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Esteban Campelo, Santiago (14 años), Pablo (12), Esteban (10), Inmaculada (16), David (8), Ana (6), Belén (2), Esperanza (4), José (8 meses) y Teresa Martínez, en el Carrefour de El Alisal después de hacer la compra. Juanjo Santamaría

En el súper con Teresa, Esteban y sus 9 hijos

La familia Campelo Martínez sabe muy bien lo que es la inflación y cómo la subida de precios le ha obligado a cambiar sus hábitos de compra. El Diario estuvo con ellos en su recorrido por el supermercado

Candela Gordovil

Santander

Lunes, 20 de junio 2022, 07:22

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Compran 6 barras de pan todos los días. Beben 150 litros de leche al mes, es decir 36 bricks cada cuatro días. Ponen 10 lavadoras semanales y necesitan mínimo 4 botes de detergente al mes. Y así con todo: la fruta, los yogures, la verdura... Teresa Martínez y Esteban Campelo tienen 9 hijos, que van desde los 8 meses hasta los 16 años, y aunque hacen una compra «gorda» semanal, todos los días vuelven al supermercado a por algo que se les ha acabado. Ambos reconocen que con la subida de los precios ir a comprar «es un horror». Y agradecen que todos sus hijos, menos el pequeño, acudan al comedor del colegio. «Es un alivio». El Diario acompaña a esta familia numerosa a llenar el carrito de su «interminable» compra por los pasillos de Carrefour en El Alisal, en Santander. «Es un suplicio. Comen todos muchísimo y al final de mes es una pasta. Siempre hemos mirado mucho lo que gastamos, pero desde febrero, aún más. Está todo carísimo», lamentan los padres.

Un incremento de casi 200 euros mensuales en el tique de la compra ha obligado a Teresa y a Esteban a modificar algunos hábitos en su recorrido por los pasillos del supermercado. «Todo lo que echamos a los carritos, porque en uno no nos entra todo, es de marca blanca. Está igual de rico y cuando llega el momento de pagar, se agradece mucho». Pablo, uno de los hijos mayores, lo corrobora: «Las pizzas que compramos ahora nos encantan, y el Cola Cao, también. Incluso más que lo que comíamos antes».

Para el fin de semana, que es cuando se permiten más caprichos, compran cuatro pizzas familiares para todos y un par de refrescos. Pero de tamaño grande. «Cogemos botellas de dos litros, más baratas y que nos duran hasta el domingo».

Ofertas, productos de marca blanca, pocos caprichos y el alivio del comedor escolar permiten a esta familia más que numerosa aguantar la subida de precios

No es la única nueva costumbre que han adoptado: vigilan las ofertas en productos más caros y compran siempre packs familiares o económicos. «El precio de la carne está por las nubes. 7,60 el kilo de pavo», dice Esteban mientras devuelve la bandeja a la estantería y coge una oferta de hamburguesas. También preparan comidas de rápida elaboración y que «cunden mucho. Tiramos bastante de pasta y de cocido... Les encanta, y es fácil hacerlo y calcular las cantidades para los 11», explica Teresa.

Muchas bocas

«Normalmente hacemos una compra grande todas las semanas, pero prácticamente todos los días venimos a por cosas que se nos van agotando» cuenta el padre . «Una vez fuimos al súper a por pan y acabamos gastando más de 100 euros. Es un montón», dice Pablo, uno de los hijos. A lo que su hermana Ana responde: «Es que nosotros somos muchísimos».

«¿Leche? De la leche ni me hables. Acabamos de comprar 6 cajas con 6 bricks cada una y en 4 días tendremos que volver a por más. Es uno de los productos que más ha subido y que más necesitamos. Entre los que toman biberón, los que se beben tres vasos de Cola Cao al día y nosotros, que tomamos café todas las mañanas... Es lo que hay. Intentamos ahorrar y gastar lo menos posible pero tenemos que alimentarnos. Ellos están creciendo y necesitan comer de todo».

Aun así, tienen un gran aliado: el comedor del colegio. «De los nueve, solo el pequeño come en casa. Y es una gran ayuda. Además, en el centro al que van, a partir del tercer hijo, te becan en el comedor. Es una liberación para nosotros. De lo contrario, sería bastante complicado».

Juanjo Santamaría

«Caprichos»

Mientras recorren los pasillos de los productos refrigerados, sus hijos les preguntan si pueden coger una marca de yogur concreta, «que es la más rica», y que no pueden comer entre semana. «Solo los findes». Ante la respuesta afirmativa de sus progenitores, los hermanos no tardan ni medio segundo en echarlo al carro. Igual que al pasar por delante de las chocolatinas y golosinas. «Cuando venimos todos nos vamos parando todo el rato. Cada uno quiere una cosa. Pero es imposible. Económicamente es inviable. En el fondo, ellos son conscientes y no protestan casi nada».

Otro de los productos que más daño les hace a la cartera es el detergente para lavar la ropa. «Ponemos diez lavadoras semanales. Cuando nos acercamos a la estantería de los productos de limpieza nos entran sudores. Siempre ha sido bastante caro, pero ahora es una locura».

A pesar de los gastos que supone tener 9 hijos «y los dolores de cabeza constantes», tanto Teresa como Esteban reconocen tener mucha suerte con cada uno de ellos. Desde José, el más pequeño, que nació el pasado septiembre, hasta Inmaculada, que tiene 16 años. «Comen de todo, no se quejan y no son nada caprichosos. Tienen su carácter pero se llevan bien y nos hacen la vida muy llevadera».

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