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Lucía Loren ha instalado su 'Matriz de aire' junto a la carretera que lleva a Mazcuerras Javier Rosendo
Aselarte

Un homenaje natural a las raíces vitales

El Encuentro deArte Rural de Mazcuerras propone, hasta el 31 de agosto, su edición más vinculadaa la tierra

Lunes, 21 de julio 2025, 07:22

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La hierba, sin segar, se convierte en una alfombra de pelo largo, verde y húmedo, que refresca los pies al pisarla. Alrededor de la iglesia solo hay silencio. Una placa en el murete de piedra indica las coordenadas. Entonces, hay que levantar la vista y mirar a lo lejos. Allá, a unos cuantos metros de distancia, está la obra. Así funciona el recorrido cuando la sala de exposiciones que uno visita es todo un municipio, las obras forman parte del entorno y el paseo invita a ir descubriendo relatos diversos. Es Aselart, que cumple once años y se sumerge hasta el 31 de agosto, en la que quizá sea su edición más ligada a los elementos naturales.

'Abrigo en el paisaje', es la intervención escultórica que plantean Marco Rebanal y Marina Maturana, y que nace de «la apreciación del paisaje cántabro». Imaginen el laberinto de Richard Serra instalado en el Guggenheim y trasladen el concepto al campo cántabro. Los postes de cerramiento que delimitan los prados donde pasta el ganado, sostenidos por cables de acero y telas, crean una espiral en la que adentrarse o verla desde la distancia. «Buscamos desde el principio la integración de la obra en el entorno 'site especific', suscitando la interacción y su uso por la comunidad». Tan integrada está, que en la finca contigua, un vecino ha colocado su remolque cargado con un depósito de agua junto a la entrada.

El aire mueve y atraviesa el tejido generando movimiento, invitando «a la espiritualidad y el presente».

Al cruzar la calle, tres postes de madera se alzan hasta las copas de color rojizo. 'Matriz de aire' es una invitación a las aves. Piezas realizadas por Lucía Loren, con técnicas artesanales, de cestería y talla en madera. Cada matriz es un contenedor metafórico del elemento aire «simbolizando la necesidad de escucha hacia estos seres alados con los que convivimos» y cuya presencia «es fundamental para la biodiversidad».

En el muro de los Viveros Escalantes, 'D´entrafuera', de Mª Eugenia Diego, Kokon, relaciona a las especies.

Encuentro de Arte Rural/XI edición/programa

  • Día 26. 11.00 h. La Yesca Silvestre. Canapés con plantas silvestres. Casa Gótica. 17.00 h. Cosmética con ortigas. 21.00 h. Festival de Verano. Casa Gótica.

  • Día 27 11.00 horas. Taller de cianotipia sobre postal. Casa Gotica. 19.00 Charla de La Bardal.

  • 7 de agosto 19.00 h. La SubWhatsApp. Subasta de arte. 'Rurales'.

  • 15 de agosto 21.00h Proyección. 'Rurales'.

  • 16 de agosto. 11.00 h. La Yesca Silvestre. Canapés con plantas silvestres. Casa Gótica. 17.00 h. Cosmética con ortigas

  • 17 de agosto. 11.00 h. Taller de cianotipia sobre postal. Casa Gótica.

  • Hasta el 31 de agosto. De martes a sábado de 11.30 a 13.30 y de 17.00 a 20.30 . Domingos de 11.00 a 13.30 h. Exposiciones bajo teja. 'Mi corazón aún recuerda al tuyo', de Julia Sakemi, en la Casa Gótica.

  • Lugares. En función del tiempo las actividades se realizarán en el Bosque Solar (si hace bueno) o bien en las Antiguas Escuelas de Villanueva de la Peña (si llueve).

Otra matriz, esférica, aguarda al visitante en un recodo. «Permanece en silencio y espera», señala su autora, Karen Macher, que con su proyecto quiere resaltar la importancia del proceso de la vida en su desarrollo. Cientos de piezas de madera están tejidas entre sí dando como resultado un elemento que cambia y se adapta a la superficie donde se encuentra.

Frente a un paisaje que abraza y protege, uno que resiste. Andrea Gandarillas propone una inquietante instalación que remite a la visión de un ser difuso colgado de una gruesa rama, en el camino a Sobarriba. ¿Qué vinculo existe entre el marco natural y las huellas del desarrollo humano?, se pregunta Gandarillas. En una región poblada desde la Prehistoria, impregnada de mitología y raíces cántabras, su diálogo escultórico es un homenaje a la conservación del territorio y al amor por la tierra y los ríos. Lo acompaña, además, de los versos de Concha Espina en 'La esfinge maragata' (1914).

