Cobijo robótico
Cinesa, Ocine y Yelmo ·
Se ha ganado en cuerpo tecnológico y se ha perdido en sutil humor negro para crear un desfile de acción muy ochenteroEs como si al muñeco diabólico le entran unos celos I A y decide convertirse en un trasunto de Terminator. Toda secuela de secuelas si ... merece el calificativo de franquicia tiene la obligación de reinventarse. Otra cosa es apelar al desmadre, incluso al disparate, para justificar una continuación que en buena parte supone un cambio pero que desvirtúa su identidad. Al cineasta de 'Housebound', abrazado a James Wan y a Jason Blum en la producción, el sello Blumhouse, le ha bastado una década de escasa filmografía y apenas tres años para firmar otra entrega con la que explotar el exitoso arranque de la muñeca realista programada para ser la mejor compañera de niños y...mayores. Uno duda que vaya a repetirse el fenómeno. Es elogioso el intento de hacer algo diferente y no la mera réplica (y no es un chiste) como sucede en la mayor parte de sagas, pero se ha diluido aquella esencia de terror intrigante, de salida del armario de una inteligencia artificial, afilada y con ganas de juerga gore intergeneracional.

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País EE UU
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Año 2025
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Dirección y guion Gerard Johnstone
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Personajes Akela Cooper, James Wan
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Música Chris Bacon
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Reparto Allison Williams, Violet McGraw, Amie Donald, Ivanna Sakhno
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Género Drama
Ahora, se ha optado por esa mezcla chisposa pero cargante y desbordante, donde la miscelánea de acción, ciencia ficción y thriller fundamenta, es un decir, su campamento base en lo tecnológico. A partir de ahí, desaparece el misterio y el temblor excitante, casi lúdico, irónico de la primera entrega para pasar a una caótica y alocada hipérbole de confusión. Tan pronto parece un videojuego, como una parodia moralista sobre la inteligencia artificial, un 'Tron' cyberpunk, cuarta generación, que resulta en ocasiones cansina. Como se acostumbra en estos casos, sobra metraje, cae en una lectura pseudo política sobre la humanidad en peligro, lo que perjudica al efecto de algunos aciertos como la mirada femenina exenta de tópicos y el sentido del humor insuficiente.
La tecnofobia aparente acaba por darle la vuelta a la tortilla de la trama. Y de lo íntimo de la cinta fundacional se ha pasado a una globalización liderada por un hiperprotector terminator de aventura futurista que, paradójicamente, se queda en un presente con muchas coreografías de acción pero casi estático y vacío. Los guiños ya citados se suceden sin rubor y más que de homenaje cabe hablar de coartadas muy ligeras que no aportan una verdadera complicidad. Desde Steven Seagal a RoboCop. Se ha ganado en cuerpo tecnológico y se ha perdido en sutil humor negro para crear un desfile de acción muy ochentero, de cohetería de fiesta muy animada. Pues eso, que gana la I A.
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