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Chillida, oír el espacio
Ilustración: Marc González Sala
Sotileza

Chillida, oír el espacio

La forja de Sidenor en Reinosa, la Fundación Botín y Robayera vinculan al escultor con Cantabria. Ahora su obra preside la UIMP. 'Consejo al espacio VII', obra del artista vasco, dialoga ya con el Palacio de la Magdalena y su entorno.

Guillermo Balbona

Santander

Jueves, 12 de junio 2025

«El artista sabe lo que hace, pero para que merezca la pena debe saltar esa barrera y hacer lo que no sabe». En la búsqueda, en las preguntas, en la reflexión, en la exploración e indagación asoma la esencia e identidad del artista Eduardo Chillida. Tras celebrarse un siglo de su nacimiento, del diálogo del arte, la filosofía, el infinito, el tiempo y el espacio aflora el ideario contenido en cada obra del escultor vasco universal, tanto como su pensamiento queda a la intemperie en esa fusión de aire, pasión, miradas y poética de cada pieza. Chillida decía de sí mismo que era «un especialista en preguntas», pero en cada pausa, en cada rumbo nuevo subyacen numerosos aforismos: «En una línea el mundo se une, con una línea el mundo se divide, dibujar es hermoso y tremendo».

Ese microuniverso de cuadernos, fragmentos de papel o márgenes de dibujos y apuntes, hojas sueltas revelan al Chillida íntimo –«La mano tiene la articulación más rica del espacio»– frente a la presencia del acero plasmada en sus grandes esculturas. Es el artista del mar, el comprometido, el de la percepción y el de los homenajes, de Bach Joan Brossa, de Joan Miró a María Zambrano. En Santander, el Palacio de la Magdalena, en su fachada sur, mantiene desde ayer ya otro diálogo de horizonte, mar y luz con la obra de Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002). Su obra 'Consejo al espacio VII' (1996) presidirá durante este verano los Cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Al cabo, desde los ochenta la escultura y el arte en general ha estado presente siempre en el paisaje de La Magdalena fruto de esa interrelación de lo académico, cultural y creativo en las distintas etapas de la institución que camina hacia el Centenario.

Los operarios en pleno proceso de instalación de la obra 'Consejo al espacio VII' Javier Cotera
La obrra, a falta de los últimos detalles descansa ya frente a la fachada sur del Palacio de la Magdalena Javier Cotera
La escultura procedente del Museo Chillida Leku mira ya a la Bahía santanderina Javier Cotera

Como ya se avanzó, la obra de Chillida pertenece a una serie de nueve piezas en las que el artista investiga la relación entre escultura y espacio. Esta pieza, una de las más monumentales de la serie, está realizada en acero corten de 4 cm de grosor, un material que adquiere «una pátina natural con el paso del tiempo». Se presenta así como un volumen abierto que invita a ser recorrido: «Permite al visitante entrar en su interior para experimentar el espacio y la materia, tanto desde la vivencia del espacio interno de la escultura como desde su conexión con el entorno exterior, más amplio y envolvente».

Compuesta por placas verticales, «evoca un refugio o umbral, donde el cuerpo y la mirada se orientan hacia una experiencia espacial en constante diálogo entre el dentro y el fuera». En esta pieza, como en muchas de sus obras públicas, Chillida «propone un lugar, no un objeto. La pieza se convierte en un punto de encuentro entre el cuerpo, la obra y el espacio; una reflexión abierta sobre los límites entre materia y vacío, interior y exterior, escultura y arquitectura». El próximo lunes, como se anticipó, en la primera jornada de actividad lectiva será inaugurada oficialmente la muestra de la escultura, (ya instalada) y tendrá lugar un acto de homenaje al artista enmarcado en el Centenario.

Pero el vínculo de Chillida con Cantabria posee otras hojas de ruta que conducen a espacios y épocas muy diversas. No obstante, la más singular y duradera remite al propio proceso de creación de Chillida. Además de sus talleres y forjas personales, buena parte de las esculturas que hoy se exhiben en Chillida Leku, en Hernani, singular exponente de fusión de arte y naturaleza, donde las esculturas se integran en el paisaje, surgieron de la forja de Sidenor en Reinosa.

En la factoría campurriana se dio forma a 'Berlín', con destino al Parlamento alemán, 'lingote de 140 toneladas de peso y ligeramente curvado terminado en dos brazos de algo más de tres metros', entre las más una veintena de colosales y famosas obras del escultor realizadas en Cantabria. 'Lotura', por ejemplo, escultura de acero de más de 64 toneladas de peso, fue elaborada en Sidenor. «Chillida eligió la forja antes que la fundición porque los procesos son radicalmente distintos. Chillida no trabajaba con moldes ni con metal fundido en sus obras. Forjar un hierro es luchar con él. Y únicamente se puede actuar sobre el trozo que se ha calentado previamente. Mediante la forja, Chillida forzaba el hierro, pero le permitía que se expresase libremente dejando que la materia se expanda y se contraiga en las curvas de manera natural. El acero utilizado en sus obras es de tipo corten, donde la capa superficial tiene una aleación de mucho cobre y es una protección antioxidante frente al exterior».