También hay espacio para las palabras en Mazcuerras. Algunas cambian, y el nombre del municipio se transforma en 'Luzcuerra' en la visión de Paulino Rodríguez Barquín. Vecino del municipio, crea una nueva denominación, que institucionaliza planteando su propio escudo heráldico. '¿Quién se dijese natural de Luzcuerra?', titula. En lugar de piedra, lona, colgada en la pared, cambiando los tradicionales símbolos por los reconocibles del paisaje; vacas, cerdos, hierba, árboles, pacas...

Las vacas protagonizan la propuesta de Alberto Crespo, Uniarco, en la Biblitoeca de Mazcuerras. 'Vacabulario', se titula. Sostiene el autor que el paisaje de un pueblo incluye a todos los seres que conforman el ecosistema rural. Su trabajo es un homenaje gráfico a una de las últimas granjas de frisonas de Mazcuerras. Con procesos cercanos al diseño tipográfico, crean un alfabeto ininteligible que referencia a cada una de las vacas de Paulino y su hermano Juan Luis. Deporte, literatura o música se cuelan en los nombres que lucen las reses. La ubicación, en el muro de la biblioteca, no es casual, pues el interior alberga símbolos, letras y palabras. Añade, además, un juego para el espectador: buscar en las noches de verano las ventanas que contienen las manchas de las vacas proyectadas.

En otro muro cercano, el de la iglesia, las mujeres de Mazcuerras han hecho su propio diseño textil, como cada edición. El colectivo, en colaboración con Paula Andrés, comisaria de Aselart, ha creado una postal con tejidos, en la que se aprecia la torre del reloj de la ermita de San Roque y una perspectiva del Río Saja. Un trabajo para el que han contado con el apoyo de Textil Santanderina, que ha aportado las telas en una selección de tonos terrosos.

Los hilos han servido como elemento constructivo a Júlia Sakemi. Sobre un biombo de rejilla ha plasmado el paisaje que veía cada mañana, al recorrer en bicicleta el camino entre Cabezón de la Sal y la Casa Gótica de Mazcuerras, donde expone 'Mi corazón aún recuerda al tuyo'. Finas hebras negras y rojas dibujan tejados y surcos arados.

Además, con imágenes aportadas por los vecinos del municipio, fotos antiguas de personas que habitaron el lugar, Sakemi propone una inmersión sensible en la memoria viva de un territorio. Utilizando la técnica de la cianotipia, ha plasmado sobre elementos vegetales las imágenes de las fotografías, que con la luz solar –escasa aquí– han ido emergiendo en ese soporte vegetal. Con cúrcuma como pigmento fotosensible, ha hecho lo propio dando como resultado instantes que se captan con luz negra. Soportes vivos para una narrativa visual y no lineal.

Sobre tejidos y con materiales botánicos ha trabajado también Andrea Serena. De un balcón cuelgan prendas blancas con tintes azulados. De hecho, así se denomina: 'Azul tendido'. Con esos elementos quiere transformar el gesto cotidiano de tender la ropa en un acto poético que plasma la relación entre los vecinos. Palabras y recuerdos bordadas en cada prenda.

Javier Rosendo
Javier Rosendo
Javier Rosendo
Javier Rosendo
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El muro que rodea los viveros Escalante es lienzo para dos propuestas, una de escape y otra de inmersión. 'D´entrafuera', de María Eugenia Diego, 'Kokon', está protagonizada por dos presencias de esparto, que colonizan el límite del muro, escenificando el vínculo interespecies planta-humano.

Unos metros más allá, la pared pierde su musgo oscuro y se dibuja un rectángulo de claridad. Al acercarse más, cientos de palabras habitan las piedras. La collagista Rocío Romero une dos conceptos; la pared de piedra seca que divide los prados de la comarca y la literatura entroncada en el lugar, como 'La niña de Luzmela', de Concha Espina.

En el lavadero, Sara Fénix ha creado un muro de gotas de agua que brillan y bailan al ritmo del viento que las mueve. Tomaso Hernández ha instalado su 'Eje de Camino', en dirección a Herrera de Ibio, pues Aselart extiende sus ramas por distintos pueblos. En el pórtico de la iglesia de San Pablo y San Juan, también en Ibio, Mar Pajarón, inspirada en versos de Rubén Darío, invita con su 'Nefelibata' a girar las fotografías y abrir nuevas perspectivas sobre lo ya plasmado.

María Cuadrado ha 'Trenzado' la memoria junto al arroyo de Ceceja y en Villanueva de la Peña, se ha instalado el 'Bosque solar' de José Antonio y Paula Andrés, un reducto de troncos de metal que se nutren del sol a través de las placas en las copas. Una obra financiada con Fondos Europeos.

No podía faltar, claro, la creación de Obra San Martín, 'Alimentando nuestras raíces', en el Jardín de la Casa Gótica.

Todas las obras se podrán visitar hasta el 31 de agosto, pudiendo, además, a través de los códigos QR, valorar las piezas seleccionadas en esta edición. Y si se quedan con ganas de más, talleres, charlas y proyecciones completan la programación más natural del verano.

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