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Javier Sierra y Miguel Blanco, presentador del acto, ante un salón repleto en el Casino de Barreda. L. Palomeque

De Mesopotamia a San Felices de Buelna, el viaje de Javier Sierra

El escritor terminó la gira de presentación de 'El plan maestro' en el Casino Garden de Barreda, un libro inspirado en las cuevas de Cantabria

Jueves, 27 de noviembre 2025, 07:24

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Un niño de cinco años descubrió hace un par de años la escena escondida de 'El jardín de las delicias' de El Bosco que durante cinco siglos no había sido capaz de detectar ningún experto. «El arte es un espejo de quien la mira». Así lo afirma Javier Sierra que este miércoles estuvo en el Casino Garden de Solvay, de la mano de la librería Taiga Torrelavega, presentando su último libro, 'El plan maestro' (Planeta, 2025), ante un nutrido salón de actos, en el que Sierra desgranó un relato singular.

Hace doce años publicó 'El maestro del Prado', una rareza, novela con algo de biografía y ensayo, un cóctel que creyó que pasaría desapercibido. Para nada. Pasó un año fuera de casa hablando de aquella obra y a cambio prometió a su mujer un verano tranquilo. Pero «siempre hay un plan secreto detrás de mis acciones». En aquel caso, un experimento en Cantabria, porque «aquí nació el arte».

Un plan estival para recorrer las cuevas que se reparten por la geografía de la comunidad autónoma. Las dataciones de algunas de las pinturas encontradas en Cantabria «nos hacen temblar de estupefacción», sostiene. Sierra quería explorar todo aquel universo y hacerlo con sus hijos, con esa mirada limpia y curiosa que tienen los niños. «Altamira es un buen ejemplo; quien vio primero los bisontes fue María y no su padre, don Marcelino. Interpretó rasgos como lo que eran, arte». Al igual que El Principito vio una serpiente que se había comido un elefante.

Para alentar la visita a las múltiples cuevas cántabras, Sierra regalo a sus hijos unas linternas. Comenzó su recorrido en Puente Viesgo –donde, por cierto, también ambientó su novela, Eva García Saez de Urturi–, con su perfil de pirámide, poblada de manifestaciones únicas en Monte Castillo. «¡Y también sobaos!», un aliciente fundamental. «El colectivo humano que dejó allí sus manifestaciones inventó el cine imax 3d jugando con la luz», bromeó. «Era algo experiencial».

Paso a paso llegó hasta Hornos de la Peña que es donde empieza su novela. En San Felices de Buelna. «No es un lugar cualquiera». Se accede en grupos muy pequeños, con un guía y poca luz. Al fondo, en una hornacina natural, alguien pintó una figura antropomorfa, la misma que se ha colocado en la rotonda de acceso al pueblo-. «Una de las más antiguas del mundo, que no sabemos qué representa», pero a Sierra le recordó a Toth, el dios de la sabiduría del antiguo Egipto, representado como un babuino con los brazos levantados adorando al sol. «¿Era un primo lejano?», se empezó a preguntar. Y cayó en la cuenta de que en todos los lugares donde aparecen estas figuras, llamados orantes, están con los brazos levantados. El más antiguo, mitad hombre mitad pez, está datado en Mesopotamia hace 4.000 años. Viracocha o Quetzalcoatl son otros ejemplos. La cabeza del autor empezó a bullir armando los hilos de su relato.

El Bosco plasmó representaciones del ojo de Dios y Miguel Ángel –quizá– se inspiró en el cerebro humano para recrear el manto de Dios cuando le da la mano a Adán. «Hay muchos elementos anatómicos representados, pero hemos necesitado lo que llamo en la novela, la segunda visión para darnos cuenta». Y eso es, precisamente, lo que Sierra invita a descubrir en 'El plan maestro', con «la ventaja de que ustedes viven en Cantabria y podrán visitar las cuevas con esa segunda visión que es la única que nos puede dar la clave de para qué inventamos el arte».

Como destacó Sierra, «toda la historia nace en Cantabria», por lo que presentarlo en esta tierra ha sido «muy especial». Desde que salió el libro en febrero, ha visitado 55 ciudades y participado en 80 actos, «pero la gira termina aquí, en Torrelavega». Y a quienes dicen que su búsqueda de lo oculto y lo desconodio no es cultura, les responde: «Es un error pensarlo; los seres humanos somos lo que somos porque hace millones de años empezamos a hacernos esas preguntas que aún no tienen respuesta».

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