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Andy Warhol. 'Flores', 1964. Tinta serigráfica sobre lienzo, 35,6 × 35,6 cm cada uno.
Andy Warhol. 'Flores', 1964. Tinta serigráfica sobre lienzo, 35,6 × 35,6 cm cada uno. Sonnabend Homem Collection, cortesía de The Sonnabend Collection Foundation
Sotileza

Figurativo y abstracto: cómo revisitar el espacio

El Museo Thyssen, a partir de la fascinación de Warhol por Pollock, reúne y confronta sus obras para redescubrir, desde su complejidad, las inquietudes comunes hacia los cambios en la tradición pictórica, lo espacial o la fascinación por los grandes formatos

Guillermo Balbona

Santander

Jueves, 23 de octubre 2025, 20:02

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Ni Jackson Pollock fue siempre un «maestro abstracto», ni Andy Warhol únicamente el artista ocupado por «temas banales, de masas, representados desapasionadamente». A medio camino entre lo abstracto y lo figurativo, cado uno a su modo, propusieron «revisitar el concepto de espacio, su uso como lugar de ocultamiento y capas; ambos trastocaron la noción del fondo y de la figura, y se centraron en un proyecto que, en sus estrategias pictóricas, les servía como camuflaje». Subyace, asimismo, en ambos casos una propuesta hasta cierto punto autobiográfica para unos artistas que trabajaron sobre «la repetición, la serialidad y la abstractización como forma de mostrar nuevas formas de mirar en el mundo que les tocó vivir». Este planteamiento es la esencia de la exposición que el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ha organizado en torno a ambos artistas.

Andy Warhol. 'Jackie II' (estampa 5 de la carpeta 11 Pop Artist, vol. II), 1966.Tinta serigráfica sobre papel, 61 × 76 cm. Staatsgalerie Stuttgart, Graphische Sammlung, adquirida en 1968 por el estadode Baden-Wurtemberg.

Partiendo de la fascinación de Warhol por Pollock y su obsesión por contar con una obra suya en su amplia colección de arte, o la relación de su famosa serie de choques de automóviles con el mítico accidente que acabó con la vida de Pollock una noche de agosto de 1956, la muestra reúne la obra de estos dos nombres clave en el arte del siglo XX, a los que se unen otros y otras artistas que, en ese mismo periodo, «se plantean problemas relacionados con las nuevas estrategias espaciales». Dos figuras «extraordinariamente complejas, en apariencia muy distintas», pero unidas, como toda una generación de artistas, «por sus preocupaciones hacia los cambios en la tradición pictórica, lo espacial o la fascinación por los grandes formatos».

Comisariada por Estrella de Diego, en realidad la propuesta cuestiona la idea que presenta como polos opuestos al expresionismo abstracto y el arte pop, y a sus dos máximos exponentes. El director del Museo, Guillermo Solana, considera que esta es una de las exposiciones más importantes que ha organizado el Thyssen, ya que «cuestiona el canon del arte moderno y ha transformado completamente nuestra mirada». En este sentido, Pollock (1912-1956) no siempre fue ese maestro abstracto en el que se le encasilla, y Warhol (1928-1987) no era sólo 'la rubia tonta' «del papel que se dedicó a interpretar, sino una persona muy culta y compleja». Un recorrido por la historia de su evolución y, sobre todo, de «cómo Warhol mira a Pollock y demuestra que es un artista mucho más profundo, inteligente, intelectual y de vanguardia de lo que muchos pensábamos», a juicio de Solana.

Son más de más de cien obras, muchas nunca vistas en España, que proceden de una treintena de instituciones de Norteamérica y Europa y están firmadas junto a ambos artistas que dan nombre al proyecto y otros artistas como Lee Krasner, Helen Frankenthaler, Marisol Escobar, Sol LeWitt y Cy Twombly. Entre las obras se encuentran 'Marrón y plata I' de Pollock, 'Express' de Robert Rauschenberg y 'Sin título (verde sobre morado)' de Mark Rothko, pertenecientes a la propia colección del Thyssen. Estrella de Diego sostiene que las abstracciones de Pollock «guardan resquicios figurativos» y las figuraciones de Warhol «quiebran el espacio tradicional».

Reunir obras de gran formato, muy frágiles, que se encontraban en su mayoría en Estados Unidos, han provocado que la muestra sea la más cara y compleja de la historia del museo. Pero la singularidad del proyecto responde a la implicación personal de la ensayista y catedrática de arte, Estrella de Diego, para quien «no es que sea la exposición de mi vida, es que ha sido la obsesión de mi vida». Un proyecto en el que ha trabajado durante 20 años y para el que ha habido que «pelear pieza a pieza».

La muestra
‘Warhol, Pollock y otros espacios americanos’. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Hasta el 25 de enero de 2026. Comisaria: Estrella de Diego.120 obras de Warhol y Pollock, más Lee Krasner, Audrey Flack, Anne Ryan, Marisol Escobar, Perle Fine, Hedda Sterne, Helen Frankenthaler, Sol LeWitt, Cy Twombly, Robert Rauschenberg y Mark Rothko.

