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El paisaje humano
Fotoperiodismo ·
Son quince miradas cántabras y otros tantos retratos que nos miran. El 'Rasgo humano' de estos paisajes cotidianos configura la tarjeta de presentación expositiva anual de la Asociación Profesional de Fotoperiodistas Cántabros, que exhibirá su colectiva desde el día 1 en el Centro Cultural Los Arenales
Son rostros, perfiles, miradas, relatos humanos. Cabe la actualidad, la memoria, la luz y la sombra, el azar, el hallazgo, el homenaje. Una fotografía periodística cuenta el mundo. Tiempo, documento, espera, búsqueda, oportunidad, inquieta quietud y calma turbulenta. A modo de álbum selecto y selectivo asoman quince miradas que aúnan gritos en silencio, protagonismos, egos capturados, pequeñas historias elevadas por el rapto de un instante. Bajo el epígrafe '15 Paisajes; el rasgo humano', la Asociación Profesional de Fotoperiodistas Cántabros, inicia su actividad expositiva en 2022 con esta muestra colectiva en la que el retrato y sus escenarios conforman un mosaico plural de lo público y lo anónimo, de la celebración y el recuerdo, de la composición azarosa y la paciente.
La muestra, que se inaugura el próximo viernes, día 1 de abril, a las 19 horas en la sala Concepción Arenal del Centro Cultural Los Arenales, la integran quince imágenes de gran formato. Además, de forma excepcional se incluye una imagen del veterano fotógrafo Pablo Hojas, presidente de Honor del colectivo. En la cita prevista hasta el día 29 de abril se exhiben las fotografías de Luis Palomeque, Esteban Cobo, Javier Cotera, Román Alonso, Antonio San Emeterio, Joaquín Gómez Sastre, Alberto Aja, Celedonio Martínez, Javier Rosendo, Pedro Puente Hoyos, Juanma Serrano, Miguel de las Cuevas, Roberto Ruiz y Juanjo Santamaría.
Los impulsores de este retrato colectivo subrayan que el fotoperiodismo supone e implica hablar de una actividad ligada a una de las necesidades intelectuales del ser humano: comunicar. Los fotoperiodistas de todo el mundo, a través de las generaciones y de los sucesos históricos captados mediante sus cámaras, han ido conformando un tejido que se mueve entre lo real y lo simbólico, que afecta a cómo las personas percibimos el mundo que nos rodea.
La fuerza e intensidad de dichas imágenes han provocado siempre entroncadas reacciones sociales -es parte de su objetivo- y han ayudado a conformar nuestro mundo visual. Desde la Asociación, en colaboración con la Dirección General de Acción Cultural, se ha impulsado esta exhibición de fotografías, «las cuales desde el más estricto sentido informativo, son susceptibles de recrear una belleza latente, y nos recuerdan que todo lo que transcurre ante nuestros ojos, necesita ser mirado, captado, analizado. Constituye así una reivindicación del oficio fotoperiodístico tan necesario, y en tantas situaciones, siempre».
Elliott Erwitt sostenía que la fotografía es el arte de la observación. «Se trata de encontrar algo interesante en un lugar ordinario. Me he dado cuenta de que tiene poco que ver con las cosas que ves y mucho con cómo las ves». El paso del tiempo habrá provocado hipótesis sobre tal o cual escena, sobre aquella mirada más o menos intensa. Lo colateral o directo, el asombro fugaz o la permanencia de un reconocimiento. Lo aparente y lo que subyace es cualquier caso es ese itinerario tras la persona, el trayecto más corto hasta el epicentro de una manera de acercar la realidad.
En la pandemia
La fotografía, pese a las dificultades, trabas, vetos, cuando no abierta censura, se convirtió en el álbum transparente de la pandemia, en el espejo de una época y en el foco necesario para desvelar las aristas, espacios y estancias de una realidad que ha cambiado nuestras vidas. Hace apenas un año este colectivo mostró en las salas de la Fundación Caja Cantabria una síntesis de su ingente y torrencial crónica gráfica desde que surgiera el coronavirus. Las imágenes estaban ligadas al derecho a la información, a la mirada que nace de la necesidad de contar -publicadas en los medios de comunicación, una gran parte de ellas en El Diario, como en la nueva cita-, a modo de imprescindible testimonio de vivencias, pero también de emociones y de sensaciones.
Entonces, como ahora con los retratos, lo que subyace como fuente primordial de lo que pretende la muestra es su vindicación de la memoria colectiva.
Reconocer y apoyar el trabajo que realizan los profesionales gráficos, un colectivo heterogéneo que se guía por esquemas «periodísticos» e «informativos», son los objetivos fundacionales de la nueva Asociación Profesional de Fotoperiodistas Cántabros (APFC) que nacía con esa clara vocación de «reconocimiento» y «refugio». «Promocionar la imagen y el trabajo de sus asociados así como sensibilizar a los organismos y entidades tanto públicas como privadas sobre la importancia social, cultural y económica de la fotografía de prensa» es una de sus medidas. Un colectivo que aboga por una activa ligazón pública mediante curso, exposiciones y publicaciones, entre otras propuestas culturales. «Sensibilizar a los organismos y entidades tanto públicas como privadas sobre la importancia cultural, social y económica de la fotografía de comunicación» es la columna vertebral de actividades y acciones como la exposición que ahora compartirán con el público.
La fotografía, no obstante, ha vivido en Cantabria, en especial en la últimas dos décadas, una intensa y creciente proyección publica expresada a través de espacios, colectivos y convocatorias. Desde la mayor presencia en salas de arte a proyectos específicos como La caverna de la luz, presencia regular de PHotoEspaña, muestras de colecciones públicas y privadas, Photo Art Festival y, por supuesto, la labor del Centro de Documentación de la Imagen tanto en la recuperación de la memoria iconográfica como en la reivindicación de determinados creadores, además de custodiar y preservar fondos de gran valor para Santander y Cantabria.
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