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Viaje en tren Bilbao-Santander: Tres horas y media, dos averías con transbordos y un taxi

Antes de salir de la estación de partida, queda anulado el viaje y el tren alternativo sufre una fuga que obliga a parar a medio camino | En el recorrido del jueves se aprecia que son pocos los pasajeros que cogen este tipo de transporte para realizar el trayecto completo | La duración del itinerario en circunstancias normales es superior a tres horas y cuesta 8 euros, ayer solo cada taxi costó 100 euros

Viernes, 12 de septiembre 2025, 07:19

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Jueves, 11 de septiembre. Ocho de la mañana. Veinte pasajeros esperan su tren en la estación de La Concordia de Bilbao. Solo uno de ellos con destino hasta Santander. Salida prevista: 08.31 horas, con una tarifa de ocho euros y tres horas y media por delante –en autobús el tiempo se reduce a la mitad–. Día elegido al azar para realizar un reportaje del recorrido y de la demanda del trayecto, ahora que la incertidumbre planea sobre el proyecto del tren rápido entre Vizcaya y la capital cántabra. Pero el primer contratiempo llega sin haber puesto un pie dentro del vagón. Era el arranque de un viaje marcado por dos averías, dos transbordos y un tramo final de 68 kilómetros en taxi hasta Santander.

Tan solo veinte minutos antes de la hora de salida, se confirma que el tren no podrá salir. La empleada de Renfe avisa al único viajero en la estación con billete hasta la capital cántabra –el periodista de El Diario Montañés– de que ha habido una avería y que tendrá que coger un Cercanías hasta la localidad vizcaína de Aranguren, donde se habilitará un transbordo hasta su destino final. «Es habitual, suelen pasar este tipo de incidencias», reconoce una de las trabajadoras. «Hace tiempo hubo un derrumbe en un túnel a la altura de Traslaviña y ahora un tren se ha averiado», explica.

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El tren Bilbao-Santander se suspende por avería y se habilita otro hasta Aranguren

8.31 h.
El tren de Bilbao a Santander que tenía prevista su salida a las 08.31 horas quedó suspendido por una avería. El aviso, apenas veinte minutos antes, no llegó de forma telemática, sino que fue el personal de la estación el que tuvo que ir, uno a uno, comunicando el fallo en el vehículo y explicando la solución: viaje en un Cercanías hasta Aranguren y, allí, transbordo en otro tren para continuar hasta el destino.

El tren alternativo desde Aranguren se detiene en Carranza por otra avería

9.27 h.
Ya en el interior del segundo tren, el número de pasajeros es inferior. Y solo tres estaban dispuestos a hacer el transbordo, una señora que tenía que «ir urgentemente hasta Treto», un hombre extranjero que preguntó varias veces por Ramales, pese a que allí no había parada de tren; y el reportero de El Diario Montañés. Con el sonido de la fuga de fondo desde casi el inicio, el tren hizo el trayecto hasta Carranza.

Dos transbordos después, en Carranza, Renfe habilita taxis para continuar el viaje

10.18 h.
Dos horas después de empezar el viaje en Bilbao, que ya ha pasado por dos trenes distintos, llega la segunda avería de la mañana y el recorrido se vuelve a detener en la estación de Carranza. Allí, los pasajeros esperan durante veinte minutos a conocer la solución: la propia maquinista es la que informa de que Renfe habilitará taxis. Y después de otra media hora, empieza la recogida. Son ya las 11.00.

Llegada a la estación de Santander en taxi tras recoger al resto de viajeros

11.50 h.
Dos taxis fueron a recoger a los pasajeros que aguardaban en Carranza. En ese momento, tres más la maquinista.Pero había que recoger a los que esperaban en el resto de paradas del recorrido hasta Santander. Y fue al llegar a Gibaja (Ramales de la Victoria) cuando se dieron cuenta de que había que solicitar más apoyo a la centralita. Los primeros en subir al taxi llegaron a la ciudad a mediodía.

AUX STEP FOR JS

Juan Alberto Coronel, viajero habitual a Zaramillo, comenta que la duración de la espera «depende del día. Hay días que tarda poco y hay otros que son horas, dependiendo de la avería. Hay algunos en los que te quedas sin transporte directamente». La cosa debe de haber mejorado en los últimos tiempos, pues Juan Alberto asegura que con Feve, anterior empresa encargada del trayecto, se estaba mucho peor que con Renfe. Sin embargo, los problemas suelen ser bastante comunes. «Hasta ahora estábamos con un autobús de apoyo, pero en principio esta debería ser la única incidencia del día», confía la empleada. Por desgracia, se equivocaba.

Una vez hecho el transbordo en Aranguren, casi una hora después del punto de partida, el número de pasajeros a bordo ya se ha reducido. A los diez minutos, se empieza a escuchar un soplido fuerte proveniente del techo del vehículo. El sonido continúa, ininterrumpido, hasta que el tren se ve obligado a parar en la estación de Carranza. Son las 10.18 horas y el recorrido aún está a medio camino del destino. Una de las maquinistas informa a los tres pasajeros que quedan de que se ha producido una fuga y que hay que esperar en la estación a un refuerzo por parte de Renfe. En ese momento, la duda era si sería otro tren, un autobús o un taxi. No se concretó hasta veinte minutos después.

Durante la espera, una viajera comenta que «esto suele ser así e incluso peor», y recuerda una ocasión en la que ella volvía de Udalla a Bilbao por la noche y tardó más de tres horas, casi perdiendo en esa ocasión el vehículo alternativo por un problema de comunicación con un empleado. «A veces no pasan estas cosas, pero la gran mayoría de viajes son así», se queja la mujer, «harta» de tantos imprevistos. Mientras tanto, otro pasajero, extranjero de edad avanzada, prueba a hacer autoestop, pero desiste por la falta de coches en la zona. Al final, sobre las 11.00 horas, en vista de que allí solo había tres personas para continuar todo el recorrido, se decantaron por llamar a dos taxis. Pero la solución se mostró insuficiente a medida que fueron recorriendo, parada a parada, el camino restante entre Carranza y Santander para recoger al resto de pasajeros. El tiempo de viaje, que ya llevaba una hora de retraso en ese momento, se recupera en el tramo por carretera. Eso sí, solo la carrera del primer taxi costó 113 euros. Así, tras tres horas y media de periplo, un poco más de lo esperado en el ya de por sí largo viaje, el último pasajero llega a su destino.

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