
Buddleja davidii
Phyllostachys aurea
Elodea canadensis
Senecio mikanioides
Ludwigia sp.
Robinia pseudoacacia
Canna indica
Arundo donax
Zantedeschia aethiopica
Eichhornia crassipes
Lonicera japonica
Helianthus tuberosus
Oenothera sp.
Artemisia verlotiorum
Crocosmia x crocosmiiflora
Azolla sp.
Bromus willdenowii
Phytolacca americana
Cyperus eragrostris
Erigeron karvinskianus
Myriophyllum aquaticum
Acacia dealbata
Araujia sericifera
Impatiens balfourii
Rhus typhina
Besaya
Campiazo
Costa
Oeste
Costa
Este
distribución >
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Nansa
Agüera
Asón
Pas
Deva
Pisueña
Camesa
Ebro
Información:
Ángel Dominguez
Ana Gracia, coordinadora de proyectos de Red Cambera y acompañante de los grupos de voluntarios, explica que la herramienta más eficaz para combatir esta problemática es el control y la gestión activa. No obstante, advierte de que esto requiere una importante inversión económica y recursos sostenidos en el tiempo. Otro de los factores que deterioran el entorno fluvial son los residuos. Hace años era común encontrar grandes electrodomésticos, como neveras, abandonados en los márgenes de los ríos. Aunque estos elementos ya no son frecuentes, un 57 % de los tramos analizados en esta campaña presentaban restos de plástico o fragmentos metálicos, según detalla también Ana Gracia.
Durante las inspecciones, los voluntarios rellenan una ficha que recoge información como la anchura media del cauce, las condiciones de las márgenes, los usos del suelo, el color y olor del agua, la presencia de residuos, la flora y fauna circundantes, y el caudal, entre otros parámetros, y que finalmente se traduce por un valor numérico y la clasificación final. Estas técnicas se actualizan cada cinco o seis años; la última revisión se hizo en 2024, con el objetivo de mejorar la categorización del bosque de ribera y contabilizar mejor los daños en este hábitat.
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