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Toni, un chico de 15 años, es el protagonista en torno al cual gira la película 'Ciudad sin sueño' DM
Realidad en pantalla

Mirar sin obscenidad, filmar sin exhibicionismo

'Ciudad sin sueño', en la Cañada Real y 'La voz de Hind', en Gaza, evitan el morbo y eligen contar las historias desde la sensibilidad, sin caricias estéticas

Viernes, 5 de diciembre 2025, 07:29

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Además de gran supermercado de la droga, se dice de la Cañada Real que es el mayor asentamiento suburbial de Europa. Desde fuera, lo que conocemos de este barrio de marginalidad del sur madrileño es como para mirar hacia otro lado, salvo que hagamos sociología de salón y conceptualicemos que se trata de una 'cloaca del capitalismo urbano' o algo por el estilo. Una realidad que nos incomoda, mucho más si se contrapone ese nombre al disfrute del cine.

Por ello, hay que reconocerle valor al joven director Guillermo Galoe para escribir una historia ubicada en la Cañada Real y comprobar su inteligencia y dignidad profesional al ver la excelente película 'Ciudad sin sueño'. Galoe ya daba la medida de cineasta sólido con su primer largo, el combativo documental 'Frágil equilibrio' (2016) –firmado como Guillermo García López, disponible en Filmin– donde el entonces presidente uruguayo, Pepe Mujica, servía de hilo conductor para la crónica de tres espacios y realidades sociales sobre las desigualdades y la exclusión social en nuestro mundo. Se muestran allí los jóvenes subsaharianos que malviven en el monte Gurugú, junto a la valla de Melilla, viendo el modo de entrar en Europa; el calvario de personas desahuciadas en España por la crisis de 2008 y el vacío y la insatisfacción de un exitoso profesional japonés volcado hacia el trabajo y el consumo.

Seis años de convivencia

A lo largo de seis años, Galoe ha convivido con gitanos de la Cañada Real y ha convencido a una familia para participar en una película que, como primera opción, muestra su anclaje en la realidad de sus protagonistas, personas antes que ocasionales actores. Se centra en Toni, un chico de 15 años con una vida plena por la amistad de un amigo marroquí y las carreras con una galga que disfruta con su abuelo. Pero la vida tiene sus sinsabores: su amigo abandona el barrio con su familia en aras de mejores oportunidades en el sur de Francia y sus padres aceptan el piso de realojamiento que les ofrecen. El abuelo no quiere renunciar a los animales ni a la libertad del campo y Toni se siente empujado al bloque de hormigón que la sociedad le ofrece como regalo de 'inserción social'.

Esto es lo central en la película y en la vida de estos personajes, aunque a los espectadores –inevitables 'mirones'– nos escandalice el mercadeo de la droga, los toxicómanos pinchándose por las esquinas o el padre pasota y machista de Toni. O, dicho de otro modo, la grandeza de 'Ciudad sin sueño' radica en la paradójica historia de un adolescente y de su abuelo a quienes el progreso arrebata lo que hasta ahora les ha hecho felices, por más que reconozcamos las lacerantes condiciones de supervivencia que les rodean.

Más allá del cine de denuncia y de compromiso social, Galoe busca que sintonicemos con unas vidas no menos complejas y contradictorias que las de cualquiera, pero dignas en su realidad y en sus ilusiones. La tentación del director era la 'pornomiseria', concepto acuñado a finales de los 70 por cineastas colombianos Luis Espina y Carlos Mayolo para referirse a películas latinoamericanas que triunfaban en festivales europeos haciendo de la pobreza y la violencia de las calles un espectáculo. Aquí se evita ese exhibicionismo al tiempo que no se oculta ni se disfraza la realidad de la Cañada Real, ni hay edulcoración o falsificación; simplemente, se ubica como contexto, como espacio conflictivo, pero por detrás del primer plano que siempre ocupan los rostros de las personas.

El peso de las voces

Como se ha repetido tanto, el arte no es la mera reproducción de la realidad y una película ambientada en la Cañada Real podía hacer espectáculo de esa realidad indigente y complacer al público y cultivar en él la mirada morbosa gracias al exhibicionismo de la miseria material y moral. Galoe sabe que cualquier arte se construye dejando fuera lo obsceno –lo que ha de quedar fuera de la escena– aunque esté aludido y el espectador sea consciente de ello porque la omisión completa sería manipuladora.

En el cine, el fuera de campo y la elipsis son recursos expresivos de primer orden porque nunca hay que decirlo todo y porque hay que dejar un hueco en el relato para que el espectador participe. 'Ciudad sin sueño' maneja muy bien ese fuera de campo, aludido en unos breves y ocasionales planos. Además, el director incluye tomas de teléfono móvil con diversos efectos cromáticos a lo largo de la película que vienen a subrayar la condición de filmación de todo lo que vemos, la autoconciencia cinematográfica, es decir, que ponen de relieve el carácter subjetivo de la mirada.

'La voz de Hind'

Coincide en la cartelera esta película española con la producción tunecina 'La voz de Hind' ambientada en enero de 2024 en la sistemática destrucción de la franja de Gaza. A pesar de la censura y la prohibición a los periodistas, tenemos un conocimiento suficiente de lo sucedido a lo largo de los dos últimos años con los resultados de miles de muertos en la población civil, incluidos ancianos y niños inocentes. Como sinécdoque de esta masacre, esa película cuenta los esfuerzos de voluntarios de la Media Luna Roja para salvar a Hind, una niña de 6 años que ha quedado atrapada en un coche, con varios familiares muertos, aterrorizada por los disparos de soldados.

'La voz de Hind' centra la acción en la sala de emergencias evitando el morbo. DM

También aquí se evita la obscenidad del espectáculo de la sangre y, con inteligencia, se ubica la cámara en la sala de emergencias desde donde se mantiene contacto por teléfono con Hind. En ausencia de imágenes, la realidad testimoniada nos llega a través de la voz escuchada y de las palabras de ánimo: es suficiente, evita el exhibicionismo y mantiene toda la elocuencia precisa para que el espectador sea sensible sin morbo ni 'fascinación del mal'.

Nuevamente, la representación artística de una realidad evita lo que ha de quedar fuera de escena sin por ello falsear esa realidad o proporcionar caricias estéticas al público indolente. Guillermo Galoe y la directora Kaouther Ben Hania son creadores comprometidos que han pensado mucho su propuesta, cada plano, cada sonido, cada elección de un actor o actriz, por ello se atreven con esos espacios humanos de dolor y muerte, muy conscientes de que para que sea posible la emergencia del arte es preciso mirar sin obscenidad y filmar sin exhibicionismo.

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