«Celebrar la vida, ese es el mensaje de Chavela»
El compositor cántabro recala en el Palacio de Festivales hoy y mañana con una obra coral que rinde homenaje a la artista mexicana
Volver a casa y hacerlo con un proyecto como 'Chavela', sigue resultando emocionante para un veterano como Alejandro Pelayo (Santander, 1972). Hoy y mañana recala en el Palacio de Festivales con un espectáculo que, como insiste, no es un musical, dirigido por Carolina Román e interpretado por Rozalén, Luisa Gavasa, Paula Iwasaki, Raquel Varela y Laura Porras y muchas ganas de disfrutar.
–Da la sensación de que este proyecto genera expectación allá por donde pasa
–Sí, desde que estrenamos en Valladolid hemos ido agotando las entradas en las cien funciones que llevamos hasta ahora. Hoy, en Santander es la número 103. Así que sí,ha sido un éxito, no sé si esperado o inesperado, pero rotundo. Tanto que el año que viene habrá segunda temporada con María Pelae.
–¿Cree que tiene que ver con la fascinación que sigue generando la figura de Chavela Vargas?
–Creo que es innegable el valor que tiene para la cultura en nuestro idioma la figura de Chavela Vargas y su legado. Ese repertorio, las canciones que puso en el mapa en España cuando todavía no había mucho conocimiento de la música de José Alfredo Jiménez, de una manera muy personal. Y luego, bueno, es innegable el éxito que arrastra María Rozalén por donde pase haciendo lo que hace y el mérito que tiene Carolina Román, que es la dramaturga y la directora de este montaje de haber juntado todo eso y de haber construido una narrativa con varias capas.
–¿Cuáles son esas capas?
–El elenco tiene una Chavela niña, una Chavela joven, una Chavela anciana y todas conviven, todas cantan a la vez. Es una función bastante compleja técnicamente y creo que ese mérito es también de Carolina por imaginar todo ese universo y mostrarlo desde ese lugar tan teatral, porque no es un musical lo que estamos haciendo y no nos cansamos de repetirlo. Es una función de teatro donde suceden asuntos musicales porque la protagonista se dedicó a eso gran parte de su vida. La figura de Chavela Vargas, que es transversal también a varias generaciones.
«Es innegable el valor de su obra y su legado para la cultura en nuestro idioma»
–En el reparto de roles, usted tiene varios; dirección musical, composición y espacio sonoro. ¿Cómo ha enfocado su trabajo?
–Bueno, cuando Carolina me envió el texto y me ofreció hacer todo esto, nos dimos cuenta muy rápido de que solo se podía hacer desde un lugar. Es lo que tiene que ver con lo que sucede en el escenario cuando una mujer se pone a cantar. Eso es imposible afrontarlo desde ningún sitio que no sea como un concierto en directo. Por eso estoy en el escenario y no hay dos funciones iguales. El piano es un instrumento también ajeno a lo que se espera de Chavela Vargas, pero que le hace bien a la historia, en un texto que cuenta los tres últimos días de esta mujer que está perdiendo la cabeza.
–¿Se ha acercado a las canciones tratando de llegar a su estilo o reinterpretando?
–Al tener claro desde el principio que no estábamos haciendo un musical, eso nos daba la libertad para afrontar las canciones desde donde somos y quiénes somos los que las vamos a hacer. He estado muy atento a cómo cantan cada una de las actrices. No hay nada en común en ellas más allá de la canciones que cantan juntas y ahí el piano se ha impuesto como el río, el cauce que las va a llevar a todas ellas, pero cada una desde su personalidad, con mi manera de tocar que es muy poco invasiva.
–Ese río que es el piano, las acompaña, respetando su personalidad como máxima.
–Sí, y luego hay algunas que doblan o triplican personajes, porque aparece Frida Khalo, aparece Federico García Lorca, unas cuidadoras que están en su casa... Se nota muy claramente cuando ellas empiezan a cantar, pero el resto del tiempo es una especie de amalgama de sueño que tiene que ver con la enfermedad y con esos tres últimos días de esta mujer que se acuerda de cuando cantaba en el Olympia en París o cuando su padre le daba palizas de niña, porque era una niña rara. Entonces, pues todo eso estaba en el texto, en la dramaturgia y a todas esas capas hemos intentado que la música acompañe en paralelo a todo a ese lenguaje.
–¿El resultado es luminoso o se adentra en la oscuridad que también impregnó la vida de la mexicana?
–Es que la cultura mexicana tiene una cosa envidiable; ellos festejan el Día de Muertos y la música que acompaña todas esas celebraciones es una fiesta, mientras nuestro Día de Todos los Santos es muy dramático y en tonos menores. Conozco bien la música religiosa de mis años de organista en los franciscanos y no hay nada divertido en los réquiem... En el texto hay referencias muy duras y oscuras relacionadas con el alcohol o su infancia, pero en lo musical no suena como un drama. Hemos intentado encontrar un equilibrio con la celebración de la vida. Estamos aquí diez minutos, vamos a intentar que sean lo menos dolorosos posible.
–¿Ese es el mensaje que quieren que deje la obra?
–La función es una celebración de la vida, de que hay que aprovechar cada minuto porque no sabemos cuántos más tenemos. Ese es el mensaje de Chavela en sus canciones y en su vida. No vale arrepentirse o decir qué hubiera pasado si hubiera hecho otra cosa. Se trata de disfrutar del presente a tope.
–¿Les ha llevado mucho tiempo de investigación?
–Hicimos mucho trabajo de escuchar, por ejemplo, 'La llorona', que hay más de 200 versiones. Las escuché todas para descartarlas, porque queríamos hacer una versión con cinco mujeres cantando a la vez, que fuera como una sola voz.
–¿Qué es lo más bonito que se lleva de este año de trabajo y este proceso coral?
–Estaba un poco asustado al ser el único hombre en todo un elenco de mujeres y un equipo artístico también mayoritariamente femenino. Lo más maravilloso es que uno no piensa que se va a encontrar con amigos nuevos a los 54 años, ¿no? Después de un año son parte de la familia ya, hemos superado todas las los obstáculos, las dificultades, los ensayos, el cansancio, algunos momentos de tensión también, pero al final lo que mandan son las canciones, el texto y la dramaturgia y lo hemos puesto siempre por delante de cualquier otra decisión. El resultado final es el de un equipo que somos una piña y que estamos todos a una.
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