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óscar cubillo
Miércoles, 30 de marzo 2016, 18:04
Los históricos ejecutantes de hard rock macarra español Obús están este sábado en Vitoria, teloneados por Lygium (cuarteto alavés que se autoetiqueta como 'rock') más Witchtower (un cuarteto jienense liderado por el vocalista y guitarrista Víctor de la Chica y que se ubica con decisión en la escuela de la nueva ola del heavy metal británico).
Semejante cita con tan elevadas expectativas nos sirve de estribo para evocar el conciertazo que Obús dieron el segundo sábado de carnaval en un Kafe Antzokia masculino, veterano, coriáceo y con casi tantos aficionados latinos como féminas. Habría solo unas 200 personas, pocas para su categoría, pues los seguidores más jóvenes (que los hay y no faltan cuando Obús tocan con entrada libre) suponemos que andarían de carnaval. Fue un bolo creíble, fiel a su idiosincrasia (macarrismo transicional español, loas a la droga -'La raya'-) y celebrado sobre un escenario espectacular, con ambición de estadio: la batería en una tarima a casi tres metros de altura (el baterista a punto estuvo de despeñarse durante el solo del bis), un logotipo enorme a modo de telón de fondo, dos teloncitos laterales y a ras de suelo donde se indicaba que el grupo se fundó en 1981, y ese pódium delantero al que se subía el líder Fortu, o sea Fructuoso Sánchez Prado, nacido en Burgos en 1954 y criado en Vallecas, personaje catódico conocido por 'Mira quién salta' y 'Supervivientes'.
El cantante Fortu apareció elegante, marcando paquete, con americana y camiseta de su merchandising, y tuvo gestos como Loquillo al pasear chulesco por el tablado, al jugar con el pie de micro, al mirar a sus fans que se quedaban enternecidos y apocados, al estrecharles la mano ¡Y superó al propio Loquillo al sacarse una foto con dos churris, posando con ellas sin dejar de cantar!
El bolazo de los madrileños Obús, o sea tres músicos rapados y el ralo cual científico loco Fortu, duró 93 minutos para 15 piezas, sin contar la intro armonicista del 'Hasta que llegó su hora' de Ennio Morricone y sin sonar ninguna de las cuatro canciones inéditas de su último disco recopilatorio 'Siente el rock and roll' (Universal, 15), aunque sí casi todas las demás, excepto, maldición, un 'Yo sólo lo hago en mi moto' que estaba tachado en el setlist.
Esa de Bilbao fue la segunda fecha de Obús en este 2016 (la primera tuvo lugar la víspera en Ondarroa), y contó con un arranque arrasador, sin coger prisioneros: cuarenta minutos para ocho canciones ejecutadas sin parar y sin una palabra por parte del cuarteto, que posaba en tríos simétricos y que con sonido un tanto embarullado se asimilaba al heavy metal de Judas/Saxon (la inaugural 'Juego sucio'), resonaba a Status Quo en boogie metalizado y sexual ('Necesito más', con Fortu dando caderazos) y alcanzaba hitos insólitos: 'Pesadilla nuclear' con la peña coreando en comunión una vez más, 'Te visitará la muerte' con Fortu bendiciendo a su parroquia, un 'Que te jodan' autoafirmante (esa en la que canta «han pasado veinte años y yo me siento un chaval»), 'El que más' (heavy metal con lírica macarra, mangui), la muy tribal 'La raya' (con Fortu tocándose la nariz, el tema en que se hizo la foto con las dos macizas del lateral izquierdo)
A la novena pieza se refrenó un Fortu tan en forma a sus 62 años que en el bis se quitó la americana para hacer el pino vestido con esa camiseta de mangas cortadas que destapaban sus muchos tatuajes. Entonces, antes de la novena, habló al personal (contrasta su voz normal con el graznido que emite para cantar) y lo pastoreó invitando al escenario al público del anfiteatro en 'Autopista' y al entonar cual oso cariñoso, sentado rodeado de chatis sonrientes y fans machotes, el medio tiempo algo Mägo de Oz 'Complaciente o cruel'.
Pero eso solo fue un respiro y la caña remontó en el epílogo con más coros masculinos ('Corre mamón' y 'Dinero, dinero', esta con interludio 'nananá' tomado de la soulera 'La tierra de las mil danzas' y con un agradecimiento en boca de Fortu, que confesó: «os quiero, cabrones») y con más clásicos propios: un 'Va a estallar el obús' que no decae con el paso de los años, y el adiós definitivo con el rocanrolero y juerguista 'Vamos muy bien' (borrachos como cubas, y qué reza la letra).
Buen bolo, buen encuentro. Fue igual que lo que peroró un halagador Fortu estando sentado justo antes de la canción 'Complaciente o cruel': «Hay una marcha especial en Bilbao. No es peloteo. Grande gente, buen rollito, rock and roll forever». A ver qué dice en Vitoria.
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