El escultor vasco mira hacia el interior de 'Enparantza II', ubicada en la Plaza de la Basílica de Loyola. Mikel Fraile

La Colección del Banco Santander, cuyos fondos tendrán como sede Faro Santander en el Paseo de Pereda, construcción que afronta su recta final, ilustra tres momentos significativos de su trayectoria. Desde su fragua de Hernani, el artista acude al origen artesanal de la forja en hierro y reivindica la belleza de este material, «al que convierte en portador de sus sueños e intuiciones». A través del hierro –presente en la tradición de la escultura de González, Picasso o Brancusi–, Chillida va a encontrar su propia voz. 'Rumor de límites VII' forma parte de una serie de siete esculturas en hierro iniciada en 1958. «Rumor es ritmo, límite es medida y los dos juntos son la prefiguración de un lenguaje», escribe Octavio Paz. Un lenguaje que busca explorar lo que Chillida llama «espacio interior», el vacío. «Acosar, poner trampas a ese espacio, dejarlo libre y fluido, tal es la razón misma de la obra», declara el artista. Rumor de límites supone el preludio a una de sus obras públicas más emblemáticas: 'El peine del viento' (1977, San Sebastián).

Al menos una veintena de las grandes esculturas de Chillida, algunas de las cuales forman parte de Leku, su museo en Hernani, surgieron de su elaboración en la forja de Sidenor en Reinosa

A mitad de los años sesenta, Chillida comienza, en paralelo a la escultura, un exhaustivo trabajo gráfico en blanco y negro, en algunos casos aplicado a soportes como logotipos o anagramas. Todos ellos bajo un mismo concepto espacial al que apunta la palabra toki, que en euskera designa, a la vez, espacio, lugar o paraje, al igual que leku. Alicia Chillida subraya que «el artista invita a acercarnos a ese espacio que su propia escultura genera. En 1968, el filósofo Martin Heidegger publica 'El arte y el espacio', e invita a Chillida a que lo ilustre. En 'Toki' los juegos de torsión y curvatura de los planos en acero y el equilibrio entre masa y volumen son protagonistas. Las series 'Alrededor del vacío' (1964-1969), 'Leku' (1968-1976) y 'Toki' (1969) «se refieren a las cuestiones esenciales de la obra, constituyen lugares para la reflexión acerca del espacio, el vacío y el límite».

En fechas recientes, con el objetivo común de contribuir a la consolidación del eje cultural del norte, Chillida Leku y el Centro Botín crearon nuevos lazos para permitir a sus visitantes obtener descuentos en los precios de las entradas.

La otra referencia de Chillida en Cantabria quedó encauzada, como en el caso de algunos otros grandes artistas como Juan Muñoz y Tapiès, por el histórico proyecto Robayera que, a finales de los ochenta, puso en marcha Juan Manuel Puente. La presencia en Robayera del artista donostiarra constituyó un hito fundamental en la trayectoria de la sala y en su visión de futuro. En el verano de 1996 (julio agosto), con la presencia del propio escultor, acompañado de su inseparable Pilar Belzunce. Un catálogo con texto del poeta, ensayista y crítico Juan Manuel Bonet acompañó la muestra. En la Colección Robayera se encuentra la obra de Chillida: 'London II. Homenaje a Annely Juda', 1995, serigrafía con relieve sobre papel.

A partir de los noventa, el formato de las obras en Chillida crece sin cesar y, mientras esto ocurre, aumenta proporcionalmente el interés del creador «por el entorno, por el emplazamiento final y normalmente público en el que las esculturas serán instaladas». Su legado artístico, pleno de belleza y estímulos intelectuales, es objeto de numerosas retrospectivas en los museos más importantes del mundo.

En paralelo a esta presencia en Santander, Chillida Leku acaba de inaugurar en el Caserío Zabalaga del museo, 'Retrato íntimo', una exposición que celebra el primer centenario del nacimiento de Pilar Belzunce, esposa de Eduardo Chillida y figura clave en su vida y en su trayectoria artística. En ella se descubre, a través de los retratos que el artista vasco realizó tanto de ella como de sus ocho hijos, pequeños fragmentos de su identidad como «mujer de gran determinación, capaz de adelantarse a su tiempo».

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