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Miguel Ángel Revilla ha salido este viernes de los juzgados de Las Salesas, en Santander, sin intención de dar un paso atrás. Lo ha hecho ... emocionado, arropado por una decena de personas que se han acercado a mostrarle su apoyo, y con un mensaje claro: no rectifica, no se arrepiente y espera encontrarse con el rey emérito en un futuro juicio.
El expresidente de Cantabria ha comparecido en un acto de conciliación a raíz de la demanda que Juan Carlos I ha presentado contra él por supuestas vulneraciones a su derecho al honor. Revilla había sido citado por expresiones como «evasor», «corrupto» o «apátrida fiscal» pronunciadas en entrevistas, libros y tertulias desde 2022. Sin embargo, el monarca no se presentó. «Está en España, a una hora en avión, rodeado de escoltas que pagamos todos. Podía haber venido», lamentó el regionalista.
A su llegada al juzgado, visiblemente emocionado, ya dejó entrever que no había intención de pactar. «Claro que voy a mantener lo que he dicho. Me gustaría verle, pero como esto irá a juicio, espero que venga entonces», dijo ante una nube de periodistas. Al salir, volvió a emocionarse al ver el respaldo popular: «Lo único positivo que saco de esto es el cariño de la gente. Me paran por la calle para abrazarme».
Revilla defendió que no ha inventado nada, que todo lo que ha dicho está basado en informaciones publicadas por medios y autores de reconocido prestigio. «Muchos de vosotros podríais estar aquí sentados también. Yo solo he recogido lo que se ha dicho en periódicos, radios y libros. Si hay que denunciar, que denuncie al New York Times, a Forbes o a los autores que comparan su entramado con una mafia».
El líder del PRC no ocultó la carga personal que le supone esta situación: «Estoy a punto de cumplir 83 años, con mi mujer enferma, y me encuentro aquí como si hubiera robado un banco. Llevo 40 años viniendo a este edificio a registrar candidaturas, y ahora entro por esto». Aun así, reivindicó su papel: «No me callé con Aznar y la guerra de Irak, ni con las preferentes. Y no me voy a callar ahora».
En el interior de la sala, según relató, el acto tuvo un tono inusualmente tenso, con réplicas y contrarréplicas. El abogado de Revilla, José María Fuster-Fabra, negó de forma contundente que su defendido hubiera mentido: «Ha hablado desde la información, no desde la invención».
Para Revilla, la demanda no busca justicia, sino escarmiento. «Han ido a por mí porque soy conocido. Pero yo no tengo avión privado ni guardaespaldas. No soy un Borbón, soy un Revilla». Y concluyó, entre aplausos: «No rectifico. Lo que he dicho lo creo. Y lo que he hecho, lo volvería a hacer».
El juicio, si nada cambia, se celebrará en los próximos meses. Y Revilla ya ha pedido que el rey emérito esté presente. Esta vez sí, cara a cara.
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