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La semifinal que lo cambió todo: cómo España se ha acostumbrado a pelear contra las grandes
En otro tiempo, enfrentarse a selecciones como Alemania, Inglaterra o Francia era casi un acto de fe. Ahora, España lo hace con la seguridad de quien ha aprendido a competir, a sufrir y a ganar en escenarios grandes.

El duelo de semifinales contra Alemania en la Eurocopa 2025 ha sido mucho más que un partido. No se trataba solo de alcanzar una final, sino de confirmar que España ya pertenece, sin discusión, a la élite del fútbol europeo. Cada balón disputado, cada jugada trabajada, ha sido el reflejo de un cambio profundo de mentalidad que se ha ido forjando durante años.
Esta generación de la Roja ha dejado atrás el complejo del “buen papel” o de la “digna derrota” que acompañó a otras selecciones del pasado. En este momento, el objetivo es inequívoco: pelear por todo, llegar a las finales y levantar títulos, con la ambición y la madurez propias de un equipo que se ha ganado el derecho a creer en grande.
Un camino marcado por actuaciones decisivas

El recorrido de España en esta Eurocopa 2025 ha confirmado su salto competitivo. Arrancó con un contundente 5-0 ante Portugal, un debut que exhibió la mejor versión de Alexia Putellas y Mariona Caldentey, además de una Vicky López convertida en la futbolista más joven en marcar para España en una Eurocopa. En el segundo encuentro, la Roja firmó una de sus actuaciones más brillantes en fase de grupos, con un 6-2 contra Bélgica que mostró su arsenal ofensivo, con goles de Claudia Pina y Esther González.
El partido de cuartos ante Suiza fue distinto, marcado por la tensión y dos penaltis fallados. Sin embargo, el equipo supo sobreponerse gracias a los goles de Athenea del Castillo y Claudia Pina, que sellaron un 2-0 histórico y la clasificación para las primeras semifinales desde 1997. Este camino ha reforzado la confianza de un grupo que combina el talento joven con la jerarquía de sus veteranas.
Del respeto a la ambición
Durante años, España llegó a las fases finales de los grandes torneos como invitada. La presencia ya era una noticia, los empates sabían a hazaña y las victorias eran excepciones. Alemania, Inglaterra o Francia parecían inalcanzables. Ahora, el escenario es distinto: España ya no se conforma con estar, quiere dominar.
El punto de inflexión comenzó en la Eurocopa 2022. Aquel cuarto de final contra Inglaterra, perdido en la prórroga, dejó una sensación clara en el vestuario: ellas sabían que podían competir y superar a cualquiera. Aunque fue una derrota amarga, lograron un aprendizaje valioso.
El verdadero cambio, sin embargo, llegó en el Mundial 2023. El título mundial marcó un antes y un después. España no solo se proclamó campeona del mundo, sino que demostró que su estilo —posesión elaborada, talento técnico y verticalidad cuando hacía falta— funcionaba también ante las grandes potencias.
La victoria contra Países Bajos en cuartos y el triunfo ante Inglaterra en la final sirvieron como punto de madurez colectiva. Las jugadoras dejaron de verse como un equipo en construcción y pasaron a considerarse una referencia mundial.

Motivación tras la decepción olímpica
El enfrentamiento contra Alemania en esta Eurocopa llega después de la decepción en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde la vigente campeona del mundo perdió el partido por el bronce ante las alemanas. Aquella derrota dejó a la Roja sin medalla y generó un revulsivo en el equipo. Más allá de la frustración, sirvió para consolidar una mentalidad aún más competitiva y ambiciosa. La derrota olímpica reforzó el deseo de demostrar en Europa que España no solo es candidata a grandes títulos, sino una selección que ha aprendido de sus tropiezos para crecer y aspirar a todo.
Una mentalidad forjada en la dificultad
La semifinal contra Alemania en esta Eurocopa ha vuelto a demostrar que España ya no es un equipo que espera su oportunidad, sino uno que busca el control del partido desde el primer minuto. Con Aitana Bonmatí marcando el ritmo en el centro del campo y Salma Paralluelo desequilibrando con su velocidad y manejo de los espacios, la Roja ha sabido combinar paciencia en la posesión con agresividad en las transiciones.
El equipo ha crecido en algo que antes le costaba: defenderse con balón, gestionar los momentos de presión rival y no perder la calma cuando el marcador se aprieta. Esta madurez competitiva es fruto de años de partidos grandes, de derrotas que enseñaron más que las victorias, y de una plantilla que ya no se conforma con estar en semifinales. Desde entonces, el objetivo es siempre llegar hasta el final.
Ganar o perder, pero de frente
Llegar a esta semifinal ante Alemania ha dejado claro que España ya no es la misma. Cada balón dividido, cada jugada a balón parado, cada minuto extra reflejó a un equipo que compite con jerarquía. Y, pase lo que pase en la final del domingo, esta Eurocopa confirma algo esencial: la Roja ya no se mide en comparación con su pasado, sino frente a las grandes favoritas.