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Delphine de Vigan recorre en este libro la vida de una mujer de palabras Hannah Assoulin
Literatura

Delphine de Vigan, la importancia de ser

'Las gratitudes' es una delicada novela que nos invita a creer en la bondad cotidiana

Viernes, 17 de octubre 2025, 07:23

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«Os habéis preguntado alguna vez cuántas veces al día dais las gracias?... Unas gracias de cortesía, de conveniencia, automáticas, mecánicas. Casi huecas.

¿Os habéis preguntado alguna vez cuántas veces en la vida habéis dado realmente las gracias? Unas gracias sinceras. La expresión de vuestra gratitud, de vuestro agradecimiento, de vuestra deuda.

¿A quién?»

Mucho me ha hecho recordar la lectura de este libro a la crianza de mi 'ya no pequeña', mucho me ha hecho regresar a aquellos momentos en los que le señalábamos que tantas veces como alguien se acercara a servir tu mesa, tantas veces lo debías agradecer. O aquello de «cuando hagas un favor olvídalo al instante; en cambio, cuando lo recibas, recuérdalo toda la vida». Afanes de madre que poco puede enseñar más allá de la pretensión de que su criatura traduzca los 'buenos modales' en ser buena persona, en ser ciudadana, en cuidar de quien la quiere y observar las desigualdades para, lamentablemente, luchar contra corriente en una sociedad cada vez más individualista.

Dar las gracias, los buenos días, saludar al entrar en una habitación y tratar de hacer la vida más fácil a todas aquellas personas que te aguantan el día de la fiesta, la tarde de descanso y hasta te sonríen cuando la enfermedad de los domingos pugna por agriar tu caracter y arruinar la serenidad doméstica. Porque el lenguaje, aunque a menudo lo demos por sentado, es el vehículo que nos permite mostrar afecto, respeto y, sobre todo, humanidad en un mundo que parece haber olvidado su verdadero significado.

Delphine de Vigan hace un recorrido por la vida de una mujer de palabras. Culta, lectora de Virginia Woolf o Sylvia Plath, suscriptora de 'Le Monde', una mujer mayor a la que le desespera que todo el mundo le hable infantilizando. Una mujer de mente preclara que, contradictoriamente, sufre una afasia que le hace sentir que las palabras «están demasiado lejos» y le lleva a plantearse sus últimos días con el remordimiento de no haber podido agradecer su acto a una familia que se hizo cargo de ella tras la ocupación nazi durante tres años de su infancia. Esa imposibilidad de expresar lo que siente, de poner en palabras su agradecimiento, se convierte en su mayor angustia, en un peso que la acompaña cada día. Una familia que arriesgó su vida sin esperar nada a cambio, una familia que explica su conducta como un acto de humanidad, sin reconocer la bonhomía que encierra: «Empiezas diciéndole que no al mal, y luego ya no tienes elección».

'Las gratitudes'

'Las gratitudes'
  • Autora Delphine de Vigan

  • Traductor Pablo Martín Sánchez

  • Editorial Anagrama, Barcelona, 2021

  • Páginas 173

  • Precio 18 euros

De Vigan es una de las autoras francesas de mayor éxito internacional, con obras como 'Nada se opone a la noche' (2011) que ha vendido en Francia más de ochocientos mil ejemplares, ha sido publicada por una veintena de editoriales extranjeras y ha recibido el numerosos premios o 'Basada en hechos reales' (2015), que Roman Polanski adaptó al cine. En 'Los reyes de la casa' (2022) denuncia, en forma de novela de suspense, el horror que encubren las redes sociales en la sociedad actual.

Una autora que, quizás por la labor pedagógica que desempeñó durante años, nos muestra un camino que se torna sinuoso pero en el que nunca parece perder la esperanza. Nos ofrece, a través de sus personajes, una reflexión sobre la empatía, la comunicación y la necesidad de reconocernos en el resto, de construir puentes en lugar de levantar muros. Una actitud que nos hace regresar a Blanche Duvais y sus palabras plagadas de optimismo «Siempre he confiado en la bondad de los desconocidos», aunque estuviesen en boca de un personaje trágico y de terrible final. En este caso, la protagonista, atrae la atención de su logopeda, un personaje que declara: «Soy logopeda. Trabajo con las palabras y con el silencio. Con lo que no se dice. Trabajo con la vergüenza, con los secretos, con los remordimientos. Trabajo con la ausencia, con los recuerdos que ya no están y con los que resurgen tras un nombre, una imagen, un perfume. Trabajo con el dolor de ayer y con el de hoy. Con las confidencias. Y con el miedo a morir. Forma parte de mi oficio».

Y en eso se centra la novela, en las palabras, en lo no dicho, en las amistades y las lealtades por accidente y en las que no podemos dar por supuestas. En la gratitud por conocer a las personas adecuadas y sabernos hacer un hueco en sus afectos. Un ejercicio de lenguaje exquisito, donde la afasia de la anciana se torna poesía y síntesis de la vida, una vuelta de tuerca a lo que decimos y a lo que callamos.

…Presta atención a las palabras: anticuario, luthier, librero, ebanista… ¿Cuál es el término genérico que las vincula?

¿La desaparición?

Lecciones de vida en cada conversación, en cada palabra que modifica, en cada silencio que no se rellena más que con desesperanza. Una delicada novela que encierra secretos incómodos, situaciones sin paroxismo y sin artificio alguno donde cada frase nos lleva a detenernos y admirar lo metafórico de la decadencia de la protagonista en paralela relación con el devenir de la humanidad; donde la amabilidad nos llama la atención y la afectividad o el buen trato se ha vuelto una especie en auténtica extinción. Porque si bien es cierto que el mundo avanza, que la tecnología y la inmediatez nos rodean, no podemos olvidar que la esencia de lo humano reside en el contacto, en la calidez de un gesto, en la trascendencia de una palabra dicha en el momento adecuado. Una humanidad que valora lo artificioso frente a lo cotidiano y que ansía un momento público de gloria sin más afán que el de figurar, que no trascender.

Y es que, en el fondo, la novela nos interroga sobre el eco que dejamos en el resto, sobre la huella silenciosa de un gesto amable, de una mano tendida a tiempo. La protagonista, con su afasia, nos recuerda que el lenguaje no es solo sonido, sino también intención, memoria viva. Su lucha por articular un 'gracias' postergado es un espejo de todas nuestras deudas emocionales, de todos los afectos que damos por sentado. En un mundo que privilegia la velocidad y la superficialidad, 'Las gratitudes' nos invita a demorarnos en los matices, a rescatar el valor de la pausa, a creer, pese a todo, en la bondad que aún resiste en los pliegues de lo cotidiano. Una bondad que no necesita de grandes discursos, sino solo de la quietud suficiente para ser escuchada.

…Eso lo cambia todo, Marie. Tener miedo por otro, otro que no seas tú. No sabes la suerte que tienes.

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