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Desvelar la entraña de lo insólito
Pandemia ·
Los fotoperiodistas cántabros expondrán en el Casyc. Denuncian los vetos sufridos y la «pérdida irreparable en nuestra memoria colectiva»
Empieza un año con la mirada fijada en la esperanza de un cambio, pero también con la perspectiva que proporciona la distancia justa, el foco y la textura necesaria para no olvidar. En este tránsito la fotografía se postula como el verdadero ojo público de la pandemia. Se han sucedido miradas curiosas, documentales, testimoniales, artísticas. pero el verdadero cordón umbilical social y humano, el relato entre lugares y personas ha sido y es el que ha trazado el fotoperiodismo.
La pandemia del covid-19 ha generado situaciones realmente extrañas e inéditas: «Confinamiento domiciliario, muertes masivas, crispación, miedo y control social». Desde esta premisa, con el objetivo abierto a lo captado en estos más de nueve meses, los integrantes de la Asociación Profesional de Fotoperiodistas Cántabros (APFC), con el apoyo de la Fundación Caja Cantabria, abrirán 2021 con una exposición que es crónica y espejo, diversidad de las posibilidades de la imagen y sobre todo, alumbramiento de lo insólito, retrato de la incertidumbre, reflejo de la fragilidad y lo vulnerable. En febrero, las salas de exposiciones del Casyc acogerán una selección de las miradas de doce fotógrafos que integran la Asociación. Durante este periodo -como es habitual- los fotoperiodistas han desempeñado su labor enfrentándose a situaciones «variopintas, áridas e incómodas, prestando sus ojos a la ciudadanía, para que la realidad no escape». Pero, una vez más, han sufrido «incomprensión e injusticia».
El proyecto en Santander reúne imágenes que han constituido «los iconos informativos en torno a la pandemia». La nómina la componen: Javier Rosendo, Alberto Aja, Celedonio, Roberto Ruiz, Javier Cotera, Luis Palomeque, Sane -todos ellos vinculados a El Diario-, junto con Juan Serrano, Juanjo Santamaría, Joaquín Gómez Sastre, Pedro Puente Hoyos y Esteban Cobo. La exposición que precisamente revela tanto como denuncia. Celebra la dimensión del acontecimiento global y, a su vez, sirve de lamento colectivo, solidario, frente a quienes han tratado de ocultar la realidad. «Una crisis ocultada, robada de las conciencias, velada intencionadamente por los poderes públicos, las instituciones políticas obstinadas en transmitir su mensaje, -y solamente el suyo-, hurtando a los profesionales la capacidad de ejercer el derecho a la libre información». En este sentido, Cantabria no ha sido una excepción. «Los fotoperiodistas hemos sido sistemáticamente vetados en el acceso a instalaciones sanitarias. Estas imágenes no tomadas suponen una pérdida irreparable en nuestra memoria colectiva». Y, por ello, se subrayan también a través de esta exposición, «en esta pandemia hemos perdido, además de vidas, libertades».
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