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Deseo y ternura. Lo íntimo, lo vulnerable. Belleza intrigante y tiempo que resuena. Es la desnudez de la mirada que se revela tras cada imagen de Sakiko Nomura (1967), una de las fotógrafas japonesas más destacadas de su generación. Negra oscuridad. Atmósferas nocturnas. Espacios que se abren paso entre las sombras. Cuerpos que adquieren otras formas entre claroscuros y un diálogo entre el misterio y la ternura. 'Tierna es la noche' (el 'Suave es la noche' de Scott Fitzgerald) es el epígrafe que preside la muestra retrospectiva que la Fundación Mapfre dedica a Nomura hasta mediados de mayo y que toma su título de la célebre novela publicada en 1934. «Deseó que no tuviera pasado, que fuera simplemente una muchacha sin más señas que la noche de donde había salido». Al igual que en la narración, los protagonistas de las escenas que conforman sus fotografías son jóvenes y atractivos. Además, muestran el poder y la tensión del deseo erótico, pero con gran ternura.
La artista japonesa ejerció durante dos décadas como asistente de Nobuyoshi Araki, referente creativo de la imagen y, desde 1993 expone regularmente en Japón y otros países asiáticos, así como en Europa y México. Esta exposición prevista hasta mediados de mayo es su primera gran retrospectiva europea.
Los desnudos masculinos en blanco y negro, «apenas iluminados o a veces meramente silueteados, en atmósferas nocturnas y llenas de sombra», son lo más conocido de su obra. Sus retratos –todo un desafío hacia algunos tabúes y estereotipos tradicionales de la cultura japonesa– se alternan en la exposición con otras imágenes de animales, naturalezas muertas, vistas de ciudades, fenómenos atmosféricos, luces y reflejos en movimiento, etc. «para acabar formando una suerte de narrativas interrumpidas de evocación cinematográfica y cargadas de sentidos alegóricos en torno a la fugacidad de la existencia».
La muestra dedica también una especial atención a sus foto-libros, que constituyen una parte muy relevante de su trayectoria. Comisariada por Enrique Juncosa, el contexto histórico de las imágenes es el de la década de los noventa en Japón conocido como 'los años perdidos': «La crisis financiera de 1989 y el estallido de la burbuja económica ralentizaron el crecimiento de la sociedad». Para el ámbito del arte y la fotografía fueron, sin embargo, tiempos de internacionalización y de cambio.
Se inauguraron museos y galerías, la infraestructura alrededor de la fotografía se fortaleció y las instituciones tanto públicas como privadas comenzaron a atesorar colecciones de esta disciplina. Por otro lado, en esos años, la sociedad japonesa ejercía una enorme discriminación hacia la mujer, y el mundo de la fotografía no era diferente. A través de la concepción de esta muestra se recuerda que existían fotógrafas destacadas, «pero eran pocas y difícilmente conseguían abandonar el anonimato». Fue en este contexto precisamente, en una sociedad tradicional, cuando la conciencia de las mujeres cambió radicalmente y surgió un verdadero florecimiento de nuevas artistas que muchos denominaron, a menudo despectivamente, como 'fotografía de chicas'.
142 imágenes icónicas de su carrera, además de material inédito capturado en Granada durante el verano de 2024 configuran el trayecto que propone 'Tierna es la noche'.
Sin duda los retratos constituyen la seña de identidad de Nomura pero en el Paseo de Recoletos también pueden verse naturalezas muertas, paisajes urbanos y reflejos lumínicos en movimiento. «Esas imágenes, combinadas, crean narrativas visuales próximas al lenguaje cinematográfico, capturando instantes efímeros con una mirada profundamente poética».
Tierna es la noche 142 fotografías. Retrospectiva de Sakiko Nomura, que toma su título de la novela de Francis Scott Fitzgerald 'Tender is the Night'. Fundación Mapfre. Paseo de Recoletos, 23. Comisario: Enrique Juncosa. Hasta el 11 de mayo.
Salvo en ocasiones aisladas en las que introduce el color en sus composiciones, rodeado casi siempre de negritud, sus imágenes son un camino hacia la oscuridad «como reverso de la luz», mientras su luminosidad es tenue.
Como seña de identidad de su creación, Nomura descubre otros contornos, zonas y perfiles en el revelado; nunca fecha sus obras ni aporta señales o guías que puedan ayudar a su contexto. En este sentido, quien mira sus planos, retratos, estancias y espacios debe implicarse, adentrarse, descifrar, ser cómplice.
La propuesta fotográfica, que se completa con la presentación de tres cortos dirigidos por la propia Sakiko Nomura –'Hiroki', 'Flower' y 'Sea'–, se inicia con obras del fotolibro 'Night Flight' (2008), uno de los pocos en color. En la sucesión se alternan los desnudos masculinos, hoteles y casas, despegues o aterrizajes de aviones, fuegos y chimeneas industriales.
Dada la ausencia de datación y sentido cronológico, las imágenes se van descubriendo a partir de los fotolibros de la creadora que ha publicado alrededor de cuarenta aunque todavía lejos de los cuatrocientos cincuenta de su maestro, el célebre Araki, que juegan un papel central en su obra. Ella misma supervisa las ediciones con sumo cuidado y, a menudo, encuentra el sentido de su trabajo en el proceso de publicación. Estas son algunas de las características que a partir de ese momento definen la obra de la artista.
El primer libro de la creadora, titulado 'Naked Room' (La habitación desnuda) y publicado en 1994, contiene una cubierta en la que aparece el perfil del busto de un hombre joven desnudo, con grano grueso y bajo contraste, desenfocado. La historia de la fotografía de desnudo, se subraya, por lo general, ha sido creada por hombres, que han usado el cuerpo femenino como objeto a retratar, y, por lo tanto, se ha destinado a la mirada masculina. Al centrarse en el cuerpo masculino, Nomura ha subvertido las reglas y ha desafiado los estereotipos de toda una tradición con gran peso en Japón. Es, por ello, una de las pocas mujeres que ha practicado el género con hombres como modelos, alejándose del tópico del cuerpo desnudo como fantasía sexual. Y una mirada en el epicentro: transmitir la fugacidad del tiempo y las relaciones entre la vida y la muerte. Como sus series de flores, orquídeas, crisantemos y rosas en descomposición, como fugacidad de la existencia. Con estas premisas y contextos, ahondar en su mirada supone viajar a lo oscuro entre la luz tenue, lo desenfocado, esa posible luz final.
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