El itinerario de la propuesta está estructurado en seis espacios con el objetivo de revisar esa ruptura que tradicionalmente ha establecido la historia del arte entre la abstracción y la figuración del arte pop, mostrando «conexiones y diálogos» entre ambas aproximaciones al espacio.

En la primera se confrontan algunas obras tempranas de Pollock o Krasner, donde se desvelan «las más que aproximaciones figurativas, con dos botellas de CocaCola de Warhol de los primeros 60 del siglo XX: la primera, con unas pinceladas que imitan las del expresionismo abstracto, y la segunda, sobre un fondo neutro, influida por su trabajo como ilustrador comercial».

Es el capítulo dedicado a 'El espacio como negociación: figura y fondo, otra vez'. Con la vista puesta en el diálogo de espacios figurativos y abstractos, la siguiente sección, 'Rastros y vestigios', reúne piezas de Audrey Flack (1931-2024), Escobar (1930-2016), Anne Ryan (1889-1954), Perle Fine (1905-1988) y Rauschenberg (1925-2008), además de los dos pilares del proyecto, en las cuales se descubren figuras o sus rastros, que van construyendo un espacio a trozos, donde la figuración se va trastocando y camuflando.

Jackson Pollock. 'Bosque encantado', 1947. Óleo y esmalte alquídico sobre lienzo, 221,3 × 114,6 cm. Peggy Guggenheim Collection, Venecia (Solomon R. Guggenheim Foundation, Nueva York)

La tercera dedicada a 'El fondo como figura', exhibe obras icónicas de Warhol en las que las figuras parecen flotar sobre un fondo que se diluye. 'Liz en plata como Cleopatra' (1963), 'Un solo Elvis' (1964) y 'Jackie II' (1966) de Warhol rompen con la idea del espacio tradicional, con la diferenciación entre el fondo y la figura. Una selección de fotografías del artista, procedentes del Andy Warhol Museum de Pittsburgh, muestra su exploración más formal de la abstracción, con imágenes compuestas a base de largas repeticiones de objetos. Las series de instantáneas de Sol Lewitt (1928-2007) y Cy Twombly (1928-2011) y lienzos de Hedda Sterne (1910-2011), Krasner y Pollock completan este apartado.

En 'Repeticiones y fragmentos' asoman las duplicaciones y multiplicaciones de objetos realizada por Warhol en muchas de sus obras, con las que rompe definitivamente con la idea del espacio en Occidente. Sus conocidas series de 'Flores' (1964), 'Calaveras' (1976), 'Sillas eléctricas' (1971) y accidentes, como 'Choque óptico de automóviles' (1962) y 'Desastre blanco I' (1963), se suceden en esta sección, donde cada imagen repetida es siempre distinta.

Jackson Pollock. 'Número 27', 1950. Óleo, esmalte y pintura de aluminio sobre lienzo, 124,6 × 269,4 cm. Whitney Museum of American Art, Nueva York.

La quinta sección, 'Espacios sin horizontes', reúne ocho de las pinturas oxidadas de Warhol. Realizadas con sus propios fluidos, imitan las obras pintadas por Pollock justo antes de fallecer y configuran un espacio sin límites precisos. Junto a ellas se exponen dos piezas de Helen Frankentaler (1928-2011), con grandes manchas de color.

Serie de sombras

La última sala es 'El espacio como metafísica' y se dedica a la serie de sombras creada por Warhol a finales de la década de 1970, con pinceladas misteriosas en las que ya es imposible distinguir ninguna figura. Las acompaña la citada obra de Mark Rothko, «en un diálogo entre ausencias».

Estrella de Diego, en la presentación de esta iniciativa, subrayó que, en ocasiones, «troceamos la historia del arte y no vemos las fronteras porque no todo era abstracto ni figurativo. En esta muestra se puede comprobar «cómo Lee Krasner fue testigo de la obra de su marido, Jason Pollock, pero también de los collages de Rauschenberg, y de la preocupación por las texturas de Warhol y del propio Pollock», entre otros detalles.

Andy Warhol. 'Un solo Elvis', 1964. Tinta serigráfica sobre lienzo, 209 × 107 cm. Ludwig Museum – Museum of Contemporary Art, Budapest.

Una extraña pareja pero solo desde fuera. Precisamente lo que revela la muestra es que, como casi todos los creadores de la abstracción, Pollock empezó en el arte figurativo y recorrió el cubismo, el expresionismo y el action painting. Solana lo define de modo muy gráfico: «En la abstracción de Pollock está la tachadura del arte figurativo, no su desaparición». Del otro lado, el exponente del pop art «tensionó el espacio y el objeto de modo que este mil veces repetido, acababa por perder su identidad». Es decir, una representación de la esencia del arte abstracto.

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