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Santander, bisagra entre el Lluch político e intelectual
El rector Ernest Lluch, asesinado por ETA hace hoy 25 años, libre, renacentista e ilustrado, siempre con el diálogo como bandera, lideró la mejor etapa de la UIMP y sembró de ideas la ciudad
Le gustaba asomarse temprano por un ventanuco bajo la torre del Palacio de La Magdalena. Ministro, rector, profesor siempre, el suyo no fue un mero paso fugaz y cumplidor al frente de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Entre Barcelona y San Sebastián, Santander se hizo un hueco en la genética académica y en las querencias e inquietudes vitales de este hombre libre, renacentista, ilustrado y atrevido. Ernest Lluch habitó en la ciudad durante más de seis años y la ciudad fue habitada por el rector culto, elegantemente despistado y austero, un catalanista sin complejos con visión de Estado cuyas acciones y decisiones estaban presididas por la bandera del diálogo. Hoy se cumple un cuarto de siglo de su asesinato a manos de la banda terrorista ETA en el aparcamiento de su domicilio en Barcelona. Apenas un año antes, en la capital guipuzcoana, el político socialista, durante un mitin, ante un grupo de radicales que trataban de boicotear el acto, pronunció unas palabras que han quedado impresas en la memoria del ecosistema de la lucha contra el terrorismo: «Gritad, porque mientras gritáis no mataréis».
En la vida de Lluch (1937-2000) Santander se convirtió en un puente, en un lugar bisagra entre el político del PSC, que destacó por su lucha antifranquista y su labor como ministro impulsando la Ley General de Sanidad, además de economista, catedrático, y el intelectual sagaz y audaz que nunca rechazaba el cuerpo a cuerpo de ideas y debates. El humanismo y la autenticidad marcaron la trayectoria de este polemista, articulista incómodo, sutilmente directo en sus conversaciones, con un punto de provocación dosificada e ironía. A la UIMP (1989-1995) le devolvió su verdadera identidad, cuidó su esencia internacional y apostó por potenciar esa comunidad de pensamiento y de isla de libertad. Agitador, «libre y atrevido», calificativos que eligieron Josep Morell y Jordi Vilar para un documental sobre su figura, Lluch apostó por el rigor académico y científico y también una cierta osadía a la hora de propiciar iniciativas y buscar acicates para nuevos proyectos.
Profunda huella
El curioso e ilustrado rector dejó una profunda huella en el mundo social y cultural de Cantabria. Al gestor comprometido se deben el origen, el fundamento o el impulso de propuestas paralelas a su actividad académica. La más mediática de ellas fue la reforma del Palacio de La Magdalena. Lluch y el entonces alcalde de Santander Manuel Huerta fueron los artífices de un proyecto que conllevó la inversión de 5.000 millones (de pesetas), fruto de un convenio fraguado entre ambos para que el Ayuntamiento y el Ministerio de Educación compartieran gastos.
Asimismo, propuso el fundamento de la feria Artesantander, junto al galerista Francisco Revilla y Mario Antolín, su primer director. Su puesta en marcha insólita en la periferia, fuera de los grandes centros del mercado del arte, estuvo marcada por el éxito y sentó las bases de su continuidad hasta hoy. Lluch también estuvo detrás de la presencia en la ciudad de la Bienal de Arquitectura y, por supuesto, de la citada revitalización de los Cursos de Verano. En su permanente defensa de cauces para interrelacionar apoyos y colaboraciones abrió la puerta, a través de la programación cultural de instituciones como la entonces Junta del Puerto, a la presencia de la marca Guggenheim en la ciudad, plasmada en varias exposiciones. En realidad, se convirtió en el germen del asentamiento de la Fundación y su Museo en España, aunque en Santander, pese a los esfuerzos de Lluch, no encontró ni complicidades ni respuestas.
En un homenaje en 2020, Antón Costas, quien fuera estrecho colaborador de Lluch en la UIMP, ensalzó al «trabajador incansable», al practicante del 'saperes aude' ('atrévete a saber'). A su juicio, la UIMP y Santander fueron claves en la vida del socialista al ser las puertas que le hicieron pasar de una etapa muy política a una más intelectual. La referencia a Lluch de Pasqual Maragall, expresidente de la Generalitat, revela de forma lúcida la personalidad del profesor, investigador y gestor que encontró en La Magdalena ese territorio fecundo para alumbrar nuevos caminos: «Deseaba que no pensaras como él para poder discutir su verdad con la tuya».